El arte no va a cambiar el mundo, pero sí que puede cambiar la visión que algunas personas tienen de él", nos dice Diana Larrea (Madrid, 1972). Esta artista pluridisciplinar a quien a lo largo de su trayectoria el vídeo, la fotografía o el dibujo le han servido como medio para contar y denunciar historias y estados, tiene un firme compromiso con el feminismo y los conflictos que sacuden, hoy con especial virulencia, el mundo.

En este activismo artístico en pro de la igualdad, Diana Larrea ha revisitado los antiguos Inventarios Reales del Museo del Prado planteando interrogantes sobre las atribuciones de algunas pinturas asignadas a pintores masculinos: "Todo mi discurso de 2020 trata sobre eso, sobre el conflicto de las mujeres creadoras en el mundo del arte. Sobre cómo se les ha discriminado, no solo en el momento en el que estaban vivas, sino además después una vez que los historiadores recuperan toda esa información y deciden borrarlas del mapa", nos cuenta. Una obra que hasta el 31 de marzo puede verse en las zonas comunes del hotel Radisson RED Madrid (Calle Atocha, 123), cuya apuesta por el arte y la cultura está en el ADN de la cadena hotelera.

Larrea, que ha expuesto, entre otros, en el Museu Nacional do Conjunto Cultural da Republica de Brasilia (Brasil), en el National Centre of Contemporary Art de Moscú (Rusia), o en el KunsthallCharlottenborg de Copenhague (Dinamarca), habla con Harper's Bazaar de su trayectoria y su concepción artística.

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Diana Larrea
“Autorretrato en el estudio rodeada de la serie Los Inventarios Reales”, 2023.


ARCO 2024. Como artista, ¿cómo valoras la evolución de la feria y en qué punto crees que se encuentra?

La feria ha cambiado mucho en los últimos veinte años. ARCO tiene la particularidad de que es una feria, al revés que otras ferias europeas, que está orientada solamente a público especializado. Como ARCO se inauguró en los 80, aquí vivíamos una especie de eclosión cultural. ARCO se convirtió desde el principio en algo parecido a un evento social. La gente que, a lo mejor no estaba relacionada con el mundo del arte, se moría por venir a ARCO. Era como un punto de reunión al que todo el mundo quería venir y todo el mundo quería estar presente. Eso no pasa en otras ferias en Europa. Entonces, cuando empezó tenía ese punto como de diversión. Recuerdo una de sus ediciones en que había un japonés que había montado un karaoke literalmente. Ahora ya está mas orientado a lo que es una feria, cuyo objetivo, como cualquier feria es vender, básicamente. Vender porque hay galeristas que pagan mucho dinero por tener un stand para estar ahí y lo que quieren es amortizarlo. Entonces, en ese sentido, sí que ha cambiado.

Nos decía hace poco Juana de Aizpuru que ahora es más importante el negocio que la creatividad, ¿estás de acuerdo?

    En mi opinión no creo que ambos conceptos tengan que ser antagonistas. Se puede ser creativo y se puede vender también.

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    Óscar López Fernández.
    “Última Cena con las Grandes Maestras” (2023), técnica mixta sobre tela, 90 x 300 cm. Feria ARCO 2024, stand Galería Espacio Minimo.

    Tu obra es de las que remueven conciencias. ¿Qué efectos esperas causar en el público con cada una de ellas?

      Bueno, yo como llevo ya bastante tiempo trabajando, la idea de que el arte puede cambiar el mundo ya está superada. No va a cambiar el mundo, pero sí que puede cambiar la visión que algunas personas tienen del mundo. Puede cambiar a algunas personas. Mi trabajo siempre ha tenido un componente político. En los últimos años, feminista y otros años tenía carga política igual. Yo no entiendo un trabajo artístico que no tenga un compromiso social. Si ese mensaje llega a algunas personas y les hace plantearse ciertas cosas, ya para mí es válido.

      Vivimos en una sociedad que es un hervidero de conflictos: guerras, violación de derechos fundamentales, discriminación… ¿es el arte más necesario en tiempos convulsos?

        Sí. Hay gente que tiende a pensar que el arte es un producto elitista por los precios que tiene y por el ambiente frívolo en el que se mueve, pero en realidad el arte es una herramienta. Es decir, el arte se ha usado en regímenes comunistas; se ha dado en regímenes totalitarios fascistas… en realidad, tiene mucho poder porque, a través de lo visual y de la emoción, tú puedes llegar a mucha gente. Creo que utilizar ese poder que tiene el arte para llegar a la gente tiene sentido.

        ¿Cómo es tu proceso creativo? ¿De dónde nace tu inspiración?

