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La elección del vestido para una boda va más allá de escoger una prenda que resulte cómoda y favorecedora. El tipo de ceremonia (si es una boda civil o una religiosa), el lugar donde ésta se celebre, la relación con la pareja o si se trata de una boda de día o de noche son algunas de las cuestiones que se deben tener en cuenta a la hora de escoger el atuendo para la ceremonia. Y es que, estilísticamente hablando, hay ciertas normas no escritas que, desde hace años, se han seguido al pie de la letra. No obstante, los protocolos, al igual que las estadísticas, están para romperse. Por tanto, ¿qué se puede llevar o qué no a una boda?

¿Cuál es el protocolo de moda para una boda?

Ir de negro (o de blanco)

Todo depende de qué prendas estemos hablando y de cómo se combinen. Por mucho que sea primavera y tus amigas vayan a vestir colores vivos o apuesten por los estampados, el negro es el color más seguro que puedas encontrar. El negro es una tonalidad elegante y que estiliza. Además, admite complementos y accesorios de todo los colores, siendo especialmente agradecido en ese sentido con los tonos metalizados.

Respecto al color blanco, todo depende de cómo lo matices. La gama de los crudos –del marfil al beis o al crema– es muy amplia. Basta con que la silueta que escojas sea lo menos nupcial posible para que sea la novia quien tenga el protagonismo.

Encontrar un conjunto por menos de 100 euros

Encontrar un conjunto por menos de 100 euros es completamente posible. Y más cuando la temporada alta de bodas – la época de primavera– coincide con las Mid-Season sales. Si quieres ir a tiro hecho y no tienes problemas de presupuesto seguramente lo más práctico sea que apuestes por una una firma de moda de fiesta. Ahora bien, en tiendas como Asos e incluso Mango o Zara, hay opciones asequibles perfectamente apropiadas para una boda.

Crear tu look con prendas que ya tienes en el armario

Un pantalón negro y una camisa blanca pueden solucionar tu estilismo tranquilamente. Eso o un top de hombros al aire que hayas comprado recientemente para lucir este verano, o ese body con el que te atreves de vez en cuando para salir de noche, con una falda plisada, o con vuelo, de esas de fondo de armario. Y como chaqueta, lo mismo le puedes apostar por una americana oversize o por la cazadora biker que usas a diario.

Reciclar y repetir prendas (que hayas llevado a otra boda)

En un misma temporada puedes llegar a acumular más de cinco, y de seis bodas, muchas veces dentro de un mismo grupo de amigos, de gente del trabajo, o de la familia, e incluso, se te pueden juntar hasta dos en un mismo fin de semana. Aquí lo ideal sería apostar por un vestido multiposición que te puedes colocar de varias maneras para que parezca uno nuevo cada vez. Aunque la mejor opción es partir, por ejemplo, en lugar de un vestido, de un dos piezas –un traje o una falda y cuerpo a conjunto– que luego en cada boda puedas ir combinando de manera distinta.

Llevar ropa (y calzado) de repuesto

Si está de moda que lo hagan algunas novias, ¿por qué no las invitadas? Y no solamente por una cuestión de ser práctica. Si por ejemplo eliges un escote incómodo y complicado que te haga estar pendiente de que no se descoloque, o una silueta difícil como la lápiz, así como mismamente un largo que no te permita moverte bien, sería totalmente legítimo que quisieras cambiarte después de la ceremonia para darlo todo en la fiesta posterior. También puede darse el caso de que te cueste decidirte por un look y simplemente quieras lucir dos.