Historias del Kronen fue el bombazo literario de 1994. Finalista del Premio Nadal, fue llevada al cine y se convirtió en la historia de culto de la Generación X. Detrás estaba José Ángel Mañas, un escritor novel al que el éxito pilló por sorpresa. No le quedó más remedio que desaparecer de la escena, y ahora, casi tres décadas después, es uno de los autores más prolíficos e importantes del panorama nacional.

Desde hace años, Mañas alterna la novela histórica con la ficción contemporánea, buscando entender el pasado y el presente. Ahora, presenta Berenguela, un libro que cierra su trilogía sobre la Reconquista, una mujer que fue reina de Castilla un único día antes de abdicar en su hijo Fernando III el Santo y que ha quedado relegada en la historia en favor de su hijo y de su padre, Alfonso VIII.

¿Por qué eligió a Berenguela como protagonista del libro que cierra su trilogía sobre la Reconquista?

    Me había propuesto montar novelas sobre las tres principales batallas. En Covadonga parecía claro que tenía que ser Pelayo, en la batalla de Simancas dudé entre Ramiro II y Fernán González y opté por este porque era una figura que suena mucho y no se conoce. En esta tercera quería ir a las Navas de Tolosa, y como ya había tenido dos hombres de protagonistas, busqué una mujer. Piensas en Alfonso VIII que vence la batalla o Fernando III el Santo que acabará conquistando Jaén, Córdoba y Sevilla. Y entre medias está Berenguela, que es la hija de Alfonso y la madre de Fernando. Sabía que había abdicado en su hijo y pensaba que iba a ser en principio un punto de vista, que sería una mujer entre resignada y frustrada que había tenido que pasar la corona a su hijo, tenía una idea modelada por la historiografía clásica. Y me encontré con un animal político, una especie de Terminator. Ella no es como Juana La Loca, sino como Isabel la Católica, una triunfadora que supo jugar muy bien sus cartas y el resultado es que su incidencia es importante hasta tal punto que lo suyo con Alfonso IX es una especie de 'Guerra de los Rose'. En ese juego político entre los dos, ella le va a barrer de la historia. Es listísima, una diplomática excelsa, una política avispada que consigue sus objetivos. Su éxito es tal que 800 años después Castilla y León siguen juntos. Berenguela fue una mujer educada para gobernar.

    Ser mujer fue para ella un obstáculo a la hora de mantener la Corona de Castilla, y su figura ocupa menos líneas en los libros de texto que las de Alfonso VIII, Alfonso IX de León o su hijo Fernando. ¿Es partidario de ese movimiento revisionista que busca recuperar esas figuras femeninas en parte silenciadas en los libros de Historia?

      En este caso me he encontrado con ella sin quererlo, no era el objetivo, lo raro es que no haya 40 novelas de ella. Sus éxitos son logros políticos consistentes y rotundos. Su figura me ha impuesto mucho respeto, es muy brillante, hay una parte de suerte, como todos los grandes triunfadores. Por ejemplo cuando el matrimonio se anula, Alfonso IX va a apostar por su primer hijo con una mujer anterior, que también se llama Fernando, y ahí Berenguela tiene la suerte de que este heredero muere y solo quedan las mujeres. También va a tener la suerte de educar personalmente a su hijo, que es una cosa singular en la época.

      ¿Cree que la novela histórica goza de buena salud en nuestro país?

        Creo que sí, que hay mucho y salen cosas muy buenas a diferencia del cine. En los últimos estrenos hay títulos como Oppenheimer, Napoleón… el cine español no acaba de apostar por lo histórico. Mi ciclo histórico arrancó en 2017 con el 'procés'. Yo no había visto banderas españolas en Madrid jamás y me dio por entender qué era el país, y me puse a hacer estas novelas que en el fondo son novelizaciones, no invento nada, cojo los personajes e interpretas la emoción, pones tu arte novelesco a su servicio. Me fijé en estos tres momentos de la Reconquista, en tres momentos delicados históricos. Y con Pedro J. había arrancado recreando el año 1936 día a día en El Español. Casi siempre he buscado grandes hitos de la historia de España, y al ser de origen castellano y asturleonés he buceado en su historia.

        ¿Qué es lo que más disfruta a la hora de escribir novela histórica?

          Te obliga a leer con mucho detalle y disfrutas de todos los viajes. Vas a Las Huelgas, Valladolid, vas a Toro y ves dónde estaba la casa de Alfonso IX, esos escenarios, disfrutas mucho más del país en general. Despiertan mucha atención esas visitas, ver la tumba de Berenguela, o el museo de telas medievales que tiene su almohada y su pellote, estás atento a los detalles y maximizas la atención, eso es muy bonito. Cuando lees los documentos y las crónicas, lees de otra manera, un detalle descriptivo te llena de gusto, enriquece la atención. Yo tengo también una trayectoria larga y tienes que sorprenderte y sorprender a los lectores, que se encuentren con propuestas nuevas. En un momento dado sentí que se me había agotado la veta del realismo y tiré a la novela histórica, aunque ahora volveré al realismo. Me gustan los retos.

          jose angel mañas
          Asís G. Ayerbe
          José Ángel Mañas, autor de Berenguela.

          ¿Es un proceso muy diferente al de sus novelas contemporáneas? ¿Tiene la sensación de desdoblarse como escritor?

