Hoy el grupo Prada está algo indispuesto: la compañía ha registrado una caída en su beneficio del 27%, hasta los 331 millones de euros, su cifra más baja en los últimos cinco años. Razón: la desaceleración que ha vivido la demanda del lujo en Asia. Como era de esperar, la respuesta de los inversores ha sido contundente y el valor de Prada S.p.A. se ha desplomado un 7,6% en la bolsa de Hong Kong. Sus títulos europeos, los que cotizan en Alemania, también han caído con fuerza.

La crítica aplaude las creaciones de la milanesa y el público no las compra. Desde JP Morgan, el banco de inversión, apuntan: “Esperamos que 2016 sea otro año difícil para Prada (…) El entorno del sector de bienes de lujo es un reto y, en nuestra opinión, Prada está agravando esto con algunos problemas específicos de la marca”. En este contexto, el consenso de mercado no ha pasado por alto los desafíos que tiene el grupo italiano y desde que arrancó el año ha recortado su previsión de beneficio en más de un 10%, hasta los 350 millones de euros.

Prada reorienta su estrategia de distribución. La compañía optimizará su red de retail y racionalizará su espacio en tiendas. La directora financiera del grupo, Alessandra Cozzani, busca que la recuperación de Prada S.p.A. sea total de aquí a dos años.

La empresa potenciará su relación con plataformas de e-commerce como Mytheresa o Net-a-porter e impulsará su comunicación en redes sociales –Facebook, Twitter, Instagram y Snapchat– con el único objetivo de duplicar su negocio online para 2018.

A fin de reforzar su vínculo con el consumidor la sociedad prevé, entre las acciones concretas, redefinir el concepto de tienda de Miu Miu. El director de marketing estratégico del grupo Prada, Stefano Cantino, asegura que el lavado de cara se centrará en los canales de distribución y en la experiencia de compra.

Confiemos en que el diseño clásico y excéntrico de la firma y el valor histórico de la compañía no se vean mermados.