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El cortisol no es nada nuevo para la mayoría. Hemos oído hablar de él muchas veces, pero a día de hoy no nos queda del todo claro para qué sirve, cómo funciona y qué es lo que puede hacer en nuestra piel. De hecho, un exceso de cortisol puede provocar daños en nuestra piel y tener el efecto contrario al que debería.

¿Qué es el cortisol?

El cortisol es una hormona que produce nuestro organismo para defenderse de los posibles ataques. Por eso, el cortisol es "bueno" en su justa medida. Este, por ejemplo, es el responsable de dañar la piel por estrés, y es que, trata de proteger a nuestro cuerpo de una amenaza pero esta protección tiene daños colaterales para otras zonas de nuestro cuerpo cuando se genera en exceso. No obstante, debemos saber que "los niveles de cortisol en el cuerpo varían a lo largo del día, pero generalmente son más altos por la mañana al despertarse y van disminuyendo a medida que pasan las horas. Su secreción está modulada por 3 sistemas muy bien interconectados: la glándula pituitaria (ubicada cerca del cerebro), el hipotálamo (situado en la parte más interna del cerebro) y las glándulas adrenales (localizadas en la parte superior de ambos riñones", cuentan desde Vivo Labs.

¿Cómo afecta el cortisol a la piel?

Aunque el cortisol se conoce como la hormona del estrés, puede ser que en momentos de presión o "amenaza", el cuerpo libera esta hormona como respuesta de huída o lucha. "Esto se traduce en un aumento de la acción cardiaca, inhibición de la actividad estomacal, constricción de vasos sanguíneos, dilatación de pupilas y mucho más. El cortisol también se libera y limita las funciones que serían no esenciales o perjudiciales en una situación de lucha o huida", añaden los expertos de Vivo Labs. Pero, es necesario resaltar que unos niveles elevados de cortisol pueden afectar negativamente al estado y la salud de la piel.

Tirantez

Tal y como apuntan los expertos de la firma Ho Karan, el cortisol puede hacerte notar la piel más tirante, especialmente, después de lavarte el rostro. Y es que el exceso de esta hormona deshidrata la piel y disminuye la capacidad de retener el agua.

Acné

El cortisol puede provocar exceso de grasa y hacer que salgan esos granitos que aparecen cuando estamos más estresadas, conocido como acné por estrés. "La microbiota cutánea pierde su delicado equilibrio a consecuencia del estrés y suelen aparecer brotes inesperados en la zona T del rostro", señalan.

Tono apagado

Cuando padecemos estrés que ha desatado la producción de cortisol, este dificulta la renovación celular, haciendo que se acumule células muertas y toxinas que afectan al brillo y la jugosidad.

Arrugas

Estas aparecen por una combinación de factores. No nos cansamos de oír que gesticular es el principal motivo por el que aparecen las arrugas, cosa que es cierta. Pero también porque el cortisol disminuye la producción de colágeno y elastina.

Sensibilidad

El cortisol hace que la piel se debilite ya que desajusta la microbiota cutánea. Por eso, reacciona de forma exagerada a algunos ingredientes activos que antes no la afectaban.

¿Cómo se combate el exceso de cortisol?

Piel sensible

Lo más básico es eliminar de nuestra rutina los productos más agresivos o con ingredientes más potentes y cambiar estos por otros para pieles sensibles, específicamente.

Una rutina

Parece que da igual el momento en el que nos lavemos la cara y apliquemos los tratamientos siempre y cuando lo hagamos por la mañana y antes de irnos a dormir, pero la piel también necesita un horario. Así, se regularán las funciones celulares, acostumbrando a la piel a sus horas de nutrición.

Meditación

Unos minutos de meditación y relajación al día reducen de forma considerable los niveles de cortisol. Esto sucede porque, según afirman desde Mayo Clinic, "la meditación puede darte una sensación de calma, paz y equilibrio que puede mejorar tu bienestar emocional y tu salud general. También sirve para relajarte y afrontar el estrés, ya que te permite concentrarte en algo que te calma".

Actividad física

Al igual que la meditación sirve para cuidar la mente, el ejercicio físico es fundamental para ayudar a mejorar el sueño, reducir el cortisol y aumentar las endorfinas. En este aspecto, tanto el ejercicio aeróbico –salir a correr, andar en bicicleta, salir a pasear, por ejemplo– como todas aquellas prácticas que ponen el foco en la respiración, serán fundamentales para ayudar a reducir el estrés.

Suplementos alimenticios

En este sentido, la ingesta de ciertos suplementos –siempre y cuando se incluyan en la dieta bajo supervisión de un profesional de la salud–, ayudará a mantener un nivel adecuado de cortisol. Los suplementos más recomendados serían los que incluyen vitaminas del grupo B, D y C, ácidos grasos como el magnesio o el omega-3 y diversas plantas como la melisa, el ginseng o la rodiola.