Abrigos encerados de Barbour y botas Wellington. Cortinas, cabeceros, fundas de cojines y sofás recubiertos de estampados de flores. Paredes pintadas con motivos botánicos, marcos de espejos dorados, huerto propio en una gran finca y un paisaje de prados húmedos. Todo esto es parte de Thyme, un idílico refugio señorial en Cotswolds, propiedad de la familia Hibbert.

      Antes de convertirse en un alojamiento turístico, Thyme guardaba tras de sí una leyenda de fantasmas y apariciones que asustaba a sus propietarios cuando la adquirieron para vivir en ella, sin pretensión de convertirla en negocio. Sin embargo, este espacio ahora es uno de los destinos preferidos por los británicos para pasar unos días en la campiña, un lugar en el que, personalidades que adoran la vida lenta y los días que pasan despacio, como la royal Amelia Windsor, se dejan ver paseando por sus estancias, dándose un baño en su spa o comiendo, con un libro y sin apenas ruido, en sus restaurantes.

      thyme hotel costwolds amelia windsor
      @amelwindsor//Instagram

      Allí todo está pensado para el disfrute. Por eso cuenta con varios rincones ‘gastro’. El Ox Barn, como su nombre indica, era el antiguo granero de bueyes. Ahora es un restaurante que mantiene su esencia agrícola, pero presenta un menú contemporáneo de estacionalidad con ingredientes que provienen de socios locales y de las cosechas de las que se encarga el jardinero que cuida la finca. También, y aunque ubicado en el corazón del pueblo de Southrop, disponen de The Swan. En este último prima la comida casera elaborada con los ingredientes frescos de la granja de Southrop Manor Estate, que se trasladan hasta el mismo cada día.

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      Completando su oferta de restauración, Thyme también invita a disfrutar de la Orchid House, situada junto a su espectacular spa. Basa su carta en propuestas sencillas e informales, como ensaladas, gazpacho y sopa del día. Y, para poner el broche final y ocioso a cualquier velada, está el Bar Baa, un espacio elegante que, en palabras del alojamiento, se emplaza en sus estancias “para disfrutar de un café, un almuerzo y un periódico durante el día o un cóctel fresco por la noche”.

      Si en algo han querido hacer también hincapié los Hibbert al convertir este lugar en un reducto de calma esto es en sus 31 dormitorios. La naturaleza emerge en cada elemento de su decoración, y cada una de ellas se encuentra ubicada en casas o cabañas a las que se debe llegar por caminos que dan la sensación de sentirse en una aldea. Una base ideal para una oferta que se completa con su espacio wellness, el Meadow Spa, que distribuye sus tratamientos hasta en cuatro edificaciones diferentes. Más allá de su tranquila piscina, sus profesionales ofrecen la oportunidad de contratar servicios que van desde rituales botánicos de respiración guiada, pasando por masajes, hasta llegar a otras experiencias que ayudan a liberar la tensión y actúan como relajante muscular absoluto.

      Teniendo en cuenta todos sus atributos, y sabiendo que Amelia Windsor es experta en encontrar siempre los parajes donde más reina la calma, no nos extraña que recientemente haya decidido escaparse desde Londres a este espectacular enclave. Un destino cautivador cuyo storytelling bien merece la visita.