Las mejores sorpresas son aquellas que menos te esperas. Las que ni siquiera intuyes. Las que superan cualquier expectativa. Como las ciudades mudéjares de España menos conocidas, esas en las que el arte de estilo hispano-musulmán dejó gran legado y tiñó las calles de su reconocible esencia, una identidad conjuga en perfecta sintonía, la convivencia de las diferentes culturas de la época medieval.

Sevilla, Toledo, León, Ávila o Córdoba guardan todavía retales de las sociedades pasadas que nos permiten transportarnos a siglos anteriores tan solo a través de los sentidos. Pero una de las provincias más desconocidas de nuestro país y que más legado mudéjar tuvo en sus rincones fue la aragonesa Teruel, que, rodeada de otros enclaves mágicos como Cuenca, Guadalajara, Zaragoza, Castellón o Valencia, sitúa en el mapa una parada obligatoria para todos los amantes de la cultura.

Porque Teruel existe y, tanto la ciudad como sus alrededores, guardan belleza en cada pisada. De hecho los paisajes pintorescos de Albarracín le han convertido en uno de los pueblos más bonitos de Europa según el portal Uswitch, que, analizando las imágenes más repetidas y armónicas de Pinterest e Instagram, han concluído que se encuentra en el décimo puesto por "conservar su sabor islámico y medieval, rodeado de rocas y acantilados de arenisca roja". Un privilegio en el que acompaña a otros pueblos como Oia (Grecia), Göreme (Turquía) o Hallstatt (Austria), que ocupan el podio en el top 3 del listado.

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PIERRE-PHILIPPE MARCOU//Getty Images

Pero Teruel es mucho más que el pueblo medieval de Albarracín. Como punto de partida, para conocer todo lo que agendar como cita para descubrir en este enclave, sobre su suelo se levantan varias recomendaciones de alojamientos en los que sentir su identidad.

Como casi todas las declaraciones Patrimonio Históricas de la Humanidad, Teruel tiene un magnífico parador en las afueras, pero otros hoteles como el hotel Reina Cristina sitúan al visitante en el punto neurálgico del centro histórico, una de las zonas más aclamadas de la ciudad.

Dormir en Teruel: en cubículos o en el centro histórico

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D.R./ HOTEL REINA CRISTINA

Se encuentra en el Paseo del Óvalo, tiene cuatro estrellas y 101 habitaciones en las que poder rendirse ante el descanso tras las jornadas de turismo por la ciudad. En su oferta encontrarás propuestas que te cautivarán: desde habitaciones individuales (con cama doble), pasando por otras dobles con terraza y maravillosas vistas de la ciudad o, incluso, algunas dúplex que resultan perfectas para las estancias familiares con niños.

Para completar tu velada en este alojamiento, el restaurante del propio hotel, el Portal de Guadalaviar (levantado sobre la muralla medieval de la antigua puerta Guadalaviar) se impone como un espacio perfecto para degustar los sabores aragoneses. El jamón D.O. de Teruel, el ternasco de Aragón o el queso de Albarracín son tan solo algunas de las opciones que se encuentran en su carta.

Si en cambio eres de los que prefieren moverse por los alrededores de Teruel, aventurero, amante de la naturaleza y te gusta descubrir construcciones innovadoras y poco convencionales, el hotel Consolación, como su nombre indica, te aseguramos que te consolará: pase lo que pase. Entre Teruel, Castellón y Tarragona, concretamente en Monroyo, en la comarca de Matarraña, se erige esta construcción, situada en medio de un paisaje verde. Su núcleo es una Ermita del siglo XIV que fue reconstruida a propósito para la implantación de este peculiar alojamiento.

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D.R./ HOTEL CONSOLACIÓN

¿Las habitaciones? Doce cubículos minimalistas integrados en un paisaje natural que revestidos de madera de pino que recuerdan a la arquitectura escandinava. Bañeras excavadas en el suelo de pizarra negra, chimeneas colgantes, decoración espectacular... Tres propuestas que no dejan a nadie indiferente y que se complementan, a la perfección con otros de sus espacios: el lobby-bar, la biblioteca, la piscina o, incluso, el "sofá de pensar", un sofá enclavado en la roca para disfrutar de un momento de paz y descanso frente a la inmensidad del horizonte.

Teruel, ciudad Patrimonio de la Humanidad

Escojas el alojamiento que escojas, tu experiencia en Teruel será enriquecedora. Una lección de historia que se recorre en cada una de sus calles, como en la plaza de la catedral, en la que se sitúa la Catedral de Santa María de Mediavilla, construida en el siglo XII. Se trata de una de las construcciones mudéjares que todavía conserva España y por la que fue declarada ciudad Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1986. Merece la pena pararse a observar el cimborrio, el techumbre y la torre con detalle y unirse a una de las visitas guiadas que se realizan a diario en su interior para conocer a fondo el legado islámico en la ciudad.

Otras maravillas mudéjares que se asientan sobre la ciudad y que también han sido valoradas por la Unesco son la torre de San Martín, la escalinata del Óvalo y la torre mudéjar de San Salvador, tres parajes de gran belleza plagados de leyendas. De hecho, sobre esta última, la torre de San Salvador, se dice que su constructor la creó para competir con otro compañero de profesión y ganarse el amor de una dama...

