En inglés se les llama late bloomers, flores tardías. Personas que triunfaron cuando ya habían dejado atrás la juventud. Cuando se habla de ellas, es habitual recordar que JK Rowling prácticamente vivía en la indigencia hasta escribió Harry Potter con 34 años; que Ray Kroc fundó la cadena McDonald's a los 54 años; o Julia Child no escribió su primer libro de cocina hasta los 50. En la moda, Vivienne Westwood abrió su famosa tienda Sex a los 36 años; y Vera Wang empezó a diseñar a los 40. Todos lograron el éxito cuando ya hacía tiempo que había dejado atrás los 20 años.

Sin embargo, si nos fijamos en otros, nos damos cuenta de que podemos sentirnos viejos incluso con menos de 30 años. Echando un vistazo a estos nombres es fácil creer que tu momento ya pasó: Mark Zuckerberg creó Facebook con 19 años; Kevin Systrom fundó Instagram con 26; Nick D’Aloisio creó Summly cuando tenía 15 años; y Daniel Ek tenía 23 años cuando cofundó Spotify.

Talentos precoces que encontramos más allá de las nuevas tecnologías. En la literatura y el arte también hay buenos ejemplos: Bret Easton Ellis escribió ‘Menos que cero’ a los 21 años, y los 27 publicó ‘American Psycho’; Picasso era literalmente un niño cuando empezó a pintar, por no hablar de Mozart.

Late bloomers Vs Talentos precoces. O lo que es lo mismo: ¿La edad importa a la hora de conseguir triunfar?

Según este estudio reciente, no. Para la investigación, los expertos analizaron las carreras de casi 3.000 físicos a partir de 1893 y concluyeron que ni la juventud es un plus para lograr el éxito ni los años de experiencia acumulados son garantía de conseguir un triunfo tardío. El trabajo más importante de un científico podría ser "tanto la primera publicación, como una hecha a mitad de su carrera o la última". La clave, según los resultados de este estudio, es sobre todo la productividad. Lo crucial no es ser joven y vigoroso, ni viejo y sabio, sino prolífico.

En esta otra investigación, de Funders and Founders, se ahonda en las razones por las que algunas personas podrían haber conseguido triunfar más tarde. Según su autora, las circunstancias vitales y familiares de algunos late bloomers fueron cruciales. Entre los ejemplos que señala, destaca que el padre de Paul Cézanne se opuso a que su hijo se dedicara al arte y eso, indica la autora del estudio, probablemente retrasara su formación; Joseph Conrad no habló inglés hasta los 20 años, de modo que quizá ese factor retrasara su momento de empezar a escribir su gran obra.

Sin embargo, otros estudios indican lo contrario: a veces la edad importa. En el deporte, el ballet y otras actividades físicas, sin duda es importante la juventud para conseguir triunfar en esos ámbitos.

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