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Su historia comenzó en 1966, cuando la bailarina Elvira González (Madrid, 1937), y su marido, el artista Fernando Mignoni, decidieron abrir las puertas de la galería Theo en Madrid. Tomaron la decisión después de casarse y de vivir una temporada en París. Era el momento para hacerlo, pues sus inicios responden a esas historias que pueden vanagloriarse de haber estado en el lugar correcto, y en el momento adecuado.

Residir en la ciudad francesa les llevó a codearse con artistas exiliados de la Escuela de París y a llevar aquella vida que nos parece de ensueño a todos los que amamos el arte cuando echamos la vista atrás, aquella de ir de galería en galería entablando amistades, la de intercambiar ideas con el privilegiado grupo de personalidades que se refugiaban del régimen y empleaban la capital francesa como punto, natural, de reunión y cruce de sinergias.

Cuando el matrimonio regresó a Madrid y fundó su galería, cuyo nombre homenajea al hermano de Van Gogh, abrió un camino que por entonces no existía en el país, el de integrar las obras de los artistas españoles de la Escuela de París. La vocación de Mignoni
por el arte era sabida, pero Elvira González, aunque por entonces se dedicaba a la danza, también lo llevaba en su ADN: "Para mí ha sido algo innato. Soy hija de artistas, mi padre era escultor y mi madre bailarina de danza clásica española, así que convivir en el medio artístico es algo natural en mí", nos cuenta.

elvira gonzalez entrevista
Cortesía Galería Elvira González.

Puede que lo que no llegaran a imaginar, aunque sí a aspirar, fuera lograr que en las paredes de la galería Theo colgarían nombres como Sorolla o Vázquez Díaz. Menos aún marcar hitos como ser los responsables de traer a España la primera exposición de renombrados artistas como Rodin o Juan Gris. Y, es que decir que el matrimonio fue con todas resulta evidente si tenemos en cuenta que se trató del que más apostó por Pablo Picasso en un momento en el que no todo el mundo simpatizaba con la ideología del malagueño. De hecho, uno de los capítulos más duros de la historia de la galería fue aquel que se produjo en 1971 por un grupo de radicales del régimen: entraron en Theo, destrozaron la Suite Vollard de Picasso, y provocaron daños físicos, económicos y morales. Aún así, el malagueño siguió siendo parte de sus preferidos, y probablemente uno de los que más marcaron la historia personal y profesional de estos galeristas.

De la Galería Theo a la Galería Elvira González

El desafío de la continuidad generacional

Fueron 30 los años en los que Elvira González estuvo al mando como propietaria y directora de este espacio, pero muchos más los logros que le llevaron a consagrarse en la meca del arte. Ella goza del título de ser una de las galeristas pioneras del país, y una de las mujeres de las que siempre se habla en ese ámbito: "Me siento muy honrada y feliz, es una manera de que te reconozcan el trabajo", concede. Pero ya gozando de este reconocimiento, en 1994 sorprendió con otra noticia, la apertura de otra galería homónima, la Galería Elvira González, junto a sus hijas, Isabel y Elvira Mignoni, quienes han sabido mimetizar el traspaso generacional con maestría: "Ahora el rumbo ahora lo marcan mis hijas y estoy de acuerdo con lo que ellas proyectan. Tenemos ideas similares y siguen la misma línea de trabajo con artistas nuevos que nos interesan por igual."

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Dicen que las segundas generaciones tienden a dañar el trabajo de las primeras, sin embargo, Isabel y Elvira Mignoni han logrado dar continuidad a la impronta de sus padres. "Supone una responsabilidad grande porque la Galería Theo fue una galería emblemática y hemos recogido gran parte el trabajo de esa galería", nos comentan. Una responsabilidad que bebe, en parte, de una infancia imbuida en el arte: "Como nuestros padres eran unos enamorados de sus profesiones, en nuestra casa todo giraba en torno al arte, a las exposiciones o a los artistas. De una manera muy natural, lo que es una profesión se convirtió además en una forma de vida".

A veces ocurre que cuando los negocios se comparten en familia el resultado tiende a estar envuelto en un halo de exceso de confianza y contratiempos, pero en este caso la simbiosis familiar en la galería ha sido un factor clave para su éxito. Basta con repasar algunos de los nombres que la Galería Elvira González nos deja a su paso: Rothko, Chillida, Mondrian, son tan solo algunos. Cuando les preguntamos qué tal se lleva este cruce de talentos e intereses entre hermanas, responden con firmeza, destacando que en su caso se ha trata más de una mixología favorecedora:"Muy bien, sin problema. Es un sector privilegiado que nos permite conocer a gente muy interesante, artistas, coleccionistas, gente relacionada con instituciones culturales o intelectuales".

Sabido es que en el mundo del arte la presencia de mujeres artistas en grandes instituciones culturales siempre ha sido, más bien, escasa. Pero las hermanas Mignoni, tanto por su trabajo como por el recorrido que su madre ha tenido durante su dilatada experiencia, nos cuentan que cuando hablamos de galeristas la situación es diferente. Las mujeres, en este ámbito, tienen protagonismo: "El mundo de las galerías de arte en España y en muchos otros países ha estado casi dominado por mujeres, así es que hemos tenido y seguimos teniendo un lugar de respeto". Una clave fundamental que trabajan también cada día, y que resulta vital para una de las partes más indispensables de su trabajo, el de las ferias de arte internacionales. Éstas han sido, y son, esenciales para la galería, proporcionando acceso a un vasto número de coleccionistas y expandiendo su reconocimiento a nivel mundial. Entre las más relevantes para ellas se encuentran nombres como Basilea: "Las ferias se han convertido en uno de los pilares de cualquier galería porque te da acceso a un número de coleccionistas inmenso que nos permite crecer y relacionarnos con coleccionistas y artistas de todo el mundo".

La Galería Elvira González no solo es un espacio de exposición, sino un crisol de historias, pasiones y compromisos que han contribuido a forjar el vibrante panorama artístico que conocemos hoy. Aunque muchas galerías se encuentran cerrando sus puertas, las hermanas Mignoni mantienen una perspectiva abierta sobre su futuro: "No vemos que haya continuidad en la familia, pero todavía somos jóvenes para pensar en futuros lejanos y lo que tenemos en mente son nuestras próximas compromisos con nuestros artistas a los que nos debemos en cuerpo y alma."