La columna que precede a esta se titula “Silencio”, y resulta paradójico (e inintencionado) que sea la penúltima que escribo aquí.

En febrero de 2015 me ofrecieron la oportunidad de narrar mis aventuras en Tinder y otras aplicaciones y portales de citas. Era un momento clave en mi vida, aún era un territorio poco trillado desde los medios (y más viniendo de una cuarentona deslenguada y sin pudor como yo), me unía al relanzamiento de una gran cabecera, y me dieron libertad para contar en primera persona. Esto último puede parecer una obviedad, pero os aseguro que no, no lo es.

Casi seis años de columna, con una constancia (preciosa palabra) que más que constancia era tenacidad. Lunes y viernes, sin falta, o con poquísimas excepciones. Una nimiedad para cualquiera que tenga por oficio escribir en medios; todo un hito para una bloguera ascendida a columnista.

Pero ha llegado el momento de decir ya está: esto ha sido maravilloso pero la salud me llama, y siempre vine aquí a divertir y a aconsejar, que para contar penas hay otros foros.

Estos meses en los que se ha hecho muy obvia la falta de regularidad he recibido muchísimos emails y mensajes en redes. Sois más bonicos que un San Luis. He contestado siempre que he podido y cuando he podido, emocionada de que aún hubiera lectoras y lectores desde los inicios, personas con las que he creado un vínculo solo por escucharles o solo por verse reflejados en mis historias. Estamos tan ensimismados en nuestro propio discurso que se nos olvida escuchar de verdad a quien tenemos al lado. A veces solo nos falta eso: que nos escuche alguien. Mucho mejor si no viene cargado con prejuicios.

A los famosos 15 minutos de fama de Warhol hoy día le sobrarían 14 (siendo muy generosos). Vivimos una época muy difícil, en la que la atención y los lazos son complicados de mantener, así que si después de tantos años aún hay quien me escribe, quien se preocupa porque no publico, me puedo considerar no ya famosa (¡qué pereza!) sino la más afortunada de las columnistas.

Sirva pues esta última para daros infinitas gracias por haberme leído y por haberme seguido. Mis redes (ojos y oídos) siguen a vuestra disposición.

Siempre vuestra,
Pepa Marcos

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Pepa Marcos – El amor en tiempos de Tinder