La historia de Lavinia Fontana es una historia de tres escándalos. El primero tiene que ver con un talento innato prodigioso y la decisión de cultivarlo sin importarle los prejuicios de género. En un momento en el que la mujer no podía ser más allá de las estrictas fronteras del ámbito doméstico, ella se convirtió, según los expertos, en la primera pintora profesional de la historia del arte. La considerada como una de las grandes maestras del primer barroco, retratista excepcional que brillaba reproduciendo al detalle vestidos, joyas y mascotas, nació en 1552 en Bolonia. Su primer profesor fue su padre, Prospero Fontana, un pintor manierista que, pese a que no pertenecía a la nobleza, sí había conseguido ser reconocido entre las clases altas. El contexto de la ciudad italiana, un ejemplo de apertura y libertad para la época y que admitía a mujeres en la universidad desde el siglo XIII, fue clave en la educación de la "niña prodigio". "Su ascenso coincidió con un momento histórico favorable en el que las mujeres boloñesas disfrutaban de mayores oportunidades de participar en la vida pública, como mecenas de organizaciones benéficas y artísticas", explica a Harper’s Bazaar la experta Vanessa García-Osuna. Ese caldo de cultivo, trufado de marchantes y aristócratas que demandaban obras continuamente para decorar sus propiedades, permitió que su padre la instruyera –algo que solo sucedía con los hijos varones– y que Lavinia pudiera desarrollar su profesión con éxito. "Fue pionera en dirigir su propio taller en el que abordaba no sólo los géneros considerados tradicionalmente femeninos –bodegones, miniaturas y pequeños retratos–, sino también grandes retablos para iglesias y paisajes".

retrato de lavinia fontana
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Retrato de Lavinia Fontana.

El segundo escándalo llegaría a los 25 años, cuando contrajo matrimonio con el pintor de origen noble Gian Paolo Zappi, que trabajaba en el estudio de su padre. La joven ya era una figura conocida en toda Italia, así que impuso varias condiciones para aceptar la propuesta: que pudiera seguir dedicándose a la pintura y trabajando en el taller familiar, que no aportara dote y que conservara su apellido de soltera. Zappi no solo aceptó un trato increíblemente transgresor y excepcional, sino que juntos fraguaron uno de los primeros ejemplos de conciliación de la historia al dejar su marido de lado su carrera profesional para asistir a Lavinia en sus obras y quedarse en casa cuidando de la familia. La artista tuvo once hijos, de los que solo la sobrevivieron tres. García-Osuna corrobora lo infrecuente del acuerdo: "Él fue un aliado para su carrera: le ayudaba a conseguir clientes y se encargaba de pintar detalles del fondo de los cuadros –una tarea que a menudo se encomendaba a los asistentes–. Que la esposa trajera el sueldo a casa y el marido trabajara como ayudante en el estudio era insólito".

jesús aparece a maría magdalena lavinia fontana
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El último de los escándalos liderados por Fontana llegó en 1595, año en el que está fechada una de sus pinturas más celebradas: Venus y Marte. Por aquel entonces las mujeres tenían prohibido pintar figuras desnudas y temas mitológicos, y la italiana se atrevió a adentrarse en el inhóspito terreno del erotismo retratando a la diosa Venus y al dios Marte en los instantes previos a una infidelidad. Fue, de nuevo, la primera. Señalan los expertos que la obra, que puede disfrutarse actualmente en el madrileño Palacio de Liria, seguramente estuviera cubierta por una cortina para proteger la mirada de "viejas o niños". El cuadro fue atribuido durante siglos al artista Paolo Veronese, más tarde a su hijo Carlo, y hubo que esperar a los primeros años de este siglo para que se hiciera justicia con su verdadera autora.

minerva, 1613, by lavinia fontana
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Minerva, 1613.

Tras la muerte de su padre, cuando ella tenía 50 años, el papa Clemente VII la llamó para que se convirtiera en la pintora oficial de la Santa Sede, labor que siguió desempeñando con Paulo V. Su popularidad no palideció durante los últimos años de su vida: continuó recibiendo encargos, sobre todo de arte sacro, y también tuvo el honor de ser la primera fémina en ser admitida en la prestigiosa Academia San Lucas de Roma. "Lavinia demostró, no solo un indiscutible talento artístico, sino también una gran ambición profesional", concluye García-Osuna. Lavinia Fontana murió en la capital italiana en 1614, con 61 años. La historiadora Elizabeth Lev sostiene que la artista "consiguió lograr todo que lo quiso" y lo resume con tres palabras que empiezan por la misma letra: "fama, familia y fe".

lavinia fontana
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’Retrato de la Familia Gozzadini’, 1584.