Hay una escena al principio de la película de 1999 dirigida por Anthony Minghella, El talento de Mr. Ripley, en la que el personaje de Jude Law, Dickie Greenleaf, le pregunta al Tom Ripley de Matt Damon cuál es su talento, a lo que el fraude más famoso de la literatura responde: "Falsificar firmas, decir mentiras, hacerme pasar prácticamente por cualquiera". Sin embargo, hay otro talento esencial en Tom para engañar a los que le rodean haciéndoles creer que es uno de ellos: su savoir-faire a la hora vestir.

La moda es de vital importancia para Tom, tanto en la novela de Patricia Highsmith como en las adaptaciones posteriores, incluida la película de 1999, pero también la adaptación de 1960 con Alain Delon, A pleno sol, y la última versión en blanco y negro de Netflix, Ripley, protagonizada por Andrew Scott. El estilo de la película de 1999 —los polos, pantalones blancos y zapatos náuticos de Jude Law, los bikinis de cintura alta, las camisas caladas y las faldas campesinas de Gwyneth Paltrow— sigue siendo hoy un referente para los diseñadores (en su momento le valió un Oscar a la diseñadora de vestuario Ann Roth).

preview for Ripley - Official Trailer (Netflix)
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Matt Damon como Tom Ripley en la famosa adaptación de Anthony Minghella

Y aunque el personaje de Matt Damon está ciertamente al corriente del mundo de la moda, carece de los medios para acceder a ella del mismo modo que los demás personajes: tiene una camisa que lava todas las noches, una chaqueta de pana raída que Dickie se ofrece a sustituir y un par de zapatos de vestir que tiene que llevar a la playa. En muchos sentidos, la película se esfuerza por subrayar que, aunque Tom es bueno en lo que hace, no es lo bastante bueno; al fin y al cabo, Dickie, Marge (Paltrow) y Freddie Miles (Philip Seymour Hoffman) se lo imaginan. Sin embargo, es con la moda como consigue moverse en estos círculos. De hecho, es así como accede a ellos en primer lugar, habiendo tomado prestada una chaqueta de Princeton para un recital de piano cuando se encuentra por primera vez con el padre de Dickie, que lo confunde con un estudiante y le ruega que traiga a casa a su hijo descarriado.

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Gwyneth Paltrow, Jude Law y Matt Damon en la película de 1999

En la novela, Tom está obsesionado con su ropa y se pasa horas tocando las camisas y chaquetas de Dickie o las joyas de su tocador, diciendo que eso "le recordaba su existencia". Las gafas le sirven para alternar entre personajes, como un Clark Kent villano y Superman, mientras que su decisión de llevar las zapatillas de terciopelo y los anillos sello de Dickie después de haberlo asesinado (alerta de spoiler), advierte a Marge y Freddie de que algo no va bien.

La moda es utilizada a menudo por los antihéroes de la literatura como una importante herramienta de su arsenal para engañar. Son las "hermosas camisas" de Jay Gatsby —tan hermosas, que hacen llorar a Daisy en El gran Gatsby—, pero que simbolizan su extrema riqueza a través del ascenso social; Scarlett O'Hara, de Lo que el viento se llevó, se viste con un par de cortinas viejas para intentar (sin éxito) engañar a Rhett Butler y hacerle creer que tiene una buena posición económica después de la Guerra Civil; y el reloj Rolex, las gafas Oliver People o las zapatillas Nike de Patrick Bateman, que le permiten pasar desapercibido como psicópata entre la élite de Manhattan en American Psycho.

"Cuando la gente copia el estilo de otras personas, está intentando alienarse con ellas."
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Christian Bale como Patrick Bateman en American Psycho

Pero los estafadores y embaucadores no sólo utilizan la ropa para hacerse pasar por otros en la ficción. Anna Delvey, la llamada "falsa heredera", que engañó a Nueva York haciéndole creer que era de la alta sociedad alemana, utilizaba prendas de diseño como señuelo para ocultar el hecho de que no tenía dinero y no pagaba nada. La chica de las gafas de montura ancha de Celine no podía ser una estafadora, ¿verdad? Mientras tanto, la convicta Elizabeth Holmes —la universitaria que abandonó sus estudios para fundar Theranos, una empresa que afirmaba detectar enfermedades a través de una sola gota de sangre—, se inspiró en Steve Jobs al vestirse con su uniforme de jersey negro de cuello alto para ser tomada en serio por los grandes de la tecnología y el mundo en general.

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TIMOTHY A. CLARY//Getty Images
Anna Delvey en el tribunal con sus famosas gafas de montura gruesa

"La forma en la que nos vestimos afecta, hasta cierto punto, en cómo nos ve la gente, aunque depende del contexto", explica el Dr. Dion Terrelonge, psicólogo especializado en moda. "Se trata de una cuestión de alineación y de cómo encajamos en las expectativas de la gente. Nos gusta pensar que no juzgamos a los demás por lo que llevan puesto, pero lo hacemos. No es necesariamente un juicio negativo; se trata de interpretar y clasificar. Nos ayuda a navegar por el mundo".

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CNBC//Getty Images
Elizabeth Holmes con su característico polo negro

La diferencia está en si usas ese poder para el bien o para el mal. "Cuando uno lleva una prenda de ropa que se relaciona con un tipo de persona, un estilo de vida o un comportamiento determinados, lo más probable es que adopte esas características", explica el Dr. Terrelonge. "Cuando la gente copia el estilo de otras personas, está intentando alinearse con ellas y con su estilo de vida. Es la forma abreviada de decir: 'este es el tipo de persona que soy yo'".

Para los estafadores, es "finge hasta que lo consigas" o "vístete para el trabajo que quieres". Como dice Tom en su discurso final de la película: "Pensé que era mejor ser un don nadie falso que un don nadie de verdad".

Vía: Harper's BAZAAR UK