Quizás seas de esas personas que ya van al cine solas, comen en restaurantes y hasta viajan en soledad. Si es así, brava tú, porque es algo con lo que no todo el mundo está familiarizado y, de hecho, seguro que los comentarios que recibes cuando lo cuentas son: "te admiro" o "yo no me atrevería/ a mí no me apetece ir sola".
La razón es que, culturalmente, asociamos ir a estos lugares en compañía y, hacerlo por nosotras mismas, supone ir en contra de nuestras costumbres, por lo que tendemos a meter esa circunstancia en el saco de los "oh, no tiene a nadie con quién ir" o "uh, qué pringada, va sola".
Esta concepción está cambiando (más nos vale), pero hay una gran mayoría que tiende a pensar así. Y la realidad es que, si te animas a ir al cine sola, dice mucho de ti. Principalmente, porque es un ejercicio de automejora: pasar tiempo contigo misma te ayudará a reconocerte en diferentes circunstancias y, cuando esos momentos consistan en enfrentarse a algo que la sociedad todavía no ha "normalizado", te dotará de cierta supremacía sobre el resto.
En un estudio realizado por dos profesoras de las universidades de Maryland y Georgetown, los encuestados fueron preguntados por sus preferencias de compañía a la hora de hacer diferentes actividades. Casi el total de las personas sondeadas coincidían en una especie de "temor" a la hora de hacer actividades de ocio en soledad, y todo por pensar que iban a ser juzgados por los observadores.
Pero el hecho de pasar tiempo a solas y, sobre todo, hacer actividades en soledad, de cierta manera te fuerza a ser consciente de tu presente, de ti misma y de cómo interactúas con tu entorno sin presencia de nadie conocido. Además, estimular tu cerebro en situaciones así reforzará tu seguridad en ti misma en otros ámbitos.
Por otra parte, si lo pensamos, ver una película es como leer un libro: tú y solo tú procesas esa información, y luego la compartes con otras personas, ¿qué más da si en el caso del cine estás acompañada o no?
