La actriz Millie Bobby Brown se ha convertido en un fenómeno de masas. Su papel en 'Stranger Things' le ha lanzado al estrellato, sus seguidores en Instagram superan los 8 millones de personas y su fortuna se ha estimado hace poco en unos 6 millones de dólares. ¿Lo que a todos nos impacta aparte de estos datos? Que tan solo tiene 13 años. Y no es que solo vista mejor que nosotras cuando teníamos su edad, sino que se expresa como una auténtica adulta.

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(Cabe preguntarnos si nos hubieran dejado en casa ver las Kardashian cuando teníamos 13 años).

¿Es algo que va con los adolescentes de hoy en día o es un caso aislado? Si nos fijamos, en la misma calle, las niñas que rondan los 12 y 13 años ya no visten como nosotras en los 90. ¿Recordáis cómo molaban nuestras camisetas estampadas de Sailor Moon o de Oliver y Benji? ¿Y nuestros vestidos pomposos cuando íbamos a bodas o bautizos familiares? (...) ¿Por qué hay un salto tan abismal entre los adolescentes de la generación Z y los que fuimos nosotros? Si todavía no has caído en la cuenta, quizás con esta imagen:

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Una adorable Drew Barrymore en 1985 a la izquierda y, a la derecha y con un par de años de diferencia en edad, una Millie Bobby Brown que viste incluso mejor que nosotras a nuestros 30. Por supuesto que Millie tendrá estilista, pero Drew también.

Durante nuestra adolescencia, nuestros referentes eran las Embrujadas, Valle en 'Compañeros', Christina Aguilera, Britney Spears, las Spice Girls y un largo etcétera según los gustos, pero no llegamos a vestir como ellas cuando teníamos 13 años. Y es que Internet y la manera en la que muchas personas 'corrientes' se han convertido en referentes de estilo, que llevan a la práctica múltiples tendencias y que tienen una audiencia sólida en Instagram, han conseguido despertar interés desde edades más tempranas. Los llamados 'influencers', ya sean celebrities o egobloggers de antaño, consiguen, a través de sus redes sociales, llegar también a una audiencia de la Generación Z que siente adoración por cómo visten, principalmente.

Nosotros, millennials y xennials, solo pudimos acceder a la información que nos llegaba a través de revistas adolescentes y la televisión, algo muy concreto y alejado del abrumador "on demand" que impera hoy en el entorno digital.

Siendo esto así, tampoco pudimos disfrutar de los precios de las tiendas de grandes cadenas donde hubiéramos podido hacernos con los tops de Valle o de Geri Halliwell, por lo que nos conformamos, sin cuestionarnos mucho más, con camisetas de Fruit of the Loom con sus caras estampadas (que nuestras madres nos compraban en nuestro barrio).

Por lo general, el interés por la moda o la inquietud por experimentar se nos despertó más tarde, y eso es algo que hoy 'nos choca' cuando vamos por la calle y vemos a chicas adolescentes con crop tops y pantalones pitillo de talle alto o chicos con zapatillas y gorras que ya hubiéramos querido en 1998.

¿Conclusión? No es que se hayan adelantado y sepan expresarse con su ropa mejor de lo que nosotros lo hicimos, es que simplemente tienen más estímulos que les generan esa necesidad. Nuestra sociedad ha evolucionado y se ha adaptado al entorno. Sorprendernos cuando vemos a estos chicos vestir así, a ellos les resulta tan extraño como cuando nuestra madre incluye la palabra "Facebook" en una frase, así que superémoslo cuanto antes.