La primera vez de los nominados al Oscar 2016… en la alfombra roja

En 1994 Leonardo DiCaprio todavía no se había congelado tras ser expulsado de una tabla perdida en medio del Océano Atlántico, en la que sí cabía, ni se le había muerto el alma bailando el Lovefool de The Cardigans en una adaptación de Shakespeare, pero tenía 20 años y ya había recibido su primera nominación al Oscar por ¿A quién ama a Gilpert Grape?

Si Brie Larson ha llegado hasta aquí es por haber llevado una adolescencia completamente coherente durante los 2000, lo que conlleva haber visto Crossroads –primera y última película de Britney Spears– al menos una vez en la vida. Aquí en el preestreno de 2002.

Antes de cumplir a rajatabla el concepto de ‘señora de bien’, cuya definición abarca actitudes tan dispares como la de arqueóloga, bailarina de ballet clásico, adicción a los antidepresivos, reina de Inglaterra o gay friendly, Cate Blanchett vivía los noventa siendo un doppelganger de Gwyneth Paltrow. Le duró poco. Aquí en el preestreno de Camino al paraíso, en 1997.

Por todos es bien sabido que Michael Fassbender es capaz de derretir con su mirada y su sonrisa un iceberg, y su primera aparición en la alfombra roja para el preestreno de 300, en 2007, demuestra que lo suyo no es un producto de marketing. El concepto ‘Fassbender’ viene hecho de fábrica.

Antes de ser la mejor y más respetada actriz de su generación, Kate Winslet era la extravagante de la clase que arriesgaba con personajes homosexuales (Criaturas celestiales), intentos de suicidio en transatlánticos, monos negros de encaje transparente y adaptaciones de literatura clásica inglesa como Sentido y sensibilidad, por la que sería nominada a su primer Oscar. Aquí en su preestreno de 1996.

La diferencia entre escaparse de un baile de fin de curso en 2007 y una colección de Dior, con la que caerse al suelo, es un Oscar y un producto creado en la mente y mesa de trabajo de un buen publicista de la industria de Hollywood. Probablemente JLaw –antes de ser JLaw– estuviera pensando en devolver el vestido, al día siguiente, en el Forever 21 más cercano.

Antes de pasear su amor con Ben Affleck por todas las alfombras rojas, durante la promoción de El indomable Will Hunting, y de sobrevivir en el espacio exterior con una huerta de excrementos, Matt Damon ya había firmado un pacto con el diablo para asegurar la eterna juventud. No es 2016, es 1992.

A punto estaba de abandonar el cine Rooney Mara después del fracaso del remake de Pesadilla en Elm Street en 2010, hasta que otro remake se adueñó de su alma y de la línea editorial de su publicista. Era el Millenium de David Fincher y ella la Lisbeth Salander new gothic. Atrás quedan ya las alfombras rojas naives y la felicidad aparente.

Christian Bale, eterna opción B ante una negativa de Leonardo DiCaprio y American Psycho de por vida, pues aquel diciembre de 1987, después del preestreno de El imperio del sol, terminaría asesinando al estilista que le obligó a combinar tanta geometría abstracta.

Auténtica musa del cine europeo más transgresor durante seis décadas y patrimonio universal, Charlotte Rampling tenía otras cosas en las que pensar antes de verse envuelta en una trampa 2.0, cuando sus palabras en contra del #OscarsSoWhite le rebotaron sin control. Aquí en los Oscar de 1976, con Anthony Hopkins. Respeto.

Antes de que Tom Hardy eclipsase a Leonardo DiCaprio a base de exhibicionismo carnal en El renacido, incluso antes de que decidiese cerrar la mejor cuenta de MySpace del universo, Tom Hardy se afeitaba para acentuar –aún más– su 'boquita' de piñón y demostraba así que Kylie Jenner es una farsante. Tom la inventó primero. Juzguen vosotros mismos.

Mientras Regina George terminaba de sentar las bases del feminismo agresivo de los 2000, Rachel McAdams solo trataba de eliminarla de su vida a toda costa. 12 años después está nominada al Oscar por volver al drama con Spotlight. Sí, Chicas malas puede ser un drama. El drama de la adolescencia.

Antes de que Mark Ruffalo llenase su cuenta bancaria de ceros infinitos por su contrato con Marvel y, sobre todo, antes de que alguna mente inquieta pusiera nombre propio al mundo ‘hipster’, él ya lo era antes sin saberlo. Un bigote perfilado nunca es producto del azar.

Aunque su apellido sueco dé pie a creer que se trata de un mortífago de Harry Potter infiltrado entre muggles, Alicia Vikander ha conseguido a base de trabajo y ganas de jugar al juego de la industria de Hollywood un sitio en el olimpo. Al menos durante 2015 y parte de 2016.

Cuando Bryan Cranston tenía que soportar a una familia numerosa y desequilibrada en Malcolm todavía no sabía la que se le vendría encima en Breaking Bad. Mientras tanto asistía ajeno a todo a preestrenos como el de Dr. Dolittle 2 en 1999.

En Mujer blanca soltera busca, Jennifer Jason Leigh echaba por tierra el feminismo de los noventa robándole la vida y el armario a su compañera de piso, en Los odiosos ocho, 24 años después, le roba la película a Quentin Tarantino y es nominada por primera vez al Oscar. No sabemos si alguna de las siete capas de este estilismo de 1984 solo la pidió prestada.

Sylvester Stallone estaba tan ocupado agradeciendo sus nominaciones por Rocky en 1977, que no tuvo tiempo a contratar a un estilista que se mantuviera alejado de las camisas con chorreras setenteras. Hasta el reconocimiento en 2016 solo ha recibido ocho Razzies (los anti Oscar). Peor actor del siglo incluido.

Después de hacerle la vida imposible a Keira Knightley en Expiación, por lo que sería nominada por primera vez al Oscar con 13 años, Saoirse Ronan –pronúnciese ‘Sirsa’– se pasearía por todas las alfombras rojas del año envuelta en túnicas blancas y rezando: “Se siente”.

Después de ganar el Oscar en 2015 por una subida de azúcar en La teoría del todo, el nuevo niño mimado de Hollywood sigue sufriendo de diabetes por dejar el conflicto dramático de la primer mujer transexual de la historia a su contrapunto heterosexual en La chica danesa. Aquí en el biopic de Carlos Baute en 2004.