"El 11 de enero de 2023 la cantante colombiana Shakira convulsionó al mundo entero con la letra de una canción: 'Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan'. La onda expansiva de tal afirmación tuvo más alcance que la de una explosión nuclear: agitó a las madres del colegio, resquebrajó juntas directivas, subió las cifras en contratos laborales, lo petó en los grupos de WhatsApp y se estampó en tazas, gorras, camisetas, chapas y sudaderas". También se convirtió en el título de un libro cuyas páginas comienzan precisamente con la cita anterior. Yolanda Domínguez recogió el testigo de la artista de Barranquilla escribiendo Las mujeres facturan: el dinero también es cosa nuestra (Sine Qua Non), un ensayo que, lejos de ser un tratado sobre economía, pretende poner encima de la mesa un tema que se toca mucho menos de lo necesario. "Está escrito para que sea accesible para todo el mundo, especialmente a las chicas jóvenes. Es lo que me hubiera gustado leer a los 15 años para aprender a relacionarme de otra forma con el dinero y saber lo importante que es y cómo gestionarlo", cuenta la autora a Harper's Bazaar.

Para ella, que una mujer con la repercusión global de Shakira pronuncie esta frase en una canción causa un impacto mucho más importante que anecdótico. "Es un tema invisibilizado. Las mujeres no hablamos de dinero, no decimos públicamente ni que lo tengamos ni que lo queramos tener". Su libro pretende sacar este asunto de las sombras apoyándose en datos, estudios, entrevistas (a la presidenta del Banco Europeo de Inversiones Nadia Calviño, entre otras) y un componente fundamental: la relación cultural y los estereotipos relacionados con las mujeres y el dinero.

¿Por qué crees que a las mujeres todavía nos cuesta tanto hablar de dinero? ¿Por qué sentimos vergüenza e incluso miedo?

Porque nos coloca en un lugar que culturalmente no nos pertenece, que no ha sido creado para nosotras. Los hombres están mucho más habituados a hablar de dinero, incluso de cantidades altas. Ante la ley, hombres y mujeres tenemos los mismos derechos, pero hay que darle mucha importancia también a lo cultural y ver por qué en la realidad todavía no existe esa igualdad.

Esto nos perjudica, por ejemplo, a la hora de negociar nuestro sueldo o pedir un aumento. ¿Cómo podemos evitar sentimos mal por pedir lo que nos corresponde?

Las compañeras con las que hablo coinciden en que el momento de negociar sus honorarios les genera mucho conflicto y siempre se ponen en el peor escenario: "Van a pesar que soy muy cara, que quién me creo que soy, me van a decir que no...". Esto tiene que ver con que tradicionalmente hemos sido personajes secundarios y no hemos estado bien valoradas a nivel profesional. Muchas ejecutivas y coach repiten en sus charlas de liderazgo eso de "Cree en ti misma", pero es que es muy difícil creer en ti si no tienes referentes y relatos que hayan normalizado que tú puedas pedir determinada cantidad de dinero o manejar grandes sumas. Es más, cuando una mujer obtiene un ascenso o es premiada enseguida se convierte en sospechosa y en objeto de crítica. Se nos ha educado para buscar la aprobación de los demás, ser las buenas y seguir las normas, por lo que nos cuesta ponernos en el lugar de protagonistas y encima ser criticadas por ello. En la ficción, por ejemplo, las mujeres poderosas siempre son las malas de la historia.

Se nos sigue diciendo que está feo hablar de dinero. ¿Cómo cambiamos esto o establecemos, por ejemplo, una conversación con una compañera de trabajo acerca de su sueldo?

Ayudaría mucho darle visibilidad en los medios de comunicación para que se normalice y se deje de ver como algo negativo. Para que si sacas el tema con tu compañera de trabajo te mire raro o te encuentres con que nadie te apoya. Se podría hacer una serie o un documental también que hable de dinero, de cuánto cobran las mujeres, de cómo son las negociaciones o de por qué es importante la educación financiera. Esto último es fundamental, pero no hablo de clases de macroeconomía, sino de finanzas personales: por qué es importante ahorrar o invertir o qué son los gastos hormiga y por qué tenemos que tener cuidado con ellos.

Las mujeres facturan: El dinero también es cosa nuestra (Sine Qua Non)

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Crédito: DR

¿En España nos cuesta más aún hablar de dinero que en otros países?

