Querida madre/padre:

A ver, te resultará extraño que me ponga a escribir una carta a estas alturas de la era digital. Que con un whatsapp vale, seguro, pero qué menos que dedicarte a ti, que me trajiste a este maravilloso mundo, unas líneas epistolares en 2018.

Resulta que he estado reflexionando, y hace ya unos años que me independicé. Con ello, implícito quedó el hecho de que ya me podía administrar –aunque de manera paupérrima– económicamente y que no precisaba de tu ayuda para planchar mi ropa, entre otras cuestiones de las que me fui dando cuenta poco a poco (como que tengo que apartar bastante presupuesto para pagar la luz e Internet y que hay múltiples papeles higiénicos entre los que elegir en el supermercado). Lavo mi ropa, la tiendo, la doblo, limpio un poco y sí, hago mi comida. He aprendido a seleccionar el jamón York bueno en la zona de charcutería, tomo algo de fruta aunque me cuesta, me hago pasta (integral) y bueno, ok, también compro sopa de sobre y arroz de bote.

Pero que esto no te alarme, hay veces que voy muy rápido y no es mi prioridad dedicar tiempo al tupper que me llevo a la oficina o la comida que me hago. ¡Y esto no quiere decir que no me cuide! Pero me da pereza cocinar, a nuestra generación le da pereza cocinar, mamá/papá. No se nos ha inculcado la importancia de la cocina y tú lo has hecho siempre tan bien en casa que no me he interesado por aprender. Culpa mía, sí, a mis 30 no sé hacer lentejas y tú ya hasta me tenías a mí a esta edad.

Pero jo, no esperes a que me ponga a hacer cocido un domingo como los Javis, porque ellos son la excepción y la realidad es que en Madrid hay muchos sitios donde tomarlo. Y tampoco me hagas tuppers cada domingo, porque no sé si vamos por buen camino. ¿O sí? Ay, es que tus sopas, tus patatas con costillas, tus filetes de pollo empanados... Son increíbles pero, ¿lo estamos haciendo bien? ¡Porque así no me apetece cocinar! Pero claro, ¿debo aprender a cocinar? Bucle.

Nuestra generación está muy malacostumbrada y me debato entre comentarlo contigo por whatsapp o seguir disfrutando de tu ensaladilla rusa mientras veo 'Elite' en Netflix y se secan mis uñas, porque quizás, ¿eso es lo que antepongo como prioridad? O sea, ¿el tiempo en que debería estar cocinando (¡con lo bien que viene también para despejar la mente y lo guay que es cuando te comes algo que tú mismo has hecho!) lo estoy empleando en ver series y pintarme las uñas? Y, ¿qué va a esperar la sociedad de mí si esas son mis prioridades a mis 30? Ay, mamá/papá, ayuda. ¿Me apunto a algún cursillo exprés? Pero qué digo, si hay tutoriales en Youtube. Venga va, ese será mi propósito en lo que queda de año, aprender a cocinar. Todo sea por realizarme o eso que dicen los libros de autoayuda. ¿Qué opinas? ¿Crees que ha llegado el momento?

Aunque estoy pensando, ¿por qué no me enseñas tú? Así podemos reactivar vínculos y esas cosas, ¿qué te parece? ¿Quedamos este domingo por la tarde en mi casa?

Bueno ya me dices por whatsapp. Y ya que vienes, si os sobra paellita, ¿me traes un poco?

OSTRAS, NO, NO.

Ay.

Bueno.

Mira.

Olvida todo lo anterior porque tu comida es magia.

GRACIAS.