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El tamaño del Principado de Mónaco es inversamente proporcional a la fama de su familia real. La boda del príncipe Rainiero con una estrella de Hollywood, Grace Kelly; las bodas y separaciones de la más bella, Carolina de Mónaco; los amoríos imposibles de Estefanía con guardaespaldas y estrellas del circo... La vida de sus miembros siempre ha acaparado todos los titulares y, tras un año de extrañas ausencias y confusos comunicados, la separación no confirmada de Charlene y Alberto de Mónaco parece ser el penúltimo capítulo que confirma la maldición amorosa que persigue a los Grimaldi.

La separación de Charlene y Alberto de Mónaco

Desde el mismo día de su boda, en que Charlene apenas pudo esbozar una sonrisa y su rostro sombrío fue retratado al borde del llanto durante prácticamente todo el día, la sombra de la separación ha acechado a esta pareja. Alberto de Mónaco, el eterno soltero de las monarquías europeas, por fin contraía matrimonio con una nadadora sudafricana el 1 de julio de 2011.

La presión por dar un heredero al trono monegasco le perseguía, aunque él ya tenía dos hijos fuera del matrimonio: Jazmin Grace, nacida de su relación con la camarera Tamara Rotolo, y Alexandre, hijo de la exazafata Nicole Coste. Tres años después de su boda, Charlene y Alberto daban la bienvenida a sus hijos mellizos, Jacques y Gabriela, pero su llegada no puso fin a los rumores del eterno distanciamiento entre sus padres.

Algo que se agravó en la primavera de 2021, cuando Charlene viajó sola a Sudáfrica y contrajo una enfermedad que le hizo pasar varias veces por el quirófano. Las visitas puntuales de Alberto de Mónaco con sus hijos a la princesa, que permaneció allí hasta abril de este año, y los comunicados de Palacio que decían que necesitaba un periodo de calma y descanso solo contribuyeron a generar más misterio sobre su ausencia.

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Ahora, diversos medios franceses, entre ellos Voici, revelan que la pareja habría firmado un secretísimo acuerdo de separación por el que Charlene se compromete a seguir representando al Principado en actos oficiales, cede la custodia de sus hijos (aunque podrá verlos siempre que lo desee) y vivirá en Suiza a cambio de 12 millones de euros al año.

Como suele ser habitual en estos casos, la palabra separación o divorcio no aparece por ningún lado y ellos han tirado de eufemismos para hablar de "vida independiente con presencia regularizada", según recogen estos medios. Una inusual fórmula que permitirá que Charlene siga teniendo presencia oficial pero también le permitirá llevar una vida privada lejos de Mónaco, ese lugar que siempre asfixió la sonrisa de la sudafricana.

Carolina de Mónaco y sus rupturas con Philippe Junot y Ernesto de Hannover

La bella primogénita de Grace Kelly fue la primera en dar quebraderos de cabeza a sus padres con sus amores poco convenientes. Su juventud en París mientras estudiaba Filosofía fue el escenario perfecto para conocer a Philippe Junot, un playboy que prácticamente le doblaba la edad (se llevan 17 años).

Los esfuerzos de Grace y Rainiero por hacer de esa historia de amor algo pasajero fueron en vano. Carolina y Junot se casaban en una boda por todo lo alto en Mónaco cuando la princesa solo tenía 21 años. Solo dos años necesitó Carolina para cansarse de las infidelidades de Junot y dar la razón a sus padres divorciándose de él. Aquel agosto de 1980 el periódico parisiense Le Quotidien de Paris tituló la noticia con un Se acabó el capricho mientras Philippe se encontraba en Turquía con su último amor y Carolina en su casa de Mónaco tras una noche de fiesta.

mariage de caroline de monaco et philippe junot
Michel GINFRAY//Getty Images
Carolina de Mónaco y Philipe Junot el día de su boda en 1978.

Poco después Carolina volvía a encontrar el amor junto a Stefano Casiraghi, pero la desgracia volvió a perseguirla y la paz amorosa le duró poco. Ambos formaron la familia perfecta, con la llegada de Andrea, Carlota y Pierre. Pero su matrimonio solo duró siete años, pues el italiano perdió la vida en un accidente náutico mientras participaba en el mundial de off-shore.

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Mondadori Portfolio//Getty Images
Carolina y Stefano posan con Andrea y Carlota en 1987.

