La Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) alerta: la gran mayoría de las personas (8 de cada 10) que intentan perder peso no lo consiguen. Quizá duermen mal, se alimentan peor, están estresados, equivocan conceptos... o todo a la vez. Hablemos de los conceptos. Por ejemplo, ese que cree que si algo es light no engorda. ¡Error! Ponte en situación. Quizá alguna vez te haya pasado como a mí, que haciendo la compra a toda velocidad, has metido en el carro unos yogures con un 0% grande y claro y sólo al llegar a casa, al mirar la etiqueta por puro aburrimiento, te has percatado de que "tiene cantidades inapreciables de grasa" pero 20 gramos de azúcar. Veinte gramos, como veinte soles. Como cinco terrones de azúcar. Cinco. Por poco que hayas leído la prensa en los últimos cinco años, te habrás enterado de que tal cantidad de azúcar no sólo no hace 'ligero' un preparado lácteo, sino que lo convierte en una bomba productora de grasa corporal. La coach nutricional Itziar Digón lo explica: "Cuando la industria alimentaria extrae la grasa del alimento original resulta un nuevo alimento que nos resultaría incomestible por su sabor y textura. Por ello añade azúcares para generar un nuevo alimento que nos resulte atractivo", apunta. Y ese azúcar, por muy light que quiera ser el yogur, nos hace engordar. "Cuando comes un dulce o un yogur muy azucarado, por ejemplo, la subida de azúcar es inmediata y comienza una 'cadena terrorífica' a nivel metabólico. El páncreas se ve obligado a generar mucha insulina que bloquea la sensación de ansiedad por lo que se come más cantidad y el hígado acaba convirtiendo este exceso de azúcar en grasa", aclara la coach nutricional (914025184 / itziardigon.com)

Segundo mito: La grasa es el enemigo número 1 de la dieta
Sí y no. La grasa mala, sí. Hablaremos de esto después porque, primero, cabe aclarar que el enemigo público número 1 es el exceso de azúcar. Sobre todo, porque no sólo es azúcar el del azucarero. Leer el etiquetado resulta de gran ayuda ya que el azúcar, en la industria alimentaria, recibe otros nombres. Por ejemplo, todos aquellos terminados en “osa” (glucosa, sacarosa, fructosa, dextrosa, maltrosa u otros), además de otros como jarabe de maíz, miel de caña, jugo de maíz, siropes… Sólo existe un azúcar bueno y necesario: el que proviene en gran medida de frutas, verduras y hortalizas. También nos aportan azúcares necesarios las legumbres y los cereales naturales. Y, aunque en cantidades muy pequeñas, también lo obtenemos del resto de alimentos. No en forma de zumo, por cierto. Al tomar fruta o verdura entera estamos aportando fibra y la rapidez con la que sube el azúcar en sangre es más suave porque la fibra ralentiza su absorción.
Ahora hablemos de la grasa: Si te pones a dieta o no quieres engordar, tienes que borrar de tu menú todo rastro de las llamadas grasas 'malas', es decir, las saturadas (fritos, mantequilla, embutidos). Por contra, es bueno consumir las llamadas 'buenas', o sea, monoinsaturadas y poliinsaturadas, que protegen frente a enfermedades coronarias, participan en la síntesis de vitaminas liposolubles, aumentan la sensación de saciedad de cada comida, ingeridas junto con azúcares de absorción lenta ayudan a mantener los niveles de insulina estables. Y cuyo único punto débil es que aportan más calorías que los hidratos de carbono y las proteínas, por lo que se tienen que consumir con moderación. En la dieta de adelgazamiento es bueno tomar grasas buenas porque son saciantes y nutritivas. ¿Cómo es la mejor forma? Un puñado de frutos secos naturales entre horas, unas semillas en guisos o ensaladas, un chorro de aceite de oliva crudo de la mejor calidad, guacamole con crudités.

Tercer mito: La siesta engorda
Si has comido una paella con bien de cerveza y de postre helado, sí, claro. Con siesta o sin ella, ese tipo de alimentación te hará engordar. Sin embargo, el sueño es uno de los grandes aliados del proceso de pérdida de peso. La explicación es sencilla, pero mucha gente no la conoce: "Cuando no se duerme bien, la leptina, encargada de la sensación de apetito saciado, baja; la grelina, estimulante del apetito, sube", explica Carolina Muro, directora de la Unidad de Nutrición de la Federación Española de Industrias de la Alimentación (FIAB), que advierte: “Los expertos recomiendan dormir como mínimo 7 horas diarias para no alterar los mecanismos biológicos, vigilar la tolerancia a la glucosa y el balance energético. A partir de ahí, con cada hora de sueño adicional, se reduce en un 36% el riesgo de sufrir sobrepeso”.

Cuarto mito: Para adelgazar, cósete la boca
Ojo con eso. Si eres comedora emocional, debes estar vigilante y no hacer ayuno que después se transforma en compulsión. "Hacer tres comidas importantes y dos tentempiés a lo largo del día, nos permite adelantarnos al hambre física para evitar el hambre emocional", explica Digón. Pero no sólo eso. También es importante no pasar muchas horas sin comer por una cuestión física: "Cuando pasas mucho tiempo sin comer, se activan unas alertas en el organismo que hacen que empieces a ahorrar energía acumulando grasa proveniente de cualquier exceso calórico, ya que el cuerpo no sabe cuándo le vas a volver a dar alimento y se quiere proteger. Además, bajan tus niveles de glucosa en sangre y el hígado tiene que segregar glucógeno, lo cual dispara los niveles de insulina y esta hormona aumentada en sangre es una de las razones que te mantiene con sobrepeso", explica Gema Cabañero, experta en estética antiaging. La Dra. Paula Rosso añade un último motivo: "Después de estar mucho tiempo sin comer, el hipotálamo tarda más en detectar la sensación de saciedad, lo que nos lleva a ingerir grandes cantidades de alimentos y aportar muchas calorías innecesarias".

Quinto mito: ¿Quieres perder peso? ¡A correr!
No siempre. Si el problema de peso es importante, antes de intentar salir a correr hay que bajar un poco para no poner en peligro las articulaciones. Mientras tanto, lo ideal es hacer pesas. ¿Por qué? Porque para adelgazar hay que hacer aquel ejercicio que sea realmente efectivo para subir la temperatura basal, responsable de quemar calorías. Dicho de otra forma: a más tejido muscular, más calorías quemadas. Eso es así: el tejido muscular consume calorías. Y sólo se crea tejido muscular poniendo a prueba la musculatura con pesas. Al terminar la sesión de ejercicios de musculación, tu cuerpo se pondrá a trabajar para reparar el tejido muscular. Es la llamada etapa de "poscombustión", gracias a la cual tu metabolismo seguirá acelerado durante horas después de que termines el programa. Del siete al doce por ciento más durante por lo menos quince horas, lo que equivale a 600 calorías adicionales quemadas.