Entre los viajes pendientes de la ruta por Portugal se encontraba Madeira. Tras una reciente y larga estancia en Lisboa, un mes entre Cascais y Estoril y, después de viajar a la azorana isla de Terceira unos días, aterrizar en el Aeropuerto Internacional Cristiano Ronaldo (bautizado en 2017 bajo esta denominación para promover su turismo, y porque fue la cuna que le vio nacer) fue una de esas casualidades del destino que llegaron en el momento preciso. Porque todo pasa por algo, y esta isla es uno de esos paraísos naturales capaces de ayudarte a pulsar el botón de switch off cuando más lo necesitas. Es el pause. Y produce el mismo placer que el modo avión.

Acompañada de sus hermanas, Porto Santo (conocida como "la playa de Madeira") y las islas Desertas, Madeira se encuentra a la altura de Marruecos, a 660 kilómetros de Canarias, y a más de 900 kilómetros de la capital portuguesa, en el sudoeste de Lisboa. A pesar de su superlativa y creciente fama, todavía son muchos los que no la sitúan en el mapa. He ahí parte parte del secreto de su magia, aunque apenas hay edén europeo que permanezca en secreto para británicos, franceses y americanos; pues ellos ya la han emplazado como uno de sus lugares de residencia en verano.

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Nada más llegar, el aeropuerto sorprende con varios homenajes a Cristiano Ronaldo, pero también con un espectacular paisaje de diferentes verdes que se divisa montañoso en el horizonte, y un telón de fondo bañado por el azul intenso del océano Atlántico. Un recibimiento sorprendente que vaticina tan solo un poco de todo lo que depara la isla: un norte de viñedos, un sur de bananeras, y un mix de fauna y flora que ayudan a que, no solo cumpla, sino que supere cualquiera de nuestras expectativas.

Decir que Madeira es perfecta para una escapada en clave slow y calmada es una afirmación muy manida al igual que lo es afirmar que se trata de una de las regiones más hermosas de Portugal. Puede que quizá lo sea también del mundo. Suma cada vez más alojamientos turísticos. Y, aunque muchos de ellos invitan a quedarse en mitad de los valles o de las montañas para soñar sin parar durante unos días, sin embargo, es su capital la que se impone como el sitio ideal en el que tenerlo todo. Montañas, ciudad y mar. Alboroto y calma. Un reloj que parar solamente si tú quieres. Y es que Funchal tiene poco más de cien mil habitantes, pero ya son muchos más que los que se encuentran alrededor de toda su geografía.

Dónde dormir en Madeira: Barceló Oldtown Funchal

La llegada: un paseo en barco

De todos los hoteles que se encuentran allí, el Barceló Funchal Oldtown es uno de los más jóvenes. Avalado por el sello del grupo que le respalda, Barceló, y ubicado en una de las arterias principales, en la Avenida do mar, es de esos que se encargan, si tú quieres, de organizarte la experiencia completa para que conozcas toda Madeira. De hecho, si nada más llegar a la isla te apetece disfrutar de una entrada de sobresaliente, un transfer del hotel puede ir a buscarte y llevarte al puerto para trasladarte a bordo de un barco hasta Funchal.

Una renovada fábrica de bordadeiras

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Barceló Funchal Oldtown/ Manolo Yllera

Con el lujo de las 5 estrellas que lo definen y 111 habitaciones, el Barceló Funchal Oldtown hibrida lo antiguo con lo nuevo en una sintonía perfecta. Respeta la arquitectura original del siglo XVII y, tras sus paredes, esconde una de esas historias que relatan, también, el presente de la isla. Porque si para vivir el presente, hay que entender el pasado, queda claro que este hotel cumple su misión.

Si uno de sus forjados perteneció a la familia Blandy’s -principal pionera del comercio del vino de Madeira- otro de ellos era antes la fábrica de Bordados Enmaderienses, un dato que se recuerda todavía hoy en algunas de las noches del hotel, donde se realiza la Bordadeiras Sunset Night, una experiencia con bordadeiras in situ y diferentes proyecciones lumínicas que honran esta profesión tradicional desde su espectacular azotea panorámica, el B-Heaven.

Habitaciones con (mucha) historia

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Barceló Funchal Oldtown/ Manolo Yllera

Al observar la decoración de sus habitaciones con detenimiento te das cuenta de su respeto hacia la tradición. Los dormitorios conjugan tonos neutros como el blanco, el beige y el gris con referencias a su tradición bordadora y pasión por el mimbre. Las señales están ahí, pero conociendo su historia es más fácil verlas.

