Desde hace algún tiempo, en la industria textil sólo se habla de una cosa: el brexit, el escape de Reino Unido de la Unión Europea. Quedan poco más de ocho días para que se celebre el referéndum en el que los británicos decidirán su futura relación con la comunidad política de la que forman parte desde 1973, y el pánico cunde ya en los principales mercados financieros, que ven con temor la salida de Inglaterra de la UE. Razón lógica: la implicación económica. El crecimiento monetario en general, y el de la moda en particular, se podría deteriorar si ambos bloques establecen trabas al comercio; la depreciación de la libra y la ralentización del crecimiento del PIB derivados del brexit, por ejemplo, amenazarían las importaciones a Reino Unido provenientes de los países de la zona euro, y las pérdidas en exportaciones para la nación podrían llegar a los 30.000 millones de libras en 2019, según estima un informe de la firma de seguros de crédito Euler Hermes.

La moda, obviamente, recibiría un duro golpe. No sólo en Reino Unido, donde la industria textil es un claro pilar económico –en 2014 engrosó las arcas del país con una contribución aproximada de 26 millones de libras– sino en todo el globo. La mayoría de las etiquetas, inglesas o no, externalizan su producción; China, Taiwán, India…; y la compañía financiera UBS subraya que tres cuartas partes de las mercancías que llegan al país de Isabel II proceden de Asia, donde pagan en dólares.

Tal y como señala a BoF Luca Solca, miembro experto en el comercio del lujo del banco BNP Paribas, “sólo aquellas firmas cuyo principal mercado sea el británico –véase Burberry– obtendrán ganancias reales con el brexit”.

La posible marcha del Reino Unido de la Unión lo mismo asusta al europeísmo que a la globalización. A tenor, el ministro de Finanzas británico George Osborne ha advertido a los votantes que la victoria del brexit obligará a adoptar importantes recortes –el Gobierno contempla un plan de ajuste a través de los impuestos y el gasto público de 30.000 millones de libras, unos 38.000 millones de euros–.

Hoy Gran Bretaña goza de condiciones favorables en más de 60 naciones. Para evitar la interrupción de los flujos comerciales y mantener estas relaciones, el país necesitaría negociar con urgencia nuevos acuerdos con la UE y terceros países, tales como Estados Unidos, India, China, Japón y Australia.

Compañías como Céline, con sede en Francia y operaciones a ambos lados del Canal de la Mancha, el brazo de mar que comunica sendos países, sí ganarían en salud.

De momento, dice BoF, más de 280 creativos británicos, entre los que se encuentran la periodista de moda Imran Amed y la diseñadora Vivienne Westwood, han firmado la carta de apoyo a la campaña para permanecer en la zona euro. El 96% de los miembros que integran la Federación de Industrias Creativas de Reino Unido quiere seguir adherido a Europa, augurando que el brexit “dificultaría el movimiento de talento”.

Por si la industria global no estaba ya lo suficientemente escindida entre los partidarios y los detractores de la revisión del sistema –los desfiles, las pretemporadas y las colecciones cápsula llevan meses peleando por su supervivencia–, procede el alerón anglosajón con un nuevo quebradero de cabeza. El referéndum que lo resolverá tendrá lugar el próximo jueves 23 de junio.