Katy Perry y Taylor Swift. Taylor Swift y Kanye West. Jennifer Aniston y Angelina Jolie. La veneno y Nova. Rivalidades y sonadas enemistades entre estrellas de la vida han existido siempre, pero como toda religión tiene su origen, viene a ser la de Bette Davis y Joan Crawford el Jesucristo de tan entrañable asunto. Ninguna de ellas tiene su propia serie de televisión. Hasta ahora. Esta es su historia:

PELEA 1: “QUÉ AMIGA”

Detrás de un drama sobre la enfermiza envidia entre mujeres andaba Robert Aldrich. Así que ese apagado blanco y negro de ¿Qué fue de Baby Jane? atrás dejaba décadas de saturación elevadísima de sobredosis de Technicolor, y bien vendría a valer como un psiquiátrico en el que debemos interpretar que la loca es Bette Davis porque se maquilla como una travesti paraguaya con cuatro capas de témpera blanca. Aunque en realidad lo que ahí había trascendía más allá de la estricta ficción. La diversión de ver la película es saber que las dos estaban igual de locas y desquiciadas. Eran las locas favoritas de América y probablemente lo sigan siendo, sino una serie como Feud, sólo para barnizar todo esto en 2017, no tendría sentido.

Tanto Bette Davis como Joan Crawford abrazaron ¿Qué fue de Baby Jane? como última oportunidad para recuperar un mastodóntico éxito ya perdido, en una industria de energías renovables como Hollywood. Porque ser una estrella absoluta durante casi cinco décadas seguidas es algo completamente imposible. ¡Medio siglo! Se cuentan con los dedos de una mano y, hoy, sólo existe una persona viva que cumpla esas condiciones: Meryl Streep.

¿Qué fue de Baby Jane? terminó como una obra maestra del camp sobre fracaso, olvido y desequilibrios mentales, pero, sobre todo, de la cara menos simpática del éxito. Igual que todas y cada una de las tan excesivas como gloriosas apariciones de Cristina, La veneno, enfrentándose a todo el que se le pusiera por delante, en el desaparecido ¿Dónde estás corazón? ¡Digo!

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PELEA 2: “TÓMATE TÚ OTRA COSITA, HIJA”

“Se ha acostado con todos los actores de la Metro a excepción de la perra Lassie”. Bonitas palabras escupidas por el veneno interno de la misma Bette Davis a la que cantaba Kim Carnes en los alucinógenos 80, que sonaría en el sublime San Junipero de Black Mirror y que versionarían hasta Gwyneth Paltrow y Kylie Minogue. Una emocionante palabrería dedicaba a Joan Crawford en 1962, a la vez que su primera y única película juntas, ¿Qué fue de Baby Jane?, bailaba en cartelera. Cosas del marketing o no, el veneno surtió efecto a escala global.

Un doloroso disparo que no se producía en vano. La Crawford, bisexual de pro, llevaba años como un cañón de combate detrás de la estirada Davis. Y con rotundas negaciones como respuesta, la revancha sólo fue un capítulo más de tan loca guerra intergaláctica. Pues estamos ante dos de las mayores estrellas del cine en general y de la vida en particular. Es lo que tiene un corazón roto.

Como cuando en 2015 el todoterreno de Belén Esteban se lanzó sin frenos a la pantalla de televisión de todo un país y le espetó a una ardiente Olvido Hormigos, en el Gran Hermano de la farándula, que se tomara una copita de champán, que se le daba muy bien. “Tómate tú otra cosita, hija”, le contestó la otra sin pensárselo dos veces. Un demoledor ‘hija’ que escondía un currículum plagado de adicciones. Crawford contra Davis. Esteban contra Hormigos. Historia universal. La independencia liberal de la mujer madura en entredicho y no ofende quien quiere, sino quien puede.

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PELEA 3: PEPSI VS. COCA-COLA

La única forma de Robert Aldrich de sobreponerse al fenómeno social provocado por el éxito de ¿Qué fue de Baby Jane? sería poner en marcha una secuela espiritual, así que buscaría una historia de tintes parecidos, y volvería a contratar a sus dos gatas en celo, que en deseos ardían de seguir alimentando la cima de su gloria para no volver a bajarse nunca jamás. La película sería Canción de cuna para un cadáver, pero la ilusión duraría dos semanas.