Los amantes de Teruel: tonta ella, tonto él

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D.R./ FUNDACIÓN AMANTES DE TERUEL

Si de leyendas hablamos, además, cabe mencionar la de los amantes de Teruel. En 2005 se inauguró el actual Mausoleo de los Amantes, diseñado por Alejandro Cañada. Se trata de un espacio que, a través de diferentes salas expositivas, relata la historia de estos dos personajes: desde el contexto en el que vivieron la conocida fábula, pasando por el debate que generó o su influencia en el mundo artístico y el Reposo de los Amantes, sala en la que se explica todo lo relativo al hallazgo de sus momias.

El amor de Juan Martínez de Marcilla e Isabel de Segura traspasó cualquier frontera y, más allá del dicho ("los amantes de Teruel, tonta ella, tonto él"), este romance se impuso como uno de los más conocidos e imprescindibles de la historia de Aragón.

El renacentismo también hizo mella en este enclave. Ejemplo claro de ello es el de su Acueducto (y viaducto). Esta obra de origen francés, realizada por Quinto Pierres Vedel, se extendió a lo largo de todo el siglo XVI y cuenta con dos alturas de arquerías en las que se puede ver, perfectamente, el desnivel que existe entre el Teruel más moderno y el más histórico, el del medievo.

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Xavi Gomez//Getty Images

Entre tanta historia, una parada se impone como obligatoria. Se trata de la plaza del Torico, situada en pleno corazón de Teruel, su nombre homenajea a la estatua que ornamenta la fuente que se encuentra en ella: un pequeño toro de 55 kilos de bronce puro que se sitúa sobre una columna y una estrella que guardan relación con la fundación de Teruel. Sí, aquí otra leyenda: durante la Reconquista, Alfonso II se asombró ante la figura de un toro enviado por las tropas enemigas que se detuvo en la meseta bajo Actuel, bajo una estrella iluminada. Tomo este suceso como una señal definitiva para levantar una villa amurallada y, así, nació en 1855 la estatua del Torico.

En esa plaza, además, existen un gran número de restaurantes y bares en los que realizar un descanso, tomar algo, probar sus tapas y disfrutar del paisaje entre sus casas de colores.

El sabor de Teruel

Si en cambio prefieres una comida más formal, buscar un establecimiento para comer y recuperar energía en Teruel resulta fácil ya que la ciudad destaca por tener un gran número de restaurantes en los que deleitar al paladar con la calidad de sus platos y menús.

La gastrotaberna Locavore ofrece comida de proximidad y de temporada en un concepto innovador. En ella puedes probar platos típicos y variados: desde su famoso cochinillo, falso risotto o sus arroces hasta otras degustaciones más rompedoras como el plato de sopa de chocolate y yuzu o el huevo Locavore. Una apuesta que conquista hasta a los paladares más exquisitos.

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También, para sentirse como en casa y en un ambiente más rústico, destaca el asador de leña la Bella Neda. Entre su oferta: solomillo de foie, tablas de embutidos, entrecot, lechón o ensaladas. Un manjar exquisito.

Y si buscas, todavía, más variedad, no dejes escapar estos nombres y apunta en tu libreta: Bar Torreón, La Barrica, La Menta o restaurante El Milagro. Diferentes opciones con un denominador común: el buen comer.

Un paseo por sus alrededores

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Luis Davilla//Getty Images

Si además tienes pensado pasar varios días en Teruel o en sus alrededores, existen visitas que no puedes dejar escapar. Albarracín es obligatorio, pero otros enclaves se postulan como emblemas desconocidos. El castillo de Mora de Rubielos se encuentra a poco más de 35 minutos en coche desde el centro de la ciudad. Te sorprenderán los sótanos del mismo y las casas nobles e históricas de las calles del pueblo, que se pueden visitar en la misma jornada que Rubielos de Mora, otro pueblo que se encuentra a tan solo 15 minutos de este último. En él: visita obligada a Excolegiata de Santa María la Mayor, a sus conventos y murallas.

Alcañiz también es otro de esos lugares que merece la pena visitar. Favorita de motoristas, por ser residencia de Motorland Aragón, esta es también la segunda ciudad más poblada de Teruel y se encuentra bañada por el río Guadalope. En ella existen una gran cantidad de monumentos y lugares que ver, pero el castillo, la lonja, su legado arqueológico y los pasadizos medievales de su oficina de turismo son imprescindibles.

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Raquel Maria Carbonell Pagola//Getty Images

Aunque Teruel resulta una de las localizaciones más desconocidas de España, enumerar los enclaves que se encuentran en su diámetro es sinónimo de crear una gran guía que agendaría varios días de visita. Dicen que hasta el cuarenta de mayo, no nos quitemos el sayo, pero en Teruel, mejor hasta el cuarenta y seis... Sea cuando sea y si estás pensando en conocer más sobre la geografía española, he aquí la solución. Porque Teruel sí existe.