No sé si se puede considerar superpoder, pero mi superpoder sería gestionar regular una primera cita. Tampoco es que haya tenido millones, la verdad, porque soy un poco reacia a hablar con gente que no conozco. A mí me gusta hacer amigos de fiesta, con la euforia, pero que luego se queden ahí, en ese garito en el que después de Queen pusieron una de Concha Velasco.

Ahora estoy en una etapa muy señora, que prefiero un vino y una charla a meterme en una discoteca y acabar en un after (porque si se sale, se sale a todo dar). Como dicen los cantantes con sus nuevos discos, que “están en una etapa más personal". Y no digo que esté madurando porque mis risas más sinceras siguen saliendo cuando se habla de caca.

Como persona que durante varios años su preocupación los lunes fue preparar el plan del próximo finde, he vivido miles de situaciones surrealistas de fiesta y tengo el móvil lleno de números de gente como "Vigués majo After", "Barbas 8 y medio" (por la discoteca...) o mi favorito "No sé cómo se llama esta pava pero es de Cáceres". En ocasiones sueño con hacer un grupo de guasap con ellos, preguntar qué tal y salirme del grupo por todo lo alto. Y que se hagan amigos, o algo.

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En ocasiones he dado pie a una cita con alguno de esos números aleatorios que guardé en el móvil y, spoiler, ninguno sigue en mi vida.

Una vez uno me llevó en nuestra primera cita a un festival de cortos. Hasta ahí guay. Luego me vi con él y todo su grupo de amigos a los que no conocía y estuve un 90% incómoda y otro 10% haciéndome pis porque el festival duraba mucho y el baño estaba lejísimos. Todo esto intentando que alguien lo llamase por su nombre porque no estaba segura de haberlo apuntado bien. No fue mal pero no volvimos a vernos.

Otra cita maravillosa que tuve fue con un chico muy apuesto, músico, con todo el rollazo que tiene un músico... Que no hacía otra cosa que reírse de todo lo que yo decía. En plan guay, que le hacía gracia. Pero no me contaba nada sobre él y yo me estaba desviviendo por hacer cómoda la situación y no estar en silencio. Después de varias cañas, a la hora de pagar, caí en que no tenía dinero en efectivo y en el bar no aceptaban tarjeta. Pasé la vergüenza de ser invitada (sí, me agobian estas cosas) y quedamos en que para la próxima le invitaría yo. Nunca ocurrió. Desde aquí, si me estás leyendo, pásame tu número de cuenta y te mando los dineros.

Por otro lado, una amiga me contó que su actual novia, en la primera cita, se llevó apuntados en el móvil temas de conversación. Y se iba al baño a mirarlos para crear debate. A mí eso me parece un detalle super cuqui. Todavía recuerdo aquellos tiempos en los que se hablaba de cosas que no eran OT. Bueno, en realidad no los recuerdo. Viva OT.

También tuve Tinder y os juro que le puse ilusión al principio, pero cuando vi que de las 4.000 páginas de las que era fan en Facebook sólo tenía en común con los pretendientes un restaurante de comida rápida... Como que me vine abajo. No exijo que tengamos todos los gustos en común del mundo, pero hubo una época de Facebook en la que estaba de moda hacerse fan de todo y si no coincidimos ni si quiera en la página de "Señoras que se ponen la bolsa de plástico en la cabeza cuando llueve" pues cómo voy a tener yo fe en las apps de ligar.

Es verdad que el ser humano es complejo pero a la vez es apasionante y aunque frustra no encontrar a alguien que te acompañe en este viaje que es la vida, creo que se aprende mucho por el camino.

También es verdad que este San Valentín la única cita que tengo es para hacerme un análisis de orina. Y bien temprano. Así que tampoco me hagáis caso.