          Definir el proceso creativo es muy difícil porque, en mi caso, es un proceso lento. En la vida cada uno nos vamos empapando de cosas que nos importan, que nos afectan. Y todo eso va formando un poso, y de ese poso al final surge una especie de necesidad de darle forma, darle forma para que salga de ti y que comuniques algo porque al final el arte es un acto de comunicación. Y por eso, el proceso creativo, primero es muy personal. En cada artista es diferente y luego nunca se repite de la misma manera pues en cada proyecto es diferente. Hay veces que estás con un proyecto, a lo mejor tres años. Y otras veces es una cosa menos compleja que necesita enseguida darle forma y sacarlo a la luz. Pienso que no hay reglas para eso.

          ¿Cómo valoras la situación de la mujer en el mundo del arte?

            En el mundo del arte y en el mundo general, en cualquier ámbito la mujer sufre discriminación y es que eso es así. Y suerte la gente que vivimos en el primer mundo porque en el tercer mundo ya ni nos enteramos de lo que pasa, asesinatos que ni siquiera se contabilizan, en fin… Precisamente, todo mi discurso de 2020 trata sobre eso, sobre el conflicto de las mujeres creadoras en el mundo del arte. Sobre cómo se les ha discriminado, no solo en el momento en el que estaban vivas, sino además después una vez que los historiadores recuperan toda esa información y deciden borrarlas del mapa. Eso ahora mismo, aunque hay gente que pueda pensar que no es posible, pasa. Tú te encuentras exposiciones colectivas en las que hay una mujer artista o dos y lo demás son todo hombres. Y cuando les preguntas a los comisarios que por qué, de dónde sale esa selección, te bloquean y te dicen que solo están mirando la calidad. Y esto sucede a día de hoy. Hasta hace cuatro días había galerías en Madrid que no tenían ninguna mujer artista entre sus representados.

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            Diana Larrea
            “De entre las muertas” (2020), vista de la exposición en la Sala Verónicas de Murcia en 2021.

            Fotografía, escultura, dibujocomo artista pluridisciplinar, ¿qué nuevos caminos te gustaría explorar?

              Pues la verdad es que no pienso mucho en eso porque como he hecho de todo.… He hecho vídeos, he hecho intervenciones en la calle… Y nunca digo, “venga ahora voy a hacer un vídeo”. No es así sino que es el mismo proceso de investigación el que te deja claro qué disciplina utilizar. Si estás haciendo algo muy narrativo en el que tienes que dar muchos datos y mucha información, pues a lo mejor piensas “es que esto se lo puedo contar con un vídeo” porque hay tanta información que cómo voy a contar esto en un cuadro. Es imposible. Es el propio proyecto el que te llama a hacer una disciplina o a hacer otra, pero ahora mismo está muy en el foco el tema de la inteligencia artificial y de las imágenes generadas por inteligencia artificial, pero fíjate que cuando empezó el digital a desarrollarse, ya hace tiempo, la pintura se disparó, o sea, la demanda de pintura se disparó. Justo al revés porque a lo mejor el fallo humano ahora va a revalorizarse. Porque será justo lo único que no pueda reproducir la inteligencia artificial y en la pintura hay mucho fallo humano, mucho. Todo lo que sea manual y hecho por el hombre va a coger mucho valor.

              Para terminar, ¿qué consejo te darías si volvieras a empezar tu carrera desde cero?

              Eso es imposible, es imposible responder a eso. Seguro que me lo dijeron y ni me enteré. Me entró por aquí y me salió por allá. Yo llegué al feminismo muy tarde, muy tarde porque cuando estudiaba en la facultad eran los noventa, y los noventa era un momento bastante hostil en cuanto a reivindicaciones feministas. Imperaba una especie de modelo de “super woman” que podía con todo y que trabajaba 20 horas al día; que estaba estupenda, guapísima, con la mejor ropa, con los tacones… Se nos exigía una perfección que no es real y yo crecí con eso, así que me costó mucho llegar al feminismo. Encima, lo que nos pasa mucho en el mundo del arte, por ejemplo, es que cuando eres emergente no hay casi discriminación, prácticamente no hay. Cuando se hacen exposiciones de artistas emergentes te das cuenta que hay paridad. Cuando se nos empieza a discriminar es a partir de los 40, sobre todo, 37 o así, ya cuando te empiezas a aproximar. Es ahí cuando empieza la discriminación. Antes no hay. Entonces claro, las chicas jóvenes no lo ven, no lo ven porque no lo están sufriendo, piensan que es algo del pasado. Es lo que pensaba yo: que eso es algo de otra época, que a mí ya me había tocado otra cosa… Entonces el consejo no serviría de nada, porque hay cosas que hay que vivirlas para darte cuenta.