En su paso por España, Ernest Hemingway visitó Ronda, y el hechizo por la ciudad fue tan magnético que no tardó en escribir que sobre este pueblo, describiéndolo como uno de los más románticos que había visitado, el place to be patrio para celebrar "una luna de miel", dijo. Sea este el propósito de la visita o no, a Ronda está claro que hay que ir. El libro El Recetario de los pueblos más felices de España, de la Azucarera, lo sitúa en primer lugar en el ranking de las villas más felices de nuestra geografía. Y no nos extraña, pues los motivos por lo que lo llevan a estar en el podio son exactamente los mismos que podemos percibir nada más pisarlo: "la belleza del pueblo, el entorno natural... y su gente". Porque, ¡ay!, su gente. La sonrisa en la cara permanente, y esa chispa andaluza capaz de alegrarte hasta el peor de los días.

Es que Ronda es una joya montañosa de la provincia de Málaga que forma parte de esa ruta imprescindible de los pueblos blancos. Pero cualquier cosa que te puedan contar de ella es poco comparado con lo que ven los ojos al llegar. En en este lugar todo lo bueno se da cita: la historia, la cultura, y la belleza natural que posee se entrelazan, creando un escenario que parece sacado de un cuento. Un solo vistazo a su Puente Nuevo es suficiente para comprobarlo. Siendo uno de los símbolos más icónicos de Ronda, se yergue majestuoso sobre el Tajo, el profundo desfiladero que divide la ciudad. Basta con ir hasta allí, o verlo en la distancia desde el sendero del Tajo de Ronda, que ofrece una caminata inolvidable, un paseo idóneo para ir haciéndose a la idea del entorno que respira.

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Conocer un lugar es sinónimo de entrar en sus tiendas, de ver cómo pasan los días allí, de pasear y perderse. Y este enclave malagueño tiene multitud de callejones para hacerlo. Podemos recorrer su casco antiguo, un laberinto de calles empedradas y edificios históricos con encanto, plenos de iglesias y plazas. Sin embargo, a diez minutos a pie, se encuentra la famosa calle de La Bola. Es la más transitada, pero también es una entrada perfecta para sumergirse en tiendas y souvenirs, así como para probar la gastronomía local con vistas privilegiadas (apunte: La Taberna, en plena Plaza del Socorro, es un oasis para sumergirse en la cocina local).

Tras recorrerla de arriba a abajo, podemos ver la Plaza de Toros por fuera o entrar en su Museo Taurino para ver la relevancia que tuvo esta disciplina en su historia. Seas fan de la tauromaquia o no, allí se pueden ver los trajes de los toreros, así como diferentes artefactos empleados durante las corridas. Eso sí, el Palacio de Mondragón se erige como una parada obligatoria. Su arquitectura mudéjar-renacentista nos adelanta su historia: dicen que alguna vez fue hogar de la realeza árabe, y también vivienda de los Reyes Católicos; pero hoy alberga el Museo Municipal de Ronda. Sus elegantes patios y jardines invitan a pasear, mientras que sus exhibiciones cuentan la historia de la comarca y su evolución a lo largo de los siglos.

banos arabes ronda malaga
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Si hablamos de legado, entonces merece la pena pasarse por los baños árabes, construidos en el siglo XIII, impronta evidente de la influencia árabe de Ronda. Merece la pena ir, pues más allá de ser un espacio ideal para ver cómo transcurría la vida antes allí (era un espacio de reunión social y religioso, más que unos baños de relax) , este complejo es un remanso de bienestar.

andalucian houses in ronda atop the gorge
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Como broche final, el mirador de Aldehuela ofrece una vista panorámica que resume la magia de Ronda. Desde este punto, se puede contemplar el conjunto de la ciudad y su entorno montañoso, un recordatorio de por qué Ronda es uno de los destinos más queridos de Andalucía. Una panorámica ideal para añadir al álbum de fotos.