Una colcha antigua. Ese fue el punto de partida sobre el que la diseñadora nupcial Claudia Llagostera diseñó su propio vestido de novia. La había comprado en un anticuario para utilizarla en el vestido de una clienta, pero finalmente eligió otro tejido. "Mi marido la vio por el estudio y me dijo que era impresionante. Meses más tarde me pidió matrimonio y supe que tenía que partir de ahí", cuenta a Harper's Bazaar.
Y así fue. El 28 de mayo de 2022, la diseñadora y su marido, Jo, se dieron el 'sí, quiero' en Tarifa (Cádiz) y Claudia llevó un vestido creado por ella y su equipo a partir de aquella colcha. "No soy una persona indecisa para vestirme, creo que entiendo bien mi estilo, personalidad y lo que me suele favorecer. Por eso decidí olvidarme de todas esas presiones por mi trabajo y seguir mi instinto. Ser 'lo más yo' posible", confiesa al ser preguntada por las dificultades de diseñar tu propio vestido cuando estás tan contaminada por los que día tras día diseñas para otras mujeres. "Creamos mi vestido la semana antes de la boda. Creo que no existe un único vestido perfecto, podríamos haber creando 10 diferentes y todos me habrían encantado".
La diseñadora lució dos piezas: un vestido confeccionado en gasa de seda lleno de detalles de nidos de abeja y vainicas, y otro lencero y también apostó por dos pares de zapatos. Durante la celebración se decantó por las sandalias Bianca de Saint Laurent en blanco y luego las cambió por unas zapatillas Converse "para bailar hasta tarde".
Para rematar el look, Claudia eligió joyas de M de Paulet, firma española especializada en joyería para novias diferentes que no quieren recurrir a los grandes clásicos. En cuanto al peinado y el maquillaje, la diseñadora lo tenía claro: "Me puse en manos de Rebecca Martin, que es la mejor, somos amigas y me conoce a la perfección. Le pedí que pareciera que no me había pintado ni peinado", asegura.
La boda se celebró en el lugar en el que tenía que celebrarse: Tarifa. Allí fue donde años antes se conocieron Claudia y Jo. "Éramos amigos y, como se suele decir, ese amor de verano imposible. Eramos muy jóvenes y una relación Tarifa-Madrid nos parecía imposible. Pero con el tiempo todo se alineó y pudimos encontrar el equilibrio perfecto entre dos mundos tan diferentes". Por eso la boda no podía ser en otro lugar que el Tumbao en la Playa de Valdevaqueros, el lugar donde se conocieron y pasaron muchos de los momentos más especiales de su relación. No es un sitio en el que se celebren bodas y por eso la suya fue aún más única.
¿Qué consejo daría ella como diseñadora de novias a aquellas que busquen su vestido? "Que se dejen asesorar por su diseñador, que disfruten del proceso y que sean ellas mismas. Un vestido perfecto es con el que estás guapa, elegante y cómoda. La sonrisa es siempre el mejor complemento".
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