Hay pocas personas ante las que se achanten públicamente las Kardashian, y dos de ellas son Tony Liu y Lindsey Schuyler. Para los neófitos en la materia: dos amigos afincados en Nueva York con amplia experiencia en el mundo de la moda, más conocidos como @diet_ prada. Cada vez que este dúo temido por diseñadores y marcas etiqueta en su famosa cuenta de Instagram a cualquiera de los miembros del clan, Kim y compañía se echan a temblar. Tanto respeto les tienen que son ante los únicos que han rectificado al ser puestas en evidencia por sus últimos escándalos virales a propósito de varios asuntos relacionados con la industria a la que azotan sin piedad Liu y Schuyler, demostrando así su enorme poder de influencia.

instagramView full post on Instagram

A Kim la tienen amargada por el supuesto acuerdo no reconocido que esta mantendría con varias firmas de moda de bajo coste (entre ellas Fashion Nova, con la que ya colaboraron anteriormente previo pago Kourtney o Kylie, y Missguided); Liu y Schuyler mantienen que Kim filtraría los diseños de archivo que viste últimamente a estas marcas -de Mugler y Jean Paul Gaultier, más concretamente, aunque denunciaron la misma operación con un modelo diseñado por Kanye West para su mujer- para que los clonen y los saquen al mercado al mismo tiempo que ella los estrena y se conviertan así en piezas tan chapuceramente replicadas como golosamente asequibles. Una teoría que no es nada descabellada teniendo el cuenta lo irrefutable de las pruebas con las que sostienen su teoría -capturas de pantalla que demuestran que las fotos para web de determinado vestido se hicieron días antes de que Kim se lo pusiera-. Tal y como han reconocido los propios Diet Prada a la edición estadounidense de Harper’s Bazaar “Kim piensa que este tipo de acuerdos valen la pena a pesar de que puedan acabar con su reputación en la industria porque su imagen es su principal fuente de ingresos. Seguramente ha creído que al no tratarse de propuestas actuales, y por lo tanto más fácilmente reconocibles, la cosa no era tan grave, y ha subestimado lo icónicos que son los diseños de un creador como Mugler”. Tras dar una serie de explicaciones más menos convincentes en Twitter (y denunciar a Missguided), Kim ha querido demostrar la buena relación que mantiene con Thierry y con la firma francesa que fundó en los ochenta tras aparecer con él en la inauguración de una restrospectiva inagurada en el Museo de Bellas Artes de Montreal.

Ahora bien, la ojeriza de Tony y Lindsey con las Kardashian, viene de lejos. Hace poco Kim borró una serie de Stories en las que mostraba su colección de blazers de Dolce & Gabbana tras el toque de atención de Diet Prada por seguir apoyando a una firma acusada últimamente de homofobia, plagio y racismo. Ya en 2017 detectaron el parecido razonable entre un vestido de Anthony Vaccarello para Saint Laurent con una propuesta de Good American, la firma de Khloé. Ese mismo año le sacaron los colores a Kim por emular a Beyoncé en una de las primeras sesiones fotográficas para promocionar los productos de su línea de maquillaje KKW Beauty; a Kylie la pillaron fusilando prendas de varias marcas -entre ellas una a la que le había pedido ropa gratis previamente- para su casi extinta línea de merchandising, además de hacer pasar como suyas las composiciones visuales de la artista Vlada Haggerty en el Instagram de Kylie Cosmetics; y se creó el fenómeno Kim de Garçons, al tiempo en que el matrimonio West/Kardashian lanzaba sus primeros diseños para niños bajo el paraguas de Kids Supply (una colección sospechosamente inspirada en una colaboración infantil de Comme des Garçons para Kosho & Co).

Lejos de olvidarse de ellas en los años posteriores, Tony Liu y Lindsey Schuyler apuntaron la innegable similitud entre las fotos de Kylie Jenner y Través Scott para una conocida revista masculina, y una famosa sesión de Jane Birkin y Serge Gainsbourg para Helmut Newton, y no dudaron a la hora de acusar a Kanye West de apropiarse descaradamente los conocimientos técnicos de un exdiseñador de Nike, actualmente al frente de la línea masculina de Givenchy, además de atribuirse la obra de la artista Rita Minissi para una de las campañas publicitarias de YEEZY. Por ambas causas, Kanye fue llevado a los tribunales.