Cristina, la original novia andaluza que se casó con un vestido de flores y alpargatas en un chiringuito en la playa

La originalidad de las novias contemporáneas no parece tener límites. Ya no hablamos únicamente de lo rompedor de un vestido de novia mini, de casarse con pantalones o zapatos planos o de hacerlo enfundada en un vestido de firmas asequibles, como Zara o Mango.

Las novias del momento rompen cada vez más con todo molde imaginable, como la costumbre de casarse con un vestido blanco y liso, apostando por colores inesperados o por versiones estampadas. Esto es precisamente lo que hizo Cristina, una de las novias más originales e inspiradoras que hemos visto y que se casó, literalmente, con un vestido de novia de flores.

Cris quiso que su vestido de novia no fuera liso, sino que contara con bordados florales, que casi parecen un estampado, y crean un interesante vestido de novia de flores. Más que original, es único, no solo porque ella lo diseñó, sino por todo el simbolismo e historia del mismo.

Una novia que diseñó todo su vestido de novia inspirándose en su familia (y en un mantel de su abuela sueca)

Como todas las novias al comienzo de la búsqueda del vestido nupcial perfecto, Cris adoraba varios estilos diferentes: "Me debatía entre escandinavo, sobrio, elegante, una mezcla entre COS y Cortana. Pensaba también en flores, colores y estilo flamenco. Así soy yo, medio sueca, medio sevillana, y naturalmente el vestido acabó siendo una mezcla."

Un día, Cris decidió a dibujar en su iPad su vestido perfecto: con cuerpo de sirena, espalda abierta (como su traje de flamenca), mangas ligeras y abullonadas, un poco de cola y el escote alto. "Fue entonces cuando pensé en mi flor favorita, el ranúnculo de pradera amarillo, y recordé el hule que mi abuela sueca tenía en la casita de la playa. El ranúnculo aparecía junto con las otras siete flores que típicamente se recogen en la noche más larga del año, Midsommar, para ponerlas debajo de la almohada y así soñar con la persona con quien en el futuro te casarás. Para el ranúnculo, diseñé un patrón que se repitiera sobre todo el cuerpo. Quería incorporar todas las flores al vestido, pero para no recargarlo, diseñé el dibujo de la amapola, la margarita, la campanilla, el trébol, la flor de aciano y la espiga sobre las mangas.", narra emocionada sobre el vestido que diseñó ella misma y que después confeccionaría Loli, la costurera de confianza de la familia. Respecto a los bordados, esto fueron obra de Bordados Quero, en el caso del cuerpo, y Telobordo, que bordó las mangas.

"Cuentan las tradiciones suecas que, si recolectas siete flores de la pradera la noche del solsticio de verano, y las colocas debajo de la almohada, sueñas con tu verdadero amor. Esas siete flores, recordé, y mi mariposa favorita, aparecían grafiadas en el hule de la cocina de la casa de la playa de mis abuelos en Suecia. Me sabía los pétalos, la composición y los colores de memoria. No tuve ni que pensar cómo serían las flores del vestido."

Un vestido que también fue protagonista de los discursos de la boda

Es tal la originalidad e historia de este vestido que la madre de Cristina decidió centrarse en él en el discurso de la boda. "Mi madre resumió cómo y por qué estaba yo ahí, vestida así. Había tenido los meses de verano para visualizar que lo que quería vestir, lo llevaba dentro de mí, y no tenía que buscarlo en ninguna tienda. Así empecé un proceso muy bonito, tanto tangible como emocional, de encontrar la forma y las personas que me ayudaran a realizarlo. Justo antes de ir hacia la boda, me senté en el coche y pensé: si no fuera por mi familia, este vestido no existiría. Lleva un poco de todos, que al final, de esa suma, salgo yo. Y por ello me encanta."

Alpargatas cómodas y joyas sencillas para usar más allá de la boda

"Quería que todo fuera sencillo, muy yo, y muy reusable", explica Cristina. Por ello esta novia dejó de lado los tacones y decidió casarse con unas alpargatas de Manebí. Completó el look con unos pendientes de Aristocrazy, regalo de su madre inspirados en un collar de topacios de su abuela.

Un chiringuito de verano y el mar como telón de fondo de una preciosa boda relajada

Cristina nos cuenta como ella y su marido, Nacho, contaban con invitados de todo el mundo, por lo que querían que disfrutaran del sol, del mar y del estilo de vida del sur. Un día de octubre con un clima casi primaveral les puso fácil el disfrutar del lugar elegido para la boda, el chiringuito SAAM Club de Mar, un encantador local situado entre Chipiona y Sanlúcar de Barrameda, con vistas a Doñana.

El vestido de esta novia no podía ser de otra forma. Tan original y optimista como esta especial boda, que rezuma alegría y sabor andaluz por los cuatro costados.