Lavarse bien la cara es una de las primeras lecciones aprendidas en lo que a cuidado de la piel se refiere. Y no solo por lo obvio, sino porque es uno de los pasos fundamentales para luchar contra los signos anti-edad, mucho más que el de usar una buena hidratante o anticiparse a ellos. Por eso, con la lección bien aprendida e interiorizada, y porque casi supone el mejor momento del día, lavarse la cara se convierte en un ritual cada mañana y cada noche. Pero si pensábamos que podíamos respirar aliviadas por no saltárnoslo nunca, estábamos muy equivocadas, porque es posible que lo llevemos haciendo mal desde que nos desmaquillamos la primera vez.

No solo se refiere a esos 60 segundos necesarios para eliminar la suciedad de la piel al completo. Y es que, por muy buen limpiador que se use no servirá de forma completa si no limpiamos el rostro en dos fases, sin contar la del desmaquillante, que esa es específica para, como su nombre indica, quitar los restos de maquillaje de ojos, labios y base especialmente. "Es difícil que un solo producto de limpieza higienice completamente. Dentro de nuestra piel hay dos tipos de suciedad, una de base oleosa y otra de base acuosa. Lo ideal es hacer una doble limpieza facial y usar los productos que eliminen completamente la suciedad del rostro", cuenta Estefanía Nieto, directora técnica de Omorovicza, dejando claro que no solo es suficiente con que un solo limpiador se adapte a las necesidades de la piel.

¿Por qué debemos hacer una doble limpieza facial?

"En nuestra casa limpiamos y luego barremos porque si solo fregáramos no limpiaríamos toda la suciedad e incluso parte de ella la esparciríamos. Con el rostro ocurre lo mismo: deberemos eliminar primero una suciedad más profunda para que luego el último limpiador elimine el resto de impurezas", explica Raquel González, training manager de Perricone MD. De esta forma, al limpiar la piel tan en profundidad, se huye de limpiezas y exfoliaciones agresivas para la tez, que terminan dañándola.

¿En qué consiste la doble limpieza facial?

"Al tener dos tipos de suciedad, primero deberemos acudir a un limpiador de base oleosa con mayor capacidad de arrastre. Este primer cleanser tendrá afinidad con esa suciedad más profunda –el aceite atrae al aceite–. Así removeremos las impurezas más profundas y las eliminaremos con mayor eficacia. Después trabajaremos con un producto que se adapte a la condición de la piel, para que no solo limpie sino para que también la cuide desde esta fase al tiempo que deshace la suciedad más superficial", señala Elisabeth San Gregorio, directora técnica de Medik8. "Para aquellas pieles con un poco de tendencia grasa, apostaría por aquellos con aceites esenciales y de formulación más ligera, mientras que en pieles más secas un bálsamo será perfecto para limpiar sin crear sensación de sequedad", añade la especialista Estefanía Nieto.

Después del limpiador en aceite llega el turno de las soluciones jabonosas o en crema, los que responden más concretamente a las necesidades y condición de las pieles. Así, se preparará la tez para absorber correctamente los tratamientos posteriores y que estos puedan ser eficaces. "Podremos añadir un agua micelar que permita eliminar los posibles restos de maquillaje tanto del rostro como del contorno de los ojos, ya que las micelas atraerán la suciedad y el sebo, aislándolos para que se pueda retirar fácilmente con la ayuda de un algodón o una casa", comenta Natalia Guerrero, especialista en firmas cosmecéuticas. "Y también será bueno usar limpiadores con Alfa y Beta hidroxiácidos, que ejerzan una función exfoliante sobre el tejido y retexturice el poro, permitiendo no solo limpiar sino también prevenir que acumule tanta suciedad", concluyen desde Medik8.