La pandemia supuso un antes y un después. En todos los aspectos. También para la salud mental. El confinamiento tuvo graves consecuencias emocionales, llevo a la población a un lugar oscuro en el que antes había estado. El pasar esta compleja situación en solitario, la imposibilidad de salir a la calle o de reanudar la rutina marcada provocaron un cóctel de sensaciones y emociones que en muchos casos hicieron que los miedos aflorasen y que los episodios de estrés o depresión se hicieron evidentes, afectando directamente a la autoestima, entre otras cosas.

Una situación atónica que también provocó que muchas personas pusieran nombre a lo que estaban padeciendo. Afecciones hasta el momento desconocidas, debido al estigma de la sociedad, a los tabúes sobre salud mental, y que como consecuencia de lo sucedido en 2020 empezaron a tener peso y nombre. "Es cierto que, a raíz de la pandemia y de que personajes públicos han dado visibilidad al tema, se ha ido quitando el estigma sobre lo que supone ir al psicólogo", cuenta Patricia López, CEO de Psicontigo, clínica especializada en psicología para adultos, niños y parejas, que cuenta con su propio podcast de psicología.

Según la Encuesta europea de salud difundida en 2021, tras la pandemia había 2,1 millones de personas con un cuadro depresivo, el 5,25 % de la población mayor de 15 años de toda España. 230.000, con depresión grave.

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Salud mental
La clave es ser consciente de cómo nos encontramos, bucearnos por dentro y tomar conciencia

A pesar de que el camino a recorrer sigue siendo largo, los avances logrados en estos últimos años son notorios. La salud mental comienza a ser un tema que, aunque de forma tímida, se despoja cada vez de más tabús y se incluye en múltiples conversaciones del día a día. En muchos casos, sino en la mayoría, el problema sigue siendo, como bien apunta López, "el desconocimiento que uno mismo tiene ante esta situación".

    Aceptar que estás en un momento complicado, que a pesar de no saber qué es lo que te sucede, la situación puede contigo, es el primer paso. "La clave es ser consciente de cómo nos encontramos, bucearnos por dentro y, muy importante, tomar consciencia", apunta la psicóloga. "Muchas veces la mejor opción una vez somos conscientes es pedir ayuda a un profesional ya que ni mucho menos estamos obligados ni debemos encontrar los recursos siempre para afrontar según qué situación o emoción", recalca.

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    Lo que hay que hacer en estos dos ámbitos (familiar y educativo) es actuar y no tanto hablar de ello

    Lograr que en un futuro próximo dedicamos horas a cuidar la salud mental y tratar las enfermedades mentales como ya sucede con las patologías físicas requiere de cambios. El ámbito familiar y el educativo son los grandes pilares. Patricia López va más allá y apunta a que lo que hay que hacer "es actuar y no tanto hablar del tema". ¿Ejemplo? "Cuando un niño nos expresa su malestar emocional, lo que no debemos hacer es invalidar esa emoción con un: "no te preocupes" o "a mí me pasó lo mismo", "no es para tanto", "es una tontería, se te pasará". Hay que escuchar, entender y enseñar a abrazar nuestras diferentes emociones", resalta.