A veces ocurre que te encaprichas de alguien como quien que se obsesiona con un par de zapatos nuevos. En inglés existe la palabra infatuation para esa pasión irracional y adictiva. Un cuelgue absurdo, superior a nosotros mismos, una necesidad que nada tiene que ver con el amor. Si el enamoramiento es, como decía Ortega y Gasset, un "estado de imbecilidad transitoria", la 'infatuación' (en su traducción literal e incorrecta del inglés, ya que la palabra en español se considera un calco) lo es en su grado máximo y frívolo.

Christina Aguilera siente la 'infatuación' por un latino de ojos marrones en su canción del mismo nombre. Y mucho antes, Rob Steward ya nos advirtió de ese sentimiento loco y superficial:

"Por la mañana temprano no puedo dormir
No puedo trabajar y no puedo comer
He estado todo el día borracho, sin poderme concentrar"

Exacto, un encaprichamiento que ni siquiera podemos explicar, que todos hemos experimentado alguna vez en la vida. Y qué difícil es desenfatuarse (puestos a utilizar palabras raras, nos vale ese trabalenguas), qué complicado es sacarte a esa persona de la cabeza cuando llegas a ese estado de damiselismo, o peor, al damiselismo extremo. Cuando te has encaprichado hasta niveles de no comer, ni dormir ni apenas respirar.

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En este artículo, ya dimos algunas pistas sobre qué hacer para que te deje de gustar alguien. Pero la 'infatuación' es mucho más que el simple hecho de que te guste una persona. Si la obsesión es muy exagerada, puede confundirse con amor. Y eso complica aún más el desenganche.

Pero la 'infatuación' no es amor porque, como explican en Psych Central, el amor cambia, evoluciona con nosotros. El amor saca lo mejor de nosotros mismos, nos hace mejores. La 'infatuación' es estática, no nos aporta nada como personas, más allá de poder llevarnos a situaciones indignas.

El encaprichamiento nos paraliza, porque se basa en una expectativa irreal de la pasión, de la felicidad. En él hay falta de confianza y de compromiso y a menudo nos 'infatuamos' de forma repentina por alguien que ni siquiera conocemos. Por eso es un sentimiento vacío. Aunque lo sentimos fuerte, no es más que superficialidad y levedad.

Al empezar una relación, es normal 'infatuarse'. Nos enamoramos y notamos ese capricho, esa necesidad por el otro. Pero si la cosa prospera, surgirán la generosidad y el compromiso del amor. En las parejas longevas incluso habrá épocas (días, semanas, meses) en las que vuelva esa 'infatuación', esos picos de enamoramiento, de volverte a acordar de lo mucho que te gusta esa persona. Una 'infatuación' light, pero mejor, basada en el amor.

Ocurre también que puedes encapricharte de otro cuando ya tienes pareja. Como cuenta una lectora de The New York Times, que escribió a la sección de The Sweet Spot en busca de los consejos de Cheryl Stayed y Steve Almond. En su carta, titulada Cómo superar una 'infatuación', explica el cuelgue que vive desde hace muchos años con un antiguo novio del instituto.

Él es una persona detestable, "cruel, agresivo y manipulador", pero ella está enganchada hasta la toxicidad. Estuvieron juntos varios años y, cuando rompieron, ella fue infiel a varios novios con él. En su huida, acabó mudándose a una nueva ciudad, en la que conoció a su marido.

Ya casada, seguía manteniendo contacto con él y, cada vez que hablaban, ella notaba cómo volvía todo ese deseo, toda esa 'infatuación'. Hasta que cortó del todo la comunicación.

Él se casó, ella tuvo su primer hijo y sueña con ese antiguo novio con frecuencia. A menudo siente la necesidad de llamarlo, pero se frena: "Me da muchísima vergüenza, pero a veces fantaseo con él mientras tengo relaciones sexuales con mi marido. Sé que ese hombre no me ama y quizás nunca lo hizo. Sé que lo que tengo con mi esposo es maravilloso. Esos sueños me hacen sentir fatal (...) Pero no puedo controlar esos lugares profundos y oscuros de mi mente".

Termina la carta lanzando la gran pregunta: ¿Cómo puedo 'desenfatuarme'? ¿Cómo hago para dejar de estar encaprichada con él?

Stayed y Almond le dan sus puntos de vista, la sacan de sus contradicciones y la animan a su manera. Sin embargo, nosotras preferimos recordar el sabio consejo de Ira Hyman en este artículo: sólo el amor es capaz de acabar con la 'infatuación'.

La ciencia ha comprobado que, si le dices a alguien que deje de pensar en algo, sólo conseguirás que lo haga aún más. Varios estudios demuestran que intentar frenar los pensamientos no sirve de nada, sólo para incrementarlos. La única forma de rebajarlos es pensar en situaciones con tu pareja que te hayan provocado amor, explica Hyman.

No vale con pensar en abstracto lo mucho que quieres a tu novio o a tu marido. Debes rememorar momentos compartidos que te hagan recordar lo mucho que lo quieres. Porque sólo el amor, el real, el de verdad, es capaz de acabar con el humo de la 'infatuación'.

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