Carolina de Mónaco enviudó con poco más de 30 años y se retiró a la Provenza francesa a criar a sus tres hijos y recuperarse de este duro golpe. El actor francés Vincent Lindon fue su paño de lágrimas pero el que la volvería a llevar al altar fue Ernesto de Hannover, un amigo de toda la vida. Con él se convirtió en Alteza Real y princesa de Hannover y tuvo a su hija pequeña, Alexandra.

Pero los problemas de alcohol y las continuas peleas de él terminaron por cansar a Carolina, que se separó de él en 2009 pero nunca han llegado a divorciarse, manteniendo Carolina todos sus privilegios como princesa de Hannover.

Estefanía de Mónaco y sus historias de amor con guardaespaldas y acróbatas

Que Estefanía de Mónaco fuera apodada la princesa rebelde desde su más tierna juventud parecía más que justificado. La pequeña de los Grimaldi siempre fue la gran preocupación de sus padres. Es fácil establecer un antes y un después en su vida: la trágica muerte de su madre, Grace Kelly. Ambas viajaban juntas en un coche cuando sufrieron el fatal accidente que costó la vida a la princesa.

El suceso siempre estuvo rodeado de incógnitas y Estefanía tuvo que soportar las acusaciones que insinuaban que era ella la que iba al volante. Así que su juventud se convirtió en una carrera con curvas en busca de la felicidad y de la aprobación. Diseñadora, cantante y modelo fueron algunas de las profesiones que probó, mientras se la relacionaba con actores como Paul Belmondo, Anthony Delon o Rob Lowe.

Pero fue su relación con uno de sus guardaespaldas, Daniel Ducruet, la que hizo correr ríos de tinta. Guardaespaldas de su hermano Alberto, su amor fue el gran escándalo de los Grimaldi en los 90. Rainiero retiró la asignación a su hija y la apartó de los actos oficiales. Pero Estefanía tiró hacia adelante: tuvo dos hijos con él (Louis y Pauline) y en 1995 consiguió el consentimiento de su padre para casarse con él. Fue una boda discreta, con Estefanía vestida de blanco y la ausencia de Carolina.

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Stephane Cardinale - Corbis//Getty Images
La pareja posa a su llegada a una fiesta en Mónaco, en 1996.

Aunque la felicidad se dinamitó en apenas un año. Unas comprometedoras fotos de Ducruet manteniendo relaciones sexuales con una belga junto a una piscina se publicaron en las principales revistas europeas. Estefanía se llevó la gran decepción de su vida, y poco después el matrimonio se daba por terminado. Dos años después, Estefanía volvía a ser madre. Su hija Camila era fruto de su relación con Jean Raymond Gottlieb, y un guardaespaldas volvía a ocupar el corazón de Estefanía.

Poco después, el circo, que su padre le había enseñado a amar, se convirtió en la salvación de Estefanía y ese lugar de sueños y magia en el que decidió criar a sus tres hijos. Primero fue su relación con Franco Knie la que le llevó a vivir en una caravana y abrazar la vida nómada. Después, se terminó casando con el acróbata portugués Adans Lopez. Un año después la relación tocaba a su fin.

Carlota Casiraghi: su historia de amor con Gad Elmaleh

Si la nueva generación de royals monegascos tendrá más suerte en el amor está por ver. Aun así, Carlota ya sabe lo que es sufrir una separación tras compartir su vida y un hijo con el actor cómico Gad Elmaleh. Su historia de amor fue durante mucho tiempo comparada con la de su madre con Junot.

Gad tenía 15 años más que ella cuando en 2013 iniciaron su romance. Él, cómico francés de ascendencia marroquí, fue recibido de manera cálida entre los Grimaldi (quizás acostumbrados a que las parejas de sus miembros nunca se ceñían a la 'norma'), y solo unos meses después se supo que, antes que boda, ambos darían la bienvenida a su primer hijo.

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Pierre Suu//Getty Images
Carlota Casiraghi y Gad Elmaleh durante una competición hípica en Saint-Tropez.

Poco duró la felicidad de Carlota. Elmaleh quería trabajar en Estados Unidos y Carlota vivir en Europa y criar a su hijo cerca de Mónaco. Así que ambos separaron sus caminos. Carlota, heredera de la belleza y el encanto de Grace y Carolina, encontró en un amigo de la familia, Dimitri Rassam, hijo de Carole Bouquet (gran amiga de Carolina), al nuevo amor de su vida.

En 2018 dieron la bienvenida a su hijo Balthazar y en 2019 se casaron en una boda de ensueño en la que Carlota se inspiró en los looks nupciales de su madre y llevó joyas de su abuela, Grace Kelly.