De un tiempo a esta parte, Instagram está experimentando cambios. No nos referimos a la app en sí, que también, sino a cómo la concebimos en los últimos años. Nos explicamos: es cierto que sigue siendo una plataforma donde prima el llamado 'postureo' –como quien dice–, pero últimamente somos muy conscientes de que no todo lo que vemos se corresponde con la realidad. Si te sientes identificada, puede ser que ya no nazca de ti la necesidad imperiosa de compartir todo lo que haces. Por otra parte, la nueva opción de "silenciar" los stories, los posts o ambas cosas de otros usuarios sin dejar de seguirlos, nos permite ser más selectivos con lo que queremos ver realmente (lo mismo que ocurre en Facebook, vaya).

Siendo esto así, lo que cada vez engancha más en Instagram son cuentas que inspiran, que transmiten y que nos aportan algo realmente (bueno, esas y los memes, en concreto de Operación Triunfo). Y, entre el gran abanico de cuentas interesantes con el que contamos en España, destaca una en concreto, la del escritor Roy Galán (@roygalan), que en noviembre publica su tercer libro y que en Instagram va camino de los 100K de seguidores (y tiene una media de 10.000 likes y 300 comentarios por post).

En su perfil –cada vez más popular y seguido por figuras tan relevantes en la conversación de hoy, como Paco León, Javier Ambrossi, Javier Calvo o Leticia Dolera–, aprovecha para reivindicar cuestiones de actualidad que, sobre todo, tienen que ver con el feminismo, el colectivo LGTBI+ y la disciplina del odio.

¿Qué motor mueve al hombre que está cambiando la perspectiva vital de tantas personas? Él mismo nos lo cuenta.

HB: ¿Cómo crees que has llegado a convertirte en un altavoz con tanto peso digital? ¿Qué persigues con tus publicaciones?

R: Soy un chico que escribe. Percibo la realidad y, gracias a una emoción, la devuelvo transformada. Y escribiendo día tras día es como he llegado a tantísima gente. Soy muy consciente de lo que estoy haciendo en internet: lo que persigo es que las personas que me leen ejerciten la empatía. Sé que para cambiar las cosas no basta solo con pensar. Las cosas hay que sentirlas. Cuando tú te dejas conmover estás aprendiendo, estás viajando, estás dejando que una persona que no eres tú te reconozca en la intimidad. Creo que para el ser humano es fundamental la comprensión y la compañía. Y supongo que lo único que pretendo con las palabras es decirle a la gente que no está sola y que no hay nada de extraño en sus pensamientos. Ambas cuestiones son imprescindibles para dejar de culparnos o avergonzarnos y para sentirnos mucho más libres.

HB: Según los comentarios que recibes en Instagram, ¿qué consideras que aporta el tipo de contenido que haces actualmente en redes sociales?

R: Me gustaría pensar que mi contenido aporta una pequeña pausa para reflexionar sobre alguna cuestión. Hoy en día la impaciencia es una auténtica pandemia y no somos capaces de mantener la atención en nada (ni siquiera en las personas) más de diez segundos. La gente ve las series a una velocidad mayor de la normal para ver más capítulos en el menor tiempo posible. Somos devoradores compulsivos de tiempo y nos damos verdaderos atracones de información y estímulos para luego poder vomitar nuestra actualización en un tuit. A veces pienso que hay más urgencia en tachar algo de una lista y en decirle a los demás que ya lo has hecho, que en el propio placer de hacerlo. Así es imposible detenerse a pensar qué queremos de verdad. Yo intento que mi espacio virtual sea un lugar para ejercitar el pensamiento, para mover de sitio los prejuicios y para construir tolerancia.

HB: ¿Quién o qué te inspira para tratar los temas de los que hablas?

R: Sin duda el amor. Y mira qué guarrada nos han hecho que hasta nos han expropiado el poder usar la palabra amor para hablar de nuestras motivaciones. Han conseguido que suene cursi y, por tanto, poco rigurosa, alejada de lo empírico, despreciable en términos intelectuales. Yo estoy convencido que el amor es motor de cambio y que es lo que la gente va a recordar de ti cuando ya no estés. Pasado el tiempo no sé acordarán de cómo follabas, de los abdominales que te gastabas o del dinero que tenías. Lo que van a recordar es cómo les tratabas, el afecto que dejaste en ellos y ellas.

Por eso invito a no odiar. Y cuando me sale odiar (porque yo también soy humano como Chenoa) intento tener siempre presente algo que aparece en la maravillosa obra Incendios, de Wadji Mouawad:

Pero hice una promesa, una promesa a una anciana de aprender a leer, a escribir, a hablar, para salir de la miseria, salir del odio. Y voy a cumplir esa promesa. Cueste lo que cueste. No odiar a nadie jamás, la cabeza en las estrellas siempre.

Promesa hecha a una anciana, ni bella, ni rica, ni nada de nada, pero que me ayudó, se ocupó de mí y me salvó.

Lo que me inspira es tener la cabeza en las estrellas siempre.

