¿Tienes la certeza de que tu pareja es tu media naranja? A esto han intentado responder Stenhdal, Ortega y Gasset, Shakespeare, Leonard Cohen... En la historia de la literatura y de la filosofía se han escrito infinidad de páginas sobre ese sentimiento poderoso del ser humano. Y a pesar de todo, nos lo seguimos preguntando.

¿Cuál es la fórmula para una relación duradera? Preguntas incluso que hacen cuestionar cuándo es el momento para irte a vivir con tu pareja. Sin embargo, hay personas de todo tipo en lo que respecta al amor: desde los que se casaron al día siguiente de conocerse y llevan juntos 15 años, hasta los que recomiendan fórmulas matemáticas para resolver la ecuación amorosa.

La media naranja

Hay quienes están seguros de que han encontrado a su media naranja cuando se dan cuenta de que no conciben la vida sin esa persona: "Hice balance y me di cuenta de que, sin ella, todo sería peor. Nos complementamos, no estamos siempre de acuerdo y queremos ser las mejores versiones de nosotros mismos. Si eso no es una buena razón para casarse con alguien, entonces no sé lo que es". Hay incluso quienes deciden dar una segunda oportunidad al amor tras una ruptura o quienes tratan de volver a enamorarse de su pareja.

¿Amor o enamoramiento?

Mi vida sin ti no vale la pena, pero ojo con no estar obsesionado. Una cosa es el amor y otra cosa es el enamoramiento. Para aclarar este punto, recordemos primero a Stendhal y su Teoría de la Cristalización, que sostiene que el amor es un mero proceso alucinatorio por el cual proyectamos sobre la persona amada un sinfín de perfecciones ideales (que son lo que realmente nos despierta el amor). Sin embargo, Ortega y Gasset lo refutó: el amor no radica en ese fraude. Él separa separa ese sentimiento, profundo y místico, del enamoramiento.

Las relaciones que comienzan desde una amistad

Muchos piensan que la amistad previa es la raíz de la que brota todo: "Tenía 20 años en la primera cita con mi marido. Hacía tres que éramos amigos y decidimos jugar en broma a un juego de 'si no estamos casados en 30 años, nos casaremos entre nosotros'. Creo que eso nos hizo pensar al respecto y nos dimos cuenta de que nos gustaba la idea. Llevamos casados cinco años y aún parecemos dos adolescentes enamorados".

El Dilema de la Secretaria

Los hay mucho más pragmáticos, como Xianhang Zhang, el usuario de Quora que propone echar mano del Dilema de la Secretaria. Según él, esta teoría matemática te asegura una nada desdeñable probabilidad de éxito a la hora de escoger a la mejor pareja.

Zhang invita a aplicar en el terreno amoroso el mismo método de selección que pueden utilizar los de RRHH en entrevistas de trabajo: imagina que tienes, por ejemplo, siete (podrían ser X) candidatos. Debes elegir uno sobre la marcha, sin conocer a los que vendrán después. Para eso, desecha de forma automática a los dos primeros, anotando mentalmente todo lo bueno de cada uno. Cada virtud, cuenta como un punto, de esta forma, uno de los dos tendrá mayor puntuación. En los siguientes, quédate con el primero que logre superar esos puntos. Las posibilidades de que aciertes es francamente alta (cercana al 50%).

Eres lo que amas

El filósofo alemán Erich Fromm sostuvo que, al contrario de lo que se cree, lo difícil no es encontrar a quién amar, sino el simple hecho de amar. Amar no es fácil, dice, es un arte como otro cualquiera. Amar es tan complicado como aprender a tocar el piano.

Para conseguirlo, hay que ser generosos: lo importante es dar, no recibir. La esencia de ese pensamiento de Fromm se puede apreciar vivamente en esta escena de la película El ladrón de orquídeas.

No hay impostura

En el amor verdadero no puede haber impostura. O en palabras de Ortega y Gasset: "Según se es, así se ama". En el amor podemos encontrar cómo es realmente una persona y para eso tiene que haber libertad y respeto. Hay que amar a la persona tal cual es. Y así debes ser también amado.

Sólo podrás amar, si te amas a ti mismo

Esto no tiene nada que ver con el egoísmo, sino todo lo contrario. Según Fromm, quien ama a los demás se ama a sí mismo. Pero ojo, "si sólo amas a los demás, no puedes amar en absoluto". Las personas egoístas son incapaces de sentir amor por otros, pero tampoco pueden amarse a sí mismas.

La prueba de fuego

Ortega y Gasset da con ella: amas de verdad si consigues estar lejos ("a cien leguas") de la persona amada y, aun sin pensar en ella, sigues amándola. El amor definitivo no se deja romper por la distancia, si acaso mengua, "hasta convertirse en un finísimo hilo" que te une al otro y que en el reencuentro vuelve a su tamaño original. Esa es, dice, la verdadera prueba de que has sorteado toda cristalización, de que no estás perdido en un enamoramiento-embobamiento.

Las almas gemelas no existen

¿Y para qué has leído todo esto?

Fecha original del artículo: 2017.