Por qué viajar sola a los 30 es una buena idea
Con más experiencia, las ideas más claras y unos objetivos más realistas, el viaje en solitario adquiere una dimensión más completa pasados los 30.
Hace algunas décadas era casi impensable que una persona en la treintena se lanzara durante un mes o un par de meses a recorrer una parte del mundo en solitario, mucho menos si se trataba de una mujer. A las trabas de idioma, culturales, visados, etcétera, había que sumar las casi seguras imposiciones familiares, especialmente el cuidado de los hijos. Sin embargo, el cambio demográfico y la nueva realidad socioeconómica, con cada vez más mujeres siendo madres más tarde, reparto de tareas, una vida en pareja que no se entiende como una atadura… permite que sean más las que se lo puedan plantear, incluso siendo madres.
¿Por qué no lanzarse a una aventura en solitario más allá de los 30? En una época en la que rompemos tabúes un día sí y otro también, ¿por qué seguir anclados en la creencia de que ese tipo de viajes son solo para universitarios y descabezados? Del mismo modo, es un error creer que deben ser forzosamente al estilo mochilero, o que tienes que actuar de un modo determinado y disfrutar cada día como si fuera el último. De hecho, el viaje a esa edad es la mejor oportunidad para encontrarse a uno mismo, disfrutar con la madurez y la experiencia acumulada de las últimas tres décadas y, además, regalarnos la posibilidad de certificar que aún queda mucho por vivir.
Estas son algunas de las claves por las que no estaría mal que este verano, si ya pasaste de los 30, te plantees una ruta tú sola.
VER VÍDEO
Cristina Gutiérrez, la mejor piloto española
El nuevo documental sobre las actrices del destape
Las mujeres que alzan la voz por el feminismo
Mireia del Pozo, el feminismo español en la ONU