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Puede que te sientas apático, que no te apetezca hacer planes, que visites con más frecuencia la despensa de la comida o que estés mucho más susceptible. Puede entonces que tengas ansiedad. La ansiedad se manifiesta sobre todo en épocas en las que estamos sometidos a mayor presión, cuando un problema nos preocupa en exceso y las responsabilidad terminan siendo nuestro único pensamiento.

Desde las situaciones familiares hasta las del trabajo, pasando por las amistades, las parejas incluso algo que parece tan poco significativo como la decoración de tu hogar. Absolutamente todo lo que te rodea puede causarte niveles de ansiedad altos sin que te estés dando cuenta. Por eso te enseñamos a continuación algunos de los comportamientos más típicos de las personas que padecen este trastorno que afecta, tanto a nuestra salud emocional como también a su expresión física.


Los comportamientos y síntomas más comunes de la ansiedad

Influye en la toma de decisiones

    La función ejecutiva de tu pensamiento, que es la que se encarga de la toma de decisiones, puede debilitarse o verse apagada como consecuencia de la ansiedad. Cuando esto sucede no eres capaz de tomar decisiones, sino que te dejas llevar por tus rutinas y hábitos.

    No permite reflexionar con claridad

    La función reflexiva, esa capaz de hacerte cuestionar los hechos y pensar sobre ellos, también puede apagarse. En este caso tu imaginario procesa los pensamientos como si fueran realidades fácticas, es decir, puedes llegar a creer que un resultado que parece favorable es el mejor o que uno desfavorable puede ser ineludible.

    Repercute en el estado físico

    Sientes que te falta el aire, notas como el corazón va a mil por hora, te cuesta respirar, sudas más de la cuenta, crujes tus dedos con mayor frecuencia o tienes un tic en el ojo que no desaparece. Sí, la ansiedad también causa sentimientos físicos que asocian los acontecimientos con amenazas. Es decir: reaccionas de forma exagerada sin darte cuenta y sientes que cualquier situación puede ser un peligro para ti. Consecuentemente, tu físico lo manifiesta mediante gestos y actos inconscientes.

    Deforma la realidad

    Esto se denomina capacidad para crear pensamientos mágicos. Es decir: todo es maravilloso o todo es un desastre. Los pensamientos mágicos hacen que sientas que el éxito está asegurado, obstaculizando la predicción precisa del resultado e impidiéndote actuar o realizar alguna actuación eficaz, que te ayude a solventar el problema.

    Al mismo tiempo provoca que a veces no aceptes hechos que no estás preparado para afrontar. Puede que creas que algunos son un engaño y no existen, aunque sean realidades objetivas para todos. Del mismo modo, ante esta incapacidad de tomar decisiones y de deformar la realidad, es posible que si tienes ansiedad creas que no necesitas tomar ninguna decisión, porque sientes que ya estás protegido.

    Nos lleva a posponer la toma de decisiones

    Cuando se sufre ansiedad la toma de decisiones se hace un mundo, pero en ocasiones incluso se genera una situación de tanto estrés que la elección a tomar se pospone hasta último minuto y con retraso o, todo lo contrario: es instantánea, impulsiva y no se medita en absoluto.

    Evita el compromiso

    Ni una decisión ni la otra. La conformidad es uno de los síntomas más evidentes de las personas que sufren ansiedad. Ante el temor de tomar una decisión errónea, directamente se omite el decantarse.

    Deja que otros decidan por ti

    Como consecuencia de esta incertidumbre ante la toma de decisiones, son otros los que eligen por ti. La ansiedad impide ver las cosas claras y te hace sentir tan pequeño e indefenso que dejas la elección a manos del resto para evitar posibles y futuras consecuencias que tu decisión podría haber provocado.

    Crea inseguridades

    A menudo a las personas con ansiedad se les dice que no piensan en los demás. Se encuentran tan agobiados que no son capaces de ver más que por ellos mismos. Cuando una situación no está siendo agradable, los hechos no se ven con claridad y cuesta más tomar decisiones. Pero esta falta de empatía es precisamente la que te lleva a permanecer al margen de cualquier decisión. Cansado de escuchar que solo piensas en ti, prefieres, directamente, no participar en ninguna toma de decisiones.