Sus camas (todas ellas con tres almohadas y tamaño King excepto las junior que puedes escoger sustituirla por dos más pequeñas ), son de esas que te arropan y no te sueltan. A pesar de que no es only adults y acepta niños, el silencio entre las habitaciones es absoluto. Duermas en la que duermas sentirás estar casi solo. De todas las opciones puedes escoger entre una habitación deluxe (su precio varía un poco dependiendo de sus vistas), una familiar, la junior suite o, la suite.

Varios espacios gastronómicos

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Barceló Funchal Oldtown/ Manolo Yllera

Otro de los distintivos que sitúan al Barceló Oldtown como el place to be de Funchal es su gastronomía. Los más foodies encontrarán aquí el cielo. Nada más entrar se encuentra su Lobby Bar, un acogedor espacio con sofás y vistas a la calle muy calmado e ideal para hacer tiempo, disfrutar de un café o un cóctel, o, simplemente, estar tranquilo acompañado de una lectura.

Todo el que ame el desayuno tanto como yo debe saber que el restaurante A Bordadeira abre a las 7:30 de la mañana. La calma reina también en este espacio, que ofrece uno de esos desayunos buffets que adoramos los que consideramos esta hora nuestro mayor momento de placer. Y si no eres de esos, en Barceló Oldtown te ayudan a crearlo. El buffet se trata de una selección dispuesta bajo el concepto B-LikEat, que basa su filosofía en incorporar alimentos orgánicos, de temporada y de proximidad. Que no te engañe su nombre, en él hay opciones para todos los gustos: diferentes tipos de pan, bollería variada o platos más elaborados para darse ese homenaje que en en nuestro día a día no podemos por falta de tiempo.

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Barceló Funchal Oldtown/ Manolo Yllera

Noz Café, en cambio, está siempre disponible para servirte. Se encuentra en la otra entrada del hotel y"All day dining" es su mantra. Algunas noches, cuenta también con una sesión de Dj que anima el ambiente. Pero más allá de eso, es el place to be del alojamiento, ya que también tiene una terraza exterior que se aúna con el resto de los locales de la calle, integrándose en una armonía perfecta con el ambiente que domina la isla. En su carta encontrarás una gran variedad de platos que alternan desde ensaladas, hasta carnes acompañadas de puré de patata o de batata, hasta diferentes pescados.

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Barceló Funchal Oldtown/ Manolo Yllera

El B-Heaven, donde se realiza la Bordadeiras Sunset Night, es uno de esos espacios en los que, dependiendo de la hora del día, puedes encontrar diferentes ambientes. Se trata de una terraza situada en el último piso del hotel con una piscina infinity (de agua templada, abierta 24 horas) que tiene, a su frente, el mar. A sus espaldas está el pueblo, y, a su izquierda, se encuentra la catedral y sus montañas. Un espacio ideal para tomar algo o tomar un aperitivo bajo el sol, tanto desde sus hamacas como desde las camas que le rodean. Es también un lugar tranquilo y relajado para teletrabajar si hiciera falta. Puedes quedarte en la azotea todo el tiempo que tú quieras. Desde allí yo he visto las luces de Funchal cambiar y pasar del ambiente cálido del sol al de las del atardecer o el de las de las lámparas de las casitas que se divisan sobre su paisaje cuando cae la noche.

Más allá de esta piscina, este alojamiento también satisface a los más fitness y cuenta con un gimnasio en el que poder completar el ritmo wellness que demanda el lugar con el ocio de la visita. Sin embargo, los más deportistas encontrarán en Madeira un verdadero paraíso en el que realizar todo tipo de actividades: barranquismo, surf, senderismo, paddle surf, parapente y casi cualquiera que podamos imaginar.

Qué ver en Madeira

Un paseo por Funchal

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Bildagentur-online//Getty Images

Antes de adentrarse en la naturaleza de Madeira, desde el hotel es fácil recorrer Funchal. Entre edificios bajos blancos y el suelo empedrado identificativo de Portugal, la ciudad te da la bienvenida con música en la calle, terrazas abarrotadas de turistas, tiendas de productos locales, y varios callejones repletos de restaurantes de comida donde probar buen pescado o alguna de sus (obligadas) ponchas. Puedes ir a su zona antigua, que era el antiguo barrio de pescadores y comerciantes, para probar algunas de las mejores. Tú eliges: la poncha regional o la local, pero cuidado porque los lugareños dicen que se bebe "despacito y sin levantarse de golpe". Nada que extrañe, pues se trata de la bebida más típica madeirense elaborada a partir de aguardiente, miel de caña de azúcar, zumo de limón o naranja. Una mezcla imponente y apta para valientes que carece de horario para cualquier madeirense.

