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'Dior y yo', el documental de un cambio histórico
El advenimiento de Raf Simons como director creativo de Dior dio un vuelco al sistema de la moda. Frédéric Tcheng captó ese momento en un fascinante documental que ahora Canal + estrena en España.
Siempre he pensado que un realizador de documentales es como un funambulista: encontrar la distancia adecuada con respecto al sujeto es a menudo un ejercicio de equilibrio. Y es especialmente cierto si el sujeto tiene relación con una de las marcas de lujo más poderosas del mundo. Conocí a Olivier Bialobos, Director de Comunicaciones de Dior, en un pase previo al estreno de mi película anterior, Diana Vreeland: The Eye Has To Travel. Le gustó mucho y comenzamos a hablar. Habían pasado seis meses desde la traumática salida de John Galliano, y la marca aún no había anunciado un nuevo diseñador. Vi la premisa de una buena historia. Había sido testigo de la última colección de un diseñador, del fin de una era, en Valentino The Last Emperor, y tenía curiosidad por ver lo que iba a ocurrir después, el comienzo de una nueva era. Raf Simons, uno de los candidatos que se rumoreaban, representaba algo nuevo en la moda. Yo estaba intrigado.
Por supuesto que Dior tenía un claro interés en controlar las comunicaciones sobre el nuevo diseñador, y me hicieron pasar por varios aros antes de garantizarme dicho acceso. Pero yo sabía que mi principal tarea como director era mantener mi independencia creativa. Lo planteé de dos maneras: primero buscando la mayor protección legal posible (afortunadamente la ley francesa garantiza a los autores los derechos morales sobre su trabajo, asegurándome en esencia libertad creativa), y segundo, comunicando lo antes posible mis intenciones para evitar posibles malos entendidos. Una vez que Dior estuvo de acuerdo me encontré con un tipo diferente de resistencia: la privacidad de Raf Simons.
Es comprensible que cualquier persona sea reticente a permitir que un equipo de cámaras sea su sombra incansable durante tres meses, pero la preocupación de Raf Simons parecía ser incluso más profunda. Sentí que la vulnerabilidad que mostraba acabaría siendo parte clave de la película. En sus memorias de 1956 Christian Dior & I, Dior habla largo y tendido sobre sus propios sentimientos de alienación debidos a su exposición a los medios. “Hay dos Christian Dior: el Christian Dior público y el Christian Dior privado, que parecen estar cada vez más separados.” A medida que Raf iba conociéndome comenzó a verse menos intimidado por la presencia de las cámaras, pero yo sabía que seguía siendo bastante aprehensivo con respecto al nivel de interés público que iba a tener su primer desfile para Dior. Me dispuse a filmar su transformación en un ser público acosado por las cámaras. La imagen de un flash de cámara de fotos, invasivo, cegador y revelador, me venía a la mente con regularidad. Tal vez la cámara sí que te robe el alma.
El espejo, y el doble que crea, eran también temas recurrentes que emergieron durante el rodaje. Si había existido un Dior doble (el hombre público y el privado), uno podía imaginarse a Raf como una increíble reencarnación del mismo Dior. Comparte su mismo celo por conservar su vida privada, su misma formación cultural... Mientras continuaba leyendo las memorias de Dior me daba cuenta de que el pasado también reflejaba el presente, y viceversa. Todo lo que ocurría delante de mi cámara era igual, hasta el último detalle de personalidad o emoción, que lo que Christian Dior relataba en largos capítulos sobre la creación de una colección. Aquí reconozco a esa costurera; aquí reconozco esa tensa situación. Es ciertamente testimonio del poder de las tradiciones. La historia tiende a repetirse. Pero entonces pensé: qué sentimiento tan aterrador debe de ser para Raf. ¿Cómo puede esperarse de él que cambie el curso de la historia y al mismo tiempo que continúe con el pasado? ¿Cómo impondría así su marca propia? En las oficinas centrales de Dior en Paris es imposible no sentir la presencia de su fundador. Su foto está por todos lados. Comencé a pensar que Raf debía de sentirse como la Señora de Winter en la Rebeca de Hithcock, abrumado por la fantasmal presencia del anterior ocupante de la casa. La historia de Raf sería una de emancipación.
Con estos sentimientos quise explorar con más profundidad el diálogo entre el pasado y el presente a través de métodos cinematográficos, y la voz en off de Christian Dior se convirtió en una importante herramienta narrativa. La usé de modo convencional al principio de la película para narrar secuencias de archivo, pero al avanzar la película cambia del pasado al presente y se convierte en un comentario sobre la experiencia de Raf. La linea se vuelve borrosa. La audiencia puede ver a través del espejo. Esta misteriosa conexión con distantes pasados de la historia también inspiró mi deseo de darle a las secuencias de archivo una cualidad espectral. ¿Qué son las películas sino apariciones de fantasmas hace tiempo fallecidos? En la alta costura las primeras pruebas de vestidos se llaman toiles, lo que en francés es también el nombre coloquial de las pantallas de cine. Para poder evocar la persistencia de los diseños de Dior decidí hacerlos aparecer literalmente en las toiles. De noche, las sombras de su herencia hacen que sea una casa encantada.
Esto contrasta con la energía diaria del taller, un espacio dinámico lleno de luz y rebosante de actividad que existe como un extraordinario microcosmos. Es un lugar suspendido entre el pasado y el presente, y hogar de una colección de dedicadas y entrañables personalidades. Cuando trabajé con Matt Tyrnauer en el documental de Valentino mi muy escaso dominio del italiano hizo que mi interacción con las costureras fuese algo limitada. Pero en esta película, trabajando en mi francés nativo, fui capaz de profundizar en la conexión personal que estos artesanos comparten con su trabajo. Escondido en la planta más alta del histórico edificio de la casa, el taller es el “alma” de Dior, como explica Catherine Rivière en la película.
La casa de Dior es un mundo con historia en el que managers, artistas y trabajadores colaboran a diario para crear una visión, y yo considero que esta película es una obra coral. Introduciendo al espectador en el mundo de Dior y revelando el extraordinario esfuerzo necesario para producir una colección, esperaba que la película revelase una visión variada de la vida parisina, en la tradición de los grandes realistas sociales franceses como Renoir y Zola. ¿Quién es el “Yo” del titulo Dior y yo? Mi intención era dejar abierta dicha respuesta a muchas posibilidades.
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