Debbie Harry, la que fuera frontgirl de Blondie acaba de cumplir 70 años. ¡70!

Los comentarios -esos comentarios a los que se somete de forma martilleante y casi bélica a las mujeres-han sido más que favorables.

“¡Qué guapa está!” o “¡Está igual!”, son las exclamaciones que más se repiten ante su elegante estampa.

En un mundo en el que el rasero para juzgar a las féminas es el físico; en un mundo en el que cumplir años o ganar kilos se penaliza muy duramente… En este mundo caprichoso y sádico, hay consenso para valorar muy positivamente a Harry.

¿Por qué? ¿Qué envejecer tiene ella que no tiene por ejemplo Madonna? ¿En qué se diferencia de otras celebrities que se critican ferozmente por el imbatible paso de los meses y los días?

Practicaba el feísmo, y aun así resultaba insultantemente atractiva.

Analicemos el “Expediente Deborah Harry” desglosado en varios puntos porque merece la pena:

1.Es un hecho constatable a simple vista que está muy guapa. Y atractiva. Y elegante. Transmite una serenidad incluso sexual que rara vez se atribuye a las mujeres maduras.

2.No ha cambiado dramáticamente su morfología. Se ha arreglado -estirado, infiltrado o lo que fuere- y mantiene el mismo rostro armónico que le convirtió en mito erótico. Algunas artistas, en su empeño por lucir jóvenes (por ser aceptadas, en realidad) se deforman artificialmente; y lejos de parecer más jóvenes lucen como “viejas operadas” una suerte de tribu urbana con una estética a caballo entre lo marbellí y lo chusco, Miami y travesti tinerfeña, estrella de Hollywood y actriz porno. Quede bien claro que esta fascinante tribu jovial tiene una noción estética superior, un encanto colorista y alegre… y además, me encanta. Pero no es el caso de Debby.

3.La suya es una carrera admirable, coherente y digna de respeto. Nadie puede achacarle haber querido asumir roles que no le correspondían, y todo lo que ha abarcado, lo ha hecho con una solvencia increíble (desde estilismo hasta conferencias). Se ha lanzado sin temor a donde le ha apetecido.

4.Debbie Harry siempre ha sido algo más -mucho más- que una chica mona al frente de un grupo buenísimo. (Obvio aquí las referencias musicales porque dan para un nutrido artículo aparte).

Ella representa (siempre lo ha hecho) unos valores que trascienden a su propia imagen, y que refleja en su aspecto. Saltó a la fama en los 70, con el punk, y la suya era la imagen misma de la rebeldía y la inconformidad. Defendía como nadie la desobediencia, la ruptura de cánones culturales, artísticos, y también femeninos. Se presentaba en las fiestas en bragas y camiseta; se relacionaba con yonquis; trasnochaba; salía de juerga y bebía y fumaba… Era la bandera misma del “no future”, contestando entrevistas de forma políticamente incorrecta, haciendo declaraciones incendiarias… Es decir, Harry no era una chica mona ni correcta. Practicaba el feísmo, y aun así resultaba insultantemente atractiva. ¿Porqué? Porque traslucía algo más: Su cerebro. Y esa es la principal razón de su belleza: eterna, inmutable.

Está mal visto estar gorda, pero también hacer dieta.

CONCLUSIONES
La tiranía femenina que exige tanto no ha encontrado aristas reseñables en ella. Debbie ha demostrado ser invencible, inmune, inteligente. Ha sobrevivido en esa imposible línea que separa la dignidad de lo que se espera de una y la dignidad propia.

En esta (infra)cultura hipócrita en la que quedarse corta es tan pernicioso como pasarse, la artista ha encontrado un justo punto medio con su honestidad.

Está mal visto estar gorda, pero también hacer dieta; se ningunea a las mujeres que cumplen años, pero se mofan de quienes tratan de frenar su efecto; se asocia el éxito femenino conforme a parámetros de deseo sexual masculino, y no según lo agustito que está alguien consigo misma…

Por eso ella debería servir como estandarte para defender la imperfección, el derecho a ser díscola. Si el contenido está bien, el envoltorio está bien. La belleza de Debbie Harry, es producto de su hermosura intelectual. A mí me han entrado ganas de ser setentañera, no digo más.

Diana Aller escribe en Lo dice Diana Aller. En twitter: @Dianaller

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