1. Cambiando los accesorios, pero sobre todo: incorporando elementos inesperados. La vía más fácil y socorrida pasa por cambiar la mayoría de accesorios. Empezando por los zapatos y el bolso, y pasando por joyas, y pequeños detalles como el color de las uñas, aunque eso no es suficiente. En este sentido céntrate en los accesorios clave como un cinturón, por ejemplo, porque pueden cambiar la silueta e incluso el largo del vestido. Otro recurso que no fallará es que introduzcas elementos que den tanto juego que prácticamente cambien tu look. Por ejemplo un sombrero, unos guantes largos ahora que se llevan tanto, un pañuelo, o una estola que te puedas colocar de mil maneras (anudado al cuello, cruzado, a un lado, sobre los hombros, metido por el cinturón etc...). De todos modos esta fórmula te dará mejor resultado cuánto más básico sea tu vestido. Es decir, si apuestas como modelo base por un diseño asimétrico, con volantes, bordados, de lentejuelas, o con un estampado especialmente llamativo, te será más difícil que se no se note si lo reciclas. Vamos, que cuánta más filigrana peor.
2. Distinto maquillaje y peinado. Un recurso complementario que funcionará siempre el cambio sea lo más radical posible y que vaya en consonancia con el aire que quieras darle al estilismo. De nuevo cuánto más sencillo el vestido más efectivo será que cambiando peinado - de una melena suelta a una coleta baja, o alta, a una trenza- y maquillaje -suave, de ojos marcados, con labios llamativos- parezca que estrenas modelito.
3. Hacer que la chaqueta pase a ser protagonista. Aquí la clave es escoger un chaquet que paseser parte fundamental e integral del estilismo. Las opciones son infinitas. De una americana a una Perfecto pasando por un abrigo ligero, un cárdigan, o incluso una bomber. Si apuestas por que sea del mismo tono o tenga un estampado parecido (o totalmente contrastado como se lleva ahora) mucho mejor porque el efecto óptico hará que parezca que llevas un conjunto.
4. Jugar a las superposiciones. Las tendencias nunca han estado más de nuestra parte en este sentido. Y es que con la moda de las superposiciones un mismo vestido pueden parecer mil distintos. ¿Cómo? Añadiéndole una camisa encima, o debajo (de hombros destapados, por ejemplo); un top, una camiseta o incluso hasta unos pantalones.