            Sí, quizás es una cosa más natural de lo que pensamos: Tolstoi pasaba de Anna Karenina a Guerra y Paz, Galdós de sus novelas contemporáneas a las históricas, que eran los Episodios Nacionales. Yo siempre digo que a veces miro a la realidad de frente y otras por el retrovisor, muchas veces para entender lo que pasa en el presente. Pero sí tengo la sensación de que cuando me pongo el uniforme de novelista histórico pienso de otra manera, y cuando me pongo el de novelista realista tengo otra actitud ante la vida. Uno va más a museos y al turismo más cultural, y otro va a pasearse por los sitios más canallicas y a los bares. Y mis referentes son de cine, como Hitchcock y Scorsese, quizás en el cine lo visualizamos como más natural y en novela tendemos a encasillar. Ahora tengo la sensación de haber cerrado un ciclo y creo que con otra novela medieval me repetiría.

            Su nombre pasó a la historia con Historias del Kronen, con veintipocos años su novela se convirtió en todo un símbolo, dio nombre a una generación de escritores de la que formaba parte. ¿Cómo vivió ese éxito siendo tan joven?

              Pues mal porque no estaba preparado. Me salté todos los escalafones, no conocía ni entendía el juego al que había que jugar y cometía muchas torpezas. Era como un elefante en una cacharrería, no sabía tratar a la gente, y fue prematuro. Yo no estaba socialmente preparado para afrontar ese éxito, tenía 22 años, tuve que irme unos años. Eso fue la parte negativa, y la positiva es que aquel éxito me ha permitido escribir desde entonces. A veces miro en la Wikipedia mi nombre y digo 'Ostras, he escrito mucho, y eso se lo debo a ese éxito'. Le estoy muy agradecido, la gente me dice que si me cansa Historias del Kronen y no puede cansarme, no tengo derecho a que me canse, ni quejarme. Gracias a ella estoy aquí todavía. Y soy muy consciente de eso.

              ¿En qué dirías que ha cambiado más la industria editorial desde aquel éxito?

                Un montón, es otro ritmo, otra manera, la comunicación, la prensa… antes bastaba con que te sacara TVE, El País y El Mundo. La gente sabía que el libro estaba ahí y ya pasaban tranquilamente por la librería. Ahora es una jungla. Hay miles de títulos y es tremendamente difícil, tienes que estar en todas partes, hay muchos medios. Y luego creo que muchos estaríamos de acuerdo en que se publicase menos y durasen más los libros, los periodistas, los escritores… los lectores. La gente no entiende por qué hay tantos títulos, se multiplican los títulos y el mercado mengua, hay más competencia. Hace 50 años el ocio se llenaba leyendo o tocando el piano. Ahora hay muchos eventos sociales y las redes sociales también han hecho mucho daño a la lectura. Una de las explicaciones de la proliferación de títulos es que antes un editor tenía 10 escritores y cada uno te vendía 10.000, pero hoy esos diez escritores te venden cada uno mil. El editor ¿qué hace? Publico 100. Tengo la sensación de desesperación, no sabes dónde va a caer el éxito y siembran miles de títulos. Y esperan a ver qué pasa. Dicen 'Uy ese libro lleva 20.000 ejemplares, ¡coño! ¡La sombra del viento!'. Hay más factores, pero ahí nos ha tocado, sobrevivir.

                Aunque Historias del Kronen es la más famosa, ¿sería capaz de elegir alguna como su favorita?

                  Es verdad que las últimas tienes la sensación de ir cogiendo empaque. Me gusta mucho La vida de bar en bar, y de las tres de la trilogía Berenguela es la más redonda. De cuando era joven Ciudad rayada o La literatura explicada a los asnos. Hay un momento que solo vas pensando en lo siguiente. Eso también ha cambiado, en un mundo con menor producción, había más sensación de permanencia. Pensabas un día llegaré a mis obras completas y las reordenaré y reescribiré como hizo Pla. Pero ese concepto está fuera de lugar ahora. Las novelas de fondo, esas novelas que estaban al fondo de las librerías y permanecían años y años, las de García Márquez, Juan Marsé, Delibes… ahora eso no existe. Todo se ha afeado y la precariedad también afecta al mundo de la edición. Es realmente difícil y las redes sociales son una actividad muy cronófaga, chupa mucho tiempo, espacio y atención. Como las series, antes se veía una por semana, y ahora te pones dos por día. La gente manda 400 Whatsapp al día para estar pendiente de todos sus amigos, ve dos series y luego 20 minutos antes de dormir, lee. Y por esos 20 minutos de atención estamos compitiendo miles de autores. La pérdida de influencia del libro está clara. Pero sigue siendo un mundo muy bonito y la gente letrada tiene su encanto. No se puede decir que los escritores tengan gran influencia en el sentido de que presentan una propuesta y la sociedad la acoge y la comenta. Ese tipo de interacción se da cada vez menos, a niveles de un éxito masivo. Houellebecq todavía tiene esa influencia en Francia y quizás es de los últimos que yo vea. Antes era más habitual pero ahora hay una pérdida de influencia en general de los escritores.

                  Como lector, ¿qué le pide a un libro?

                    Que me conmueva, que me llene y que sea sincero, que sea hermoso, muchas cosas.

                    ¿Cuáles están ahora en su mesilla?

                      Estoy leyendo los cuentos de Oscar Esquivias y El chico de las flores también me ha gustado mucho. Soy un poco omnívoro, también estoy leyendo a Emilio Gancedo, ha sacado Barrio Húmedo, cuentos que suceden en ese barrio de León a través de diferentes momentos de la historia.