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Han transcurrido cuatro años desde que los administradores de la galería Marlborough anunciaron un cierre que, al final, no se llevó a cabo. Era 2020, y nos entristecían comunicando que cerrarían su sede neoyorquina. Sin embargo, aunque por entonces no se materializó la decisión, ahora todo nos parece indicar que las puertas de esta galería cerrarán de manera definitiva tanto en la Gran Manzana, como en Madrid, Barcelona, e incluso en la primera que abrieron bajo su nombre en 1946, la de Londres.

Tras 78 años deleitándonos con las obras de artistas internacionales de la talla de Mark Rothko, Lucian Freud, Jackson Pollock, Fernando Botero o Francis Bacon (artista con el cual se estrenaron en Madrid en 1992, el mismo año en el que el irlandés falleció), y acercándonos también el trabajo de otros referentes patrios, como Antonio López o Blanca Muñoz, sus responsables han anunciado que este junio de 2024 será la fecha en la que nos despediremos de Marlborough.

fernando botero marlborough
Pool LEFRANC US//Getty Images
Fernando Botero en la sede de Nueva York.

Los contratiempos para Marlborough comenzaron en 2020, durante la pandemia, cuando enfrentaron significativas pérdidas económicas y la partida de al menos dos de sus principales artistas, Paula Rego y Frank Auerbach. Ahora, ya anunciada su clausura oficial, ya sabemos que la empresa posee un inventario de más de 15,000 obras, valorado en aproximadamente 250 millones de dólares. Actualmente, Marlborough cuenta con 52 empleados en todo el mundo, y, aunque la mayoría serán despedidos de forma inmediata, algunos miembros del equipo continuarán trabajando durante un período para gestionar la devolución de envíos y asegurar la venta del inventario de la empresa que se pretende liquidar en los próximos meses. Parte de los ingresos se destinará a organizaciones sin fines de lucro que respaldan a los artistas.

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La historia de Marlborough nos deja tras de sí una de las improntas más relevantes del arte. En su día nació de la alianza de Frank Lloyd, un inmigrante judío, con Harry Fischer, un comerciante austriaco de libros. Fue creciendo, con el tiempo, y llegó a contar con la incorporación de David Somerset, quien más tarde se convertiría en duque de Beaufort. Ahora, tras casi ocho décadas al pie del cañón, toca decirle adiós. Y esta vez parece que va en serio.