Hay que estar un poco loco para participar en dos carreras de 10 kilómetros en menos de un mes. O al menos eso pensaba tras cruzar la meta de #werunbcn, donde sobreviví a varios contratiempos mientras me prometía insistentemente que ni una más. Pero los caminos del deporte son inescrutables y el pasado sábado me encontré a mi misma corriendo por las calles de Estocolmo, junto a otras 5.000 mujeres, en lo que hasta día de hoy es la carrera más bella y emocionante de mi escueto curriculum como corredora aficionada.

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Es cierto que la tendinitis de mi rodilla sigue dando guerra y que además, gracias a esto, llevaba más de un mes sin entrenar (mi marca de 58 minutos, lejos de los 35 de la ganadora Frida Lundén, lo atestigua), pero disfruté más que nunca de este deporte exigente. Tomar la salida tras un concierto de Icona Pop, un recorrido idílico alrededor de uno de los lagos de la capital sueca, un atardecer imponente y una temperatura lejana al actual infierno español convirtieron esta experiencia en única.

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Antes de tomar la salida ya había disfrutado de lo que me atrevo a llamar el paraíso de cualquier corredora: una carpa con diferentes servicios (peluquería, masajes, estiramientos, bar…) instalada por Nike en el centro de Estocolmo y que estuvo abierta durante todo el fin de semana para el uso y disfrute de todas las participantes. Porque lo cierto es que esta carrera fue tan sólo el pistoletazo de salida a un fin de semana redondo.

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La última cita del NTC Global Tour (este año ha pasado por ciudades como Moscú, San Francisco o Tokyo) reunió a alguna de las mejores entrenadoras del mundo, desde Marie Purvis a Traci Copeland, quienes durante el domingo ofrecieron cinco imponentes master classes: Yoga frente al lago, baile nocturno o decenas de sentadillas al ritmo de Beyoncé. A todas ellas ellas, junto a los 10 kilómetros del sábado, culpabilizo de mis agujetas actuales en músculos de los que ni siquiera conocía su existencia.

En resumen, me llevo un recuerdo inolvidable de este fin de semana deportivo, en el que he conocido a mujeres inolvidables, y en el que he descubierto que aunque no lo parezca, siempre se puede.