Cuánto daño visual ha hecho ese tan americano concepto de ‘dama de honor’. Ya sabes, ese séquito de mujeres que rodean a la novia en su gran día y a las que esta ha puesto el modelito, generalmente rosa (o peor, ¡malva!) y de raso, como clónicos cupcakes brillantes. Algo parecido a esto:

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Por suerte, a veces aparecen en escena bodas que rompen con todos los tópicos establecidos y nos hacen creer, por un momento, que lo de añadir esa figura en nuestro gran día y a este lado del charco puede ser más cool que descabellado. Es el caso de la ceremonia a la que acudieron Mary Kate y Ashley Olsen el pasado fin de semana, inspirada, según han comentado algunos de los invitados en Instagram, en la estética de 'George Harrison al encontrar a Dios en India', ni más ni menos. Ellas, las gemelas más mediáticas de la industria, acudieron en calidad de damas de honor de su amiga, la diseñadora y DJ Cassie Coan.

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© Instagram @harleyvnewton.

Arropando a la novia, además de las Olsen, otras 16 mujeres completaron el ‘escuadrón’ de damas de honor, entre las que también se encontraban Harley Viera Newton (vestida de Valentino) o Sarah Staudinger, fundadora de la marca Staud. Lejos de imponerles un vestido igual a todas, Coan dejó que cada una brillara a su manera estableciendo solo una premisa: que hubiera muchas flores. Dicho y hecho.

Así, y aunque hay que reconocer que todas tomaron una buena elección, las gemelas Olsen lograron destacar sobre las demás llevando esa única petición de la novia a su tan peculiar terreno. Mary Kate se decantó por un mini vestido kimono de inspiración oriental y aires vintage, tan acorde con el estilo que suele mostrar en grandes eventos como la gala del MET, combinado con unos zapatos de tacón kitten destalonados y en verde, de Balenciaga; el estilismo lo coronó, literalmente, con una banda de flores que remataba un recogido de melena bajo. Por su perte, Ashley (de la que no podemos ver mucho en la foto) se mantiene fiel al negro demostrando que no hay ningún problema por vestirlo como invitada en una boda. ¡Ni siquiera cuando eres una de las (muchas, muchísimas) dama de honor!

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