Sí, también hay un factor de cultura local. El propio concepto de dinero tiene una connotación bastante negativa porque lo hemos visto asociado siempre a negocios sucios, a delincuencia, a esa idea de poder, de amasar una fortuna sin ningún tipo de sentido. Y yo creo que también hay que hablar del dinero como un vehículo para conseguir cosas, mejorar tu vida o dotar de calidad a tus proyectos.

Dices en el libro que a las mujeres no solo nos han educado para no preocuparnos de gastar dinero, sino que además nos han enseñado a dejárnoslo en ropa y cosméticos.

Nos venden que todo ese gasto es para nuestro cuidado y no es así. Habría que empezar a desactivar todo ese marketing de la industria de la moda y la belleza y empezar a ver lo que hay detrás: niñas que empiezan a tener problemas de piel porque son muy jóvenes para ciertos tratamientos. Hacer este trabajo de manera individual es poco efectivo: hay que hacerlo desde los medios de comunicación y desde las escuelas. No podemos recibir miles de mensajes para gastar y ninguno para producir dinero ni para ahorrar o invertir.

También abordas en Las mujeres facturan el trabajo de cuidados y del hogar que realizamos las mujeres y que no está remunerado. ¿Cuál es la solución?

La parte fundamental pasa por la corresponsabilidad, los cuidados no pueden recaer solo en las mujeres y ahí es vital la implicación de los hombres. No como una ayuda, sino como una forma de acometer la responsabilidad que les toca. Tiene que haber un reparto equitativo de los cuidados y también ayudarían medidas como existen en otros países en los que, por ejemplo, si una mujer coge una baja laboral para cuidar, ese tiempo sigue cotizando de cara a la jubilación. O ayudas para que sea más fácil contratar servicios profesionales de cuidados y que las mujeres no tengan que renunciar a sus trabajos. Y, por supuesto, hay que educar a los niños en los cuidados: no hay juguetes de este tipo en los que aparezca la imagen de un niño en la caja. Es casi imposible exigirles cuando son padres a los 30 o a los 40 años algo con lo que no han tenido ningún vínculo a lo largo de su vida.

Cuéntanos más acerca de la violencia económica y por qué es importante visibilizarla.

Según los estudios es un tipo de violencia que afecta a muchísimas personas: es el tercer tipo de violencia de género. El dinero puede ser utilizado como una forma de control sobre las mujeres: cuánto gastas y en qué. Más aún si tienes que pedir dinero a tu pareja, eso te coloca en una situación de mucha vulnerabilidad. Se ve muy bien en la película Priscilla, que es una mujer que renuncia completamente a su vida laboral para ser la pareja de Elvis, que es el que gana dinero y termina por anularla acabando con todas las iniciativas laborales de ella. Esto ocurre mucho y se agrava si hay una separación porque has renunciado a una vida laboral, a unos ahorros y a ser un perfil interesante para el mercado. La violencia económica perjudica a la autonomía, autoestima y salud de las mujeres.

Es curioso porque se habla de mujeres mantenidas, pero tú le das la vuelta al concepto: las mujeres mantenidas no existen porque con sus cuidados son ellas las que han mantenido el bienestar de los hombres.

Claro. Gracias a que hay mujeres que renuncian a su vida laboral y se dedican a cuidar, hay hombres que pueden salir a trabajar porque cuando lleguen al hogar lo van a tener todo hecho: la casa limpia, la nevera llena y la cena hecha. Ahí también estamos poniendo sobre la mesa la importancia de los cuidados dentro de la economía. El concepto de mujeres mantenidas es totalmente erróneo porque distorsiona la realidad.

¿Algún truco que hayas puesto en práctica, en tu día a día, a raíz de escribir el libro?

Pedir más. Esta idea de no pidas porque van a pensar mal de ti, que a mí me ha acompañado durante toda la vida, se me está quitando. Me he dado cuenta de que pides y te dicen que sí a las cosas. La gente no se asusta ni se lo toma mal. La herramienta más efectiva y más fácil que podemos empezar a poner en práctica es pedir más.

Tres consejos para que las mujeres empecemos a mejorar nuestra economía.

Lo primero, mirar el dinero. Lo segundo, pedir más. Y lo tercero, formación financiera.

yolanda dominguez las mujeres facturan
dr