Crawford, recién viuda de Alfred Steele, presidente de Pepsi por aquel entonces, se había quedado al mando del consejo de la empresa. La Crawford, dueña de Pepsi. ¿La respuesta? Bette Davis mandaba instalar una máquina expendedora de Coca-cola en el set de rodaje, en la calurosa Louisiana, y Crawford abandonaría el proyecto para correr a por ese exploit de oro del Psicosis de Hitchcock (son del mismo autor): El extraño caso de Lucy Harbin. Gracias, Joan.

Pero no sería la última vez que Pepsi y Coca-cola se enfrentaban. En 2002 la dueña del intermedio de la Super Bowl rescindía el contrato de ocho millones de dólares de una Britney Spears que bebía Coca-cola y fumaba como una carretera a escondidas, en playas paradisíacas. El sueño americano se resquebrajaba. ¿Por qué? Mathew Knowles, obsesivo y, según las malas lenguas, explotador padre y manager de Beyoncé, había filtrado las imágenes para convertir a su hija en la nueva imagen de Pepsi. Lo consiguió.

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PELEA 4: CHICAS MALAS

“¿Que por qué soy tan buena interpretando a zorras? Igual es porque no soy una zorra. Quizá por eso Joan Crawford siempre interpreta a damas”. Bette Davis apuntaba con un rifle a Joan Crawford cada vez que la dejaban, algo que ésta nunca estuvo dispuesta a permitir. Así que cuando nominaron a la Davis al Oscar por ¿Qué fue de Baby Jane?, y a ella no, se le ocurriría la gran idea de convencer al resto de nominadas de recoger el premio en su lugar en caso de vencer a su eterna archienemiga. De esa manera, y de alguna forma espiritual, sería ella la vencedora de la batalla. Así fue. En 1963 ganaba el Oscar Anne Bancroft por El milagro de Anna Sullivan. La que recogía el premio, con una sonrisa de oreja a oreja, era Crawford.

“Tened cuidado con Regina George con piel de cordero” avisaba varias décadas más tarde Katy Perry, vía Twitter, en referencia a su sentenciada Taylor Swift. Pues la Swift le había arrebatado a su amor John Mayer hacía unos días. Bette Davis y Joan Crawford también compartirían un hombre. Era Franchot Tone, amor de Davis en Peligrosa, por la que ganaría su primer Oscar, y a la vez marido real de Crawford. Un circo.

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PELEA 5: ‘BAD BLOOD’

En 2014 Taylor Swift le devolvía el escupitajo a Katy Perry en su intento de hit Bad Blood. Y en la biografía no autorizada de Joan Crawford, publicada en 2009, la polémica periodista de Playboy Charlotte Chandler, cuenta con pelos y señales cómo, según ella, y teniendo en cuenta que los muertos no pueden llevar la contraria, era la propia Bette Davis la que en un acto de lucidez le había soltado una noche borracha:

“Yo no era la mayor fan de Joan Crawford, todo lo contrario, pero no se merecía ese detestable libro escrito por su hija. He olvidado su nombre. Horrible. Vi el libro y no me hizo falta leerlo. Ni yo sería capaz de escupir tanta basura de ella. Una abominación. Alguien que la salvó del orfanato, de casas de acogida y quién sabe de dónde más. Es como si mi propia, amada y maravillosa hija B.D. fuera a escribir un libro con cosas malas sobre mí. Por supuesto, B.D. es mi hija natural y estas son las consecuencias que traen las adopciones”.

Una vez más la Davis no daba puntada sin hilo. Christina Crawford había esperado a la muerte de su madre para publicar Queridísima mamá, sobre malos tratos e los infiernos familiares de vivir con una estrella. Siete años más tarde sería la propia B.D. la que acuchillaba a su madre Bette, en su propia autobiografía, como la villana de cuento que decía no ser. Tan importante refrán español como ‘Consejos vendo, para mí no tengo’ era algo que Bette Davis desconocía, pues era su propia hija la que le estaba enseñando grandes lecciones en la vida: no escupir tan alto y que con los muertos no se juega. Feud se estrena en exclusiva en HBO España el 6 de marzo y viene dispuesta a ello. Un terremoto de ultratumba se escucha a lo lejos.