Paseando por esta zona, concretamente por la calle de Santa María, llama la atención el arte urbano que la decora. Casi todas las puertas se encuentran pintadas con diferentes dibujos y estallidos de color, una iniciativa que comenzó en 2010 para huir del abandono de la zona y que, ahora, ha logrado convertir a esta arteria en uno de los puntos neurálgicos de los turistas.

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También el mercado de Lavradores es de esos que también merece la pena conocer. Este proyecto, llevado a la realidad por Edmundo Tavares, te sorprende por fuera con sus azulejos y, por dentro, con dos plantas en las que encontrar el mejor producto de la isla. En la inferior, charcutería y pescado; en la superior, una amplia variedad de frutas y vegetales que te adentrarán, de lleno, en los sabores, colores y olores de Madeira.

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Puede que en esta zona del Atlántico encuentres una mezcla curiosa formada por diferentes embarcaciones de cruceros e incluso, algún barco pirata. Todavía se acercan a la isla, pero hace años lo hacían todavía más. Para intentar paliar este problema, se construyó el fuerte de Sao Tiago, una imponente edificación planteada para proteger a la ciudad de corsarios y piratas. Una visita perfecta para teletransportarte en el tiempo.

Pero si buscas tranquilidad y pasar una tarde bajo el sol descansando, en el Jardim de Santa Catarina encontrarás también tu espacio. Es otro de los pulmones de la ciudad, pero mucho más urbano. Si buscas desconectar fuera del hotel y reponer fuerzas para continuar conociendo Madeira, aquí sí es.

Más allá de Funchal

Madeira de norte a sur

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A pesar de todos los atractivos con los que cuenta Funchal es cierto que con un par o tres días tienes tiempo suficiente para verlo. Todos los que nos desplazamos hasta Madeira buscamos comprobar si esos paisajes verde que vemos en fotos realmente existen. Tenemos buenas noticias: sí, y son más impresionantes todavía en persona. En el Barceló Funchal OldTown te ayudan a descubrirlos así que, un consejo: quédate más tiempo.

Desde el hotel puedes solicitar una jornada en un 4x4, guiada por los mejores guías de Brave Landers. Te llevarán por lugares a los que tú jamás te atreverías a ir en coche, ya que muchos de esos caminos ni están preparados para cualquier automóvil normal, ni tampoco son de fácil acceso cualquier día. Montado en este vehículo descubrirás algunos de los secretos mejor guardados de Madeira. Y, aunque sabemos que conocer las edificaciones de techo de caña de Santana es uno de los requisitos, hay muchos más reductos por descubrir.

En el sur, además de indagar en su tradición bananera, comprobarás, como dicen desde Brave Landers, "el backstage" de Madeira. Es decir, zonas que todavía no han sido conquistadas por edificios y que cuentan con el encanto de que todavía por allí pasa por las mañanas un camión con fruta y verdura de los mejores huertos para acercárselo a sus habitantes.

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En el norte el paisaje cambia. Allí todos los verdes se funden, es difícil encontrar casas (muchas de ellas son alojamientos turísticos escondidos en mitad de la naturaleza), y los viñedos invaden su paisaje. También hay algunos espacios que no te esperas, como el museo de la Miel o el de la Cal, sustancia que empleaban antes en la fabricación de las casas.

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Si tienes varios días, también te recomendamos visitar Porto Moniz, en el oeste; ver el atardecer en Pôr do Sol, visitar Camara de Lobos y, si te da tiempo, desplazarte hasta Porto Santo. Es un espectáculo. Un consejo: para ir no te guíes por el tiempo. Cuando preguntas a un madeirense si hace buena temperatura y sol te responden como si fueran de mi tierra, de Galicia: "sí y no". Depende. Y es que, al igual que ocurre en Azores, allí puede estar lloviendo en un rincón de la isla, pero si te desplazas tan solo cinco minutos en coche puedes encontrarte con mucho sol. Puede llover repentinamente y puede parar de inmediato. Y así sucesivamente.

Vuelta a Funchal

Visitar el Jardín Tropical Monte Palace de Madeira, creado en 1991 por José Berardo, es un plan obligatorio en cualquier agenda de viajes. Se trata de un enclave único que conjuga la historia de la isla con elementos de inspiración oriental que toman como punto de partida uno de los viajes que Berardo realizó a Japón. Si te gusta la arquitectura y la flora, necesitarás, al menos, una hora para verlo con detenimiento.

Para poner el broche final a la escapada y volver al Barceló Funchal Oldtown para descansar o darse un baño en su piscina, no existe mejor transporte que el teleférico. Una opción ideal para disfrutar de toda su panorámica y despedir el viaje. Aunque siempre se puede volver. Confieso que yo todavía sigo pensando en Madeira.