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HB: Centrándonos en España: vivimos en una sociedad en la que sigue siendo noticia una violación, un asesinato por violencia de género, el acoso callejero, palizas al colectivo LGTBI+... Con este panorama, ¿crees que conseguiremos un cambio?

R: El cambio ya se está produciendo. Buena prueba de ello es la feminización de la política realizada en los ayuntamientos del cambio, como Madrid o Barcelona, en los que se ha demostrado que se podían hacer las cosas de otra manera. También en las calles. El clamor del pasado 8 de marzo fue algo alucinante. Yo creo que el feminismo está construyendo un futuro indudablemente mejor.

HB: ¿Qué le dirías a una mujer en 2018 –tristemente hay más de las que pensamos– que todavía no entiende qué es el feminismo e incluso no se considera feminista?

R: Le diría que leyese mucho. Acerca del mundo y de las experiencias de las mujeres en él. También sobre Historia, para que conociera cómo la sufragista Emily Davison se puso delante de un caballo para reclamar el derecho al voto de las mujeres, o cómo Rosa Parks negó a ceder su asiento en el autobús a un blanco, o cómo Marsha P. Johnson defendió la libertad en Stonewall.

Le diría que si ella hoy puede tener una cuenta bancaria, o trabajar, o tomar una píldora anticonceptiva, o separarse porque se ha enamorado de otra persona sin ser quemada en una hoguera por ello, o amar a una mujer sin ser encarcelada, es gracias a todas las feministas que la precedieron y que lucharon para que ella pudiera tener los derechos de los que disfruta en la actualidad.

Y le diría que piense en sus hijas y en sus nietas o en las mujeres desconocidas que todavía no habitan este planeta y que si lo que quiere es un lugar para ellas en el que sigan siendo juzgadas, agredidas y asesinadas por el hecho de ser mujeres.

HB: ¿Cómo contestarías a una persona que sigue diciendo: "ni feminismo, ni machismo: igualdad"?

R: Pues le diría que el patriarcado ha conseguido lo que quería con ella: hacerle creer que el feminismo es lo contrario al machismo. El feminismo es un movimiento liberador y emancipador para las mujeres y que lucha contra el machismo. De hecho el feminismo existe porque existe el machismo. Porque el machismo mata. Le diría que si sería capaz de decir: “Ni Derechos Humanos, ni asesinatos: igualdad”. Y que eso mismo es lo que está diciendo.

Y si siguiera sin querer comprender (porque madre mía del amor hermoso lo que cuesta explicar esto tan sencillo) pues ya le diría: Ni fiminismi, ni michismi: Tiki - Tiki ( Ylenia dixit).

HB: ¿Qué opinas del 'feminismo mainstream', también llamado peyorativamente 'feminismo de camiseta'?

R: Que a veces se le exige al feminismo una pureza y una coherencia acérrimas que no se le exige a nada más. El feminismo, entendido como una estrategia, requiere de resultados efectivos y nunca sabemos qué efecto puede producir el hecho de que una chica se compre una camiseta con un lema feminista. Tal vez, al hacerlo, se acerque a libros feministas y a partir de ahí profundice más. Evidentemente hay que tener cuidado para que no se banalice, porque no es una cuestión banal, pero no aprovechar o quejarse de que el feminismo pueda llegar a cuanta más gente mejor, me parece un error.

HB: Como hombre (y además blanco y con privilegios), ¿por qué estás tan concienciado con el movimiento feminista?

R: Porque lo verdaderamente importante es lo que tú haces con el privilegio que tienes.

HB: ¿Qué es la masculinidad tóxica? ¿Cómo puede la lectora identificarla en su entorno?

R: Es una masculinidad construida en la idea tóxica de que los hombres han de confirmar una serie de rasgos atribuidos tradicionalmente a su condición de hombres, tales como la virilidad, la fuerza o la hombría. Para ello, para demostrar lo hombres que son, usan a las mujeres y al colectivo LGTBI+, a las primeras utilizándolas como trofeos de caza con los que poder presumir, y al segundo insultándolo y agrediéndolo para separarse de aquello que ellos consideran femenino, vulnerable o débil. Si a esto le unimos la idea del amor romántico, de la posesión y los celos, tenemos un auténtica bomba.

Es sencillo de identificar: Si el hombre que está en tu entorno no es un “nuevo hombre”, un hombre que está deconstruyéndose a sí mismo, que está cuestionándose todas estas cosas mal aprendidas, entonces es que estás ante un señor que se niega a cambiar para no perder así sus privilegios históricos.

HB: Muchas opiniones apuntan a que el uso del plural inclusivo, la "x" o la "e" es una exageración. Tú utilizas la fórmula del “todos y todas” en muchas o todas las ocasiones para hablar en plural. ¿Por qué crees que es necesario?

R: Porque el lenguaje construye la realidad y lo que no se muestra no existe. Y si el uso del lenguaje inclusivo es una tontería mayúscula: ¿Por qué molesta tantísimo que se use? El plural será femenino o no será.

HB: ¿Cómo te gustaría que se recordara tu activismo en el futuro?

R: Como una prueba de que las palabras nos salvan.