Casi 400 años después de su muerte, la obra de Sofonisba Anguissola (Cremona, 1532) todavía no está completa. Como tantas otras veces ha sucedido con el trabajo de mujeres artistas, la mayoría de sus cuadros han sido atribuidos a hombres, postergando en el olvido a una de las más virtuosas creadoras del Renacimiento. Así que todavía hoy se lucha por hacer justicia a la italiana y asignarle los cuadros que durante siglos fueron concedidos a contemporáneos como Tiziano, Sánchez Coello o Juan Pantoja de la Cruz. Así ocurrió con uno de sus más famosos retratos, el de Felipe II, tan excelso como para figurar en los libros de historia de varias generaciones de alumnos, pero cuya autoría no se reparó hasta la década de los noventa.

Nacida en el seno de una familia noble pero venida a menos, fue su padre, ávido de que alguna de sus seis hijas triunfara y sustentara a la familia, quien se empeñó en que recibieran una esmerada educación artística. Sus ínfulas de grandeza fueron satisfechas por el talento innato de la mayor, Sofonisba, que pese a ser casi autodidacta acabaría haciéndose un nombre por toda Europa gracias a sus retratos y al talento como relaciones públicas de su padre. Hasta el mismísimo Miguel Ángel o el papa Pío IV quedaron deslumbrados por su virtuosismo con el pincel. La casualidad quiso que el duque de Alba descubriera su obra y se la llevó a la Corte para ser dama de compañía de Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II, y a quien enseñó dibujo. El amor compartido por las artes y la música hizo que se convirtiera en su favorita.

sofonisba anguissola la pintora renacentista que no pudo firmar sus cuadros
Heritage Images//Getty Images
’Retrato de Felipe II’, 1565.

Pero Sofonisba Anguissola se negó a renunciar a su condición de autora y sus retratos y autorretratos, tan temperamentales como tiernos y bondadosos, gustaron tanto en la Corte que incluso llegó a convertir al pintor oficial del rey en un mero copista de sus obras. No recibía dinero por sus retratos ni firmó la mayoría de ellos. "La gran transgresión que comete Sofonisba es ser pintora en un momento en el que una mujer no podía serlo", explica a esta revista Pilar Vicente de Foronda, doctora en Bellas Artes y experta en género. "Tu destino en aquella época era casarte y pertenecer a un señor… Por eso ella era ‘la italiana que pinta’, no una pintora. Esa sutil diferencia que siempre nos acompaña a las mujeres".

Su carácter transgresor también se dejó notar en el aspecto personal, contradiciendo las costumbres de la época y los deseos del rey al casarse tarde –casi con 30 años– y con quien ella quería. Lo hizo en 1571 con el noble Fabrizio de Moncada, que falleció solo ocho años después en su velero tras ser atacado por unos piratas. Hasta entonces, y pese a la muerte prematura de Isabel de Valois, Felipe II la había obligado a quedarse en palacio cuidando de las infantas y pintando. "Habla muy bien de ella que consiguiera manejarse entre todas las intrigas de la Corte. Tuvo que ser muy inteligente y hábil para poder sobrevivir a los celos de ser la dama de Isabel de Valois y convertirse a su vez en la pintora que hacía todos los retratos de la familia real. Imagino que a Sánchez Coello, que era el pintor oficial, tuvo que dolerle mucho que le pusieran a esa ‘señoritinga’ de maestra", añade De Foronda.

sofonisba anguissola la pintora renacentista que no pudo firmar sus cuadros
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’Retrato de la reina Ana de Austria’, 1573.

En uno de sus viajes a Cremona se enamoró del capitán del navío, el noble genovés Orazio Lomellino, considerablemente más joven que ella. Se casó con él pese a que Felipe II no aprobó el matrimonio y disfrutó del último tercio de su larga vida entre Génova y Palermo, ya con su propio taller. Vivió más allá de los 90 años, siendo visitada y retratada en su vejez ya medio ciega por admiradores de la talla de Anton Van Dyck e inspirando a una nueva generación de pintoras como Lavinia Fontana.

Letizia Ruiz, directora de la Galería de las Colecciones Reales, dijo de ella que les "dio a todas las artistas que van a venir después el paraguas protector y un espejo donde mirarse". Al menos en aquel tiempo Anguissola sí pudo disfrutar del estatus de artista célebre y respetada que, décadas después, le negarían los libros. Hubo que esperar hasta el año 2019 para que el Museo del Prado, dueño de varias de sus mejores obras, le dedicara una exposición. Para Pilar Vicente de Foronda, esta deuda histórica con las mujeres artistas sigue lejos de estar saldada: "Seguimos sin dar relevancia a las mujeres que han realizado algún hito en su vida por falta de voluntariedad política. Aunque hayamos cambiado mucho, el sistema sigue teniendo una capa de misoginia muy importante y hay quien considera que no es necesario". Habrá que seguir esperando para conocer por fin la obra completa de Sofonisba Anguissola.

sofonisba anguissola la pintora renacentista que no pudo firmar sus cuadros
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’Partida de ajedrez’, 1555.