La diseñadora Sofía Delgado tarda una media de seis meses en diseñar los vestidos de novia de sus clientas. Para crear el suyo, sin embargo, solo invirtió tres semanas. "No tuve tiempo para darle muchas vueltas porque estábamos confinados. Por supuesto que en tu cabeza existe cierta presión y muchas ganas de hacer algo espectacular, pero creo que estaba tan feliz de poder casarme que la situación le restó peso a la decisión. Al día siguiente de la boda ya hubiera cambiado 30 cosas del diseño, pero ese día me sentí muy a gusto", confiesa a Harper's Bazaar. La diseñadora especializada en novias, que se define como perfeccionista e indecisa, se casó el 27 de junio de 2020 en Madrid con el "amor de su vida", Conrado. Se conocieron a los 14 años y después de un paréntesis de varios años volvieron a reencontrarse al terminar la carrera. "Y hasta ahora".
La diseñadora creó para el gran día un vestido con el que quiso potenciar su figura. "Siempre he tenido complejo de tener mucho pecho y quería algo que lo suavizara, pero marcando la silueta. Así que opté por un talle a la cadera, muy bajo para que no resultará 'antiguo' y una falda con mucho volumen que le daba el toque 'novia", explica. La novia completó un look nupcial que, según dice, es muy acorde a su estilo minimalista con un punto retro, con un velo corto con flores de organza de inspiración años sesenta. Como buena conocedora de las necesidades de una novia una vez pasa la ceremonia, Sofía añadió unas cintas en el bajo del vestido para que quedara tobillero y bombacho permitiéndole disfrutar con comodidad de la celebración y el baile.
La novia eligió un moño italiano muy cinematográfico para completar su look. "Nos inspiramos en de Gabrielle Anwar cuando baila ese tango inolvidable con Al Pacino en la película Esencia de Mujer. Siempre voy con el moño de bailarina sencillo y me apetecía cambiar. El reto era conseguir que resultara desenfadado como el suyo", asegura. En cuanto al maquillaje, quiso lucir un acabado natural y fresco acorde a la época del año y al lugar de la celebración: ella y Conrado se casaron en la Ermita de Nuestra Señora del Buen Camino (Aravaca, Madrid) y organizaron el banquete en la finca La Gaivota. "Me encantó que pudiéramos ir andando con nuestros invitados desde la Ermita. Además, la finca aún no estaba modificada para celebrar bodas, así que fue como casarme en el jardín de mi casa, que era la idea inicial", recuerda.
Además de unos pendientes que le prestó su suegra, la sortija de pedida en oro amarillo de Ansorena y el anillo de Inés Susaeta que le había regalado su marido, el último complemento que la novia lució fueron unos zapatos de colores de inspiración goyesca firmados por Manolo Blahnik. "Tenía clarísimo que me casaría con zapatos blancos como en los desfiles de los 90 de Karl Lagerfeld para Chanel, porque por aquel entonces todo el mundo se casaba con zapatos de color. Pero al no estar la tiendas abiertas por la pandemia, era muy difícil dar con un modelo que resultara elegante y el tiempo corría en mi contra. Un día, bicheando en la web de Manolo Blahnik, encontré unos mules de inspiración goyesca de mil colores y me lancé. Son mi gran tesoro a día de hoy", confiesa la diseñadora.
¿Qué consejo daría ella a las futuras novias? "Hay muchos tipos de novia, pero a las que le ilusione vivir el proceso de diseñar un vestido a medida les aconsejaría que buscaran alguien con quien se entiendan fácilmente, que comparta esa pasión de crear y se dejen guiar por su experiencia. Pero sobre todo que lo disfruten sin agobios, pasa volando y es un recuerdo precioso para toda la vida".
