El verano, sofocante y luminoso, comienza a pensar en su retirada mientras nosotros recibimos la llegada de Las Perseidas y, casi seguidamente, los primeros atisbos del otoño. En el arte, la estación más calurosa del año ha inspirado, desde siempre, a numerosos autores, ya que nadie se queda impasible ante los estímulos del estío cuando este hace acto de presencia.
Y antes de que el periodo estival se marche a dormir hasta que le toque regresar de nuevo, nos damos un paseo por algunas obras pictóricas que, en diferentes épocas y movimientos, repasan las múltiples caras del verano.

1. Paseo a orillas del mar, Joaquín Sorolla (Postimpresionismo español, 1909)

Painting, Art, Watercolor paint, Visual arts, Acrylic paint, Illustration, Modern art, Paint, pinterest

Un soleado día del verano de 1909, dos mujeres vestidas de blanco se pasean al atardecer por la orilla de la playa de La Malvarrosa, en Valencia, mientras la brisa marina mueve sus ropajes. Ellas son la mujer y la hija mayor de Joaquín Sorolla, quien plasma el momento en esta famosa obra del pintor valenciano, universalmente conocido por su habilidad para captar la luz de su tierra natal. La escena, repleta de vitalidad y color, nos hace percibir el viento ondulando los vestidos, la luz del Mediterráneo y sus tres colores protagonistas: el azul del mar, el tostado de la arena y ese perfecto blanco que solamente Sorolla supo conseguir.

2. Summertime, Edward Hopper (Realismo, 1943)

Blue, Photograph, Standing, Street fashion, Fashion, Architecture, Dress, Photography, Window, Building, pinterest

Conocido como el pintor del silencio, Hopper emociona con su obra plagada de figuras solitarias, paisajes enigmáticos y la impresión de estar ante la imagen de historias contenidas, de una realidad congelada. Su trabajo ha sido inspiración constante para grandes cineastas y es fiel testigo del Estados Unidos de comienzos del siglo XX, convirtiéndose en un emblema para aquellos que vieron más allá de lo que el estilo de vida americano parecía ser. En Summertime somos espectadores de esa soledad del hombre contemporáneo, un cuadro en el que la luz juega un papel primordial que, acompañada por la sensación de calma que parece inspirar la figura femenina en la escalera, nos invita a disfrutar del momento tal y como parece hacer la protagonista.

3. Summer, Giuseppe Arcimboldo (Manierismo, 1563)

Produce, Still life photography, Still life, Fruit, Natural foods, Conifer, Christmas, Toy, pinterest

Arcimboldo es descrito como un artista excéntrico y de gran talento, ya que sus pinturas planteaban algo radicalmente nuevo para su época, y no fue hasta algunos siglos después cuando su obra fue valorada, especialmente por los surrealistas, quienes actualizaron sus modelos. El sistema para crear sus insólitos bodegones antropomorfos consistía en utilizar una mezcla de diversas figuras para construir otra, en este caso consigue el rostro de su 'verano' a través de plantas y frutos típicos de esta época del año. Este cuadro que desafía la racionalidad pertenece a una serie llamada 'Estaciones' en la que están representados también el otoño, el invierno y la primavera.

4. El quitasol, Francisco de Goya (Romanticismo, 1777)

Human, Art, Watercolor paint, Victorian fashion, Paint, Artwork, Painting, Art paint, Illustration, Vintage clothing, pinterest

El Quitasol es, probablemente, uno de los cartones para tapiz más conocidos de Goya, en él se ve a una elegante joven protegida por una sombrilla verde que sujeta un majo, y en el mandil blanco de la figura femenina, un perro descansa acurrucado . El óleo es un canto a la juventud y al galanteo del momento en el que la chica parece ser cortejada por el muchacho que la acompaña. El artista se inspiró en la sociedad aristocrática y acaudalada de su época para realizar este tipo de escenas costumbristas en las que plasma fielmente, aunque de manera algo idealizada, aquello que ve.

5. Les Meules, fin de l'été à Giverny, Claude Monet (Impresionismo, 1890)

Painting, Rock, Hut, Landscape, Hay, Watercolor paint, Mountain, Art, pinterest

Los almiares, o pilas de trigo, son una imagen recurrente en las pinturas de Monet. Los pintó a diversas horas del día y en distintas épocas del año con el objetivo de explorar la diferencia de color, luz y proyección de las sombras en cada uno de ellos. Monet fue un gran retratista del instante, no pintaba lo que veía, sino cómo lo veía. Por ello, este tipo de series aparecen también en otros temas como la Catedral de Rouen, los álamos o los nenúfares. Es en estos cuadros lleva al máximo la abstracción de la pintura y consigue destacar el detalle trascendiendo, así, los objetos. En Les Meules llega a captar esa luz del final de verano, cuando los días comienzan a acortarse y aparece la melancolía del otoño.