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El momento de entrar en la cama, arroparse y poner una serie de fondo puede ser uno de los preferidos o uno de los más odiados. Si bien la comodidad y el momento de relax es enormemente placentero para algunos, para otras personas puede llegar a ser incluso motivo de nervios los minutos previos a entrar en la habitación.

Pocas cosas son tan frustrantes como no ser capaz de dormir. Moverse demasiado, el ruido de otras habitaciones, la reflexión del día con la almohada o, simplemente, focalizar nuestra energía en obligarnos a dormir. Esto último es precisamente uno de los síntomas de la ansiedad por dormir, un trastorno que afecta a una gran parte de la población. Las personas con ansiedad por dormir son incapaces de pensar en otra cosa que no sea su atención plena por conciliar el sueño. Y esto, precisamente, es el obstáculo de su descanso, que puede derivar incluso en somnifobia.

¿Qué es la ansiedad por dormir?

La ansiedad por dormir nace como fruto del estrés –ya sea por una situación concreta o por el trabajo, conocido como estrés laboral– y se acentúa en los días previos a una fecha importante. Puede también generar pensamientos negativos en torno a la idea de quedarse dormido y no despertarse al día siguiente o simplemente no hacerlo las horas suficientes. Pero, ¿qué hacer cuándo ejercemos demasiada presión sobre el sueño?

5 pautas para reducir la ansiedad por dormir

Incorpora en tu rutina prácticas como la meditación

Focaliza tu energía en pensar otras cosas. Busca entretenimientos que te calmen como el yoga, la meditación, música relajante o la lectura. Intenta que tu cerebro desconecte de la necesidad de dormir y que sea algo automático, nunca forzado.

Reduce el uso de dispositivos tecnología

Olvida el ordenador y desconecta el wifi del móvil. Es habitual usar los dispositivos tecnológicos mientras uno está acostado pero el scroll o una conversación entretenida puede engancharte durante horas, impidiéndote conciliar el sueño. "Cuando queremos parar, ya ha pasado demasiado tiempo y se nos reducen las horas totales de sueño efectivo. Si el ciclo no se detiene y se repite de manera constante, el cuerpo empieza a fallar en sus funciones. La cuestión es que un mal descanso repercute al día siguiente durante la vigilia. Somos menos productivos, menos eficaces y más peligrosos al realizar algunas acciones como conducir", explica el Dr. Leonardo Biolatto, especialista en Auditoría Médica y en Medicina Familiar y Ambulatoria.

Desconecta de tus tareas

La to do list. Puedes anotar tus tareas en una agenda y así antes de ir a dormir no pensarás en ellas ni tendrás que organizarlas desde la cama. La angustia que te genera el desorden mental te impedirá también conciliar el sueño.

Evita el consumo de ciertas bebidas

Aunque la cafeína tenga múltiples beneficios, intenta dejarla de lado a partir de las seis de la tarde. Ni té, ni café, ni cualquier otra bebida energética. Todo lo que interfiera en tu sueño debe estar alejado. "La cafeína ejerce un efecto dosis-dependiente; a medida que aumenta su consumo se incrementa el estado de vigilia y disminuye la continuidad del sueño. Debido a que la cafeína es un estimulante, la mayoría de personas la toman por la mañana para permanecer alerta durante el día. Es importante anotar que la cafeína no puede reemplazar el sueño, puede hacernos sentir más alerta temporalmente al bloquear en el cerebro las sustancias químicas inductoras del sueño y al aumentar la producción de adrenalina", cuenta el Dr. Estivill, Neurofisiólogo, Neuropediatra y Especialista Europeo en Medicina del Sueño.

Acostúmbrate a dormir la siesta

Si realmente a pesar de seguir estos consejos no eres capaz de conciliar el sueño, entonces tendrás que recurrir a una pequeña siesta para que tu productividad no se vea alterada. Dormir durante un máximo de 30 minutos es recomendable para recobrar energía y tener la sensación de haber descansado. Las 'Power Nap' o sientas cortas hacen que nos concentremos más en nuestras tareas, recobrando la energía, reduciendo el estrés y minimizando, al mismo tiempo, los errores que podríamos realizar como consecuencia del cansancio prolongado.

"Es importante entender que se trata de siestas cortas y no de un sueño prolongado y profundo, debido a que en este punto será difícil despertar con la agilidad que necesitamos para continuar. La idea es desconectar por un máximo de 30 minutos para relajarnos y permitir que el cerebro se desestrese. Después de practicar las 'Power Nap' veréis cómo mejoran las funciones mentales, se amplía la habilidad de aprender nueva información y retenerla de forma más efectiva, se reduce el riesgo de sufrir un ataque al corazón, se controla la presión sanguínea, se estimula la creatividad, los reflejos y el estado de ánimo", explican desde el Instituto del Sueño.