La Navidad es una movida tochísima. Desde que tienes conciencia lo es. Conforme pasa la vida, tus preocupaciones cambian en esas fechas, pero de una forma u otra existen siempre y se habla poco de ellas.

Cuando era pequeña me ocurría lo mismo que ahora: dejaba todo para el final. La carta a Papá Noel la escribía el mismo 24 de diciembre, con toda la rapidez que podía y encima teniendo que pedir ayuda porque no sabía escribir. Y ahí estaba mi madre, por la tarde, escribiendo todas las cosas que se me pasaban por la cabeza: que si una Barbie, que si un Action Man, un coche, la paz en el mundo (sí, yo era de esas)... Vete a saber.

Con lo de la paz en el mundo quiero hacer un inciso. Desde bien pequeña me agobiaba tener la responsabilidad de pedir la paz y que los niños tuviesen regalos. No sabía si el resto del mundo sabía que podían pedir eso para arreglarlo y no se me ocurría cómo hacer para que les llegase este dato. Mi abuela siempre pedía salud y eso me dejaba tranquila porque gracias a ella el tema de la sanidad lo teníamos apañado. Luego murió mi tío y yo supuse que Papá Noel tenía tantas peticiones de salud que le superó la situación y no tenía stock. También hubo una Navidad en la que pensé pedir un rubí, porque lo había visto en la peli de La Pantera Rosa y no entendía tanta trama chorra de gente buscando aquel pedrusco cuando podían mandar una carta a Papá Noel y tener una cada uno. Solucionado.

Ahora dejo todo para el final también y un poco de forma consciente. Cuando pasa el tiempo y la gente desaparece, existe un halo de tristeza que cubre estas fiestas y deseas que lleguen para que pasen. Pero bueno, que lo de tener regalos y tiempo libre también mola.

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Ya no se estila escribir la carta a los Reyes Magos y creo que eso debería seguir haciéndose para evitar poner cara de "me encanta" mientras buscas con la mirada el ticket regalo. A mí me regalan cada año un montón de bolsitos, bolsos en los que no tengo nada que guardar porque no tengo cosas tan pequeñas. Mi solución es meter unos dentro de otros. Como una matrioshka de regalos que no quiero.

Con esto de ser mayor y trabajar ya he pasado sola varios días de Reyes, que es cuando me reúno con mi familia paterna (otro día hablamos de lo de ser hija de divorciados), y es un bajón estar lejos de ellos. Pero también es un reto personal intentar pasar un buen día de Reyes de forma diferente. Este año estaba muy triste la noche del 5 de enero, quería ser una bolita y convertirme en un burrito de tristeza, pero por suerte tenía a mi amiga Elga, que cumple años ese día, y fue la excusa perfecta para irnos de mostos y celebrarlo. Al día siguiente pasamos la resaca en un bar gallego en el que hacían cocido y queimada y fue como un título de película de sobremesa de Antena 3: Una Navidad diferente.

Lo que no me agobiará nunca es cenar y pasar estas fechas con mis seres queridos. Porque son eso: seres queridos. Yo tomé la decisión de vivirlo con la gente que quiero y si tantas personas se agobian porque cenan con gente que no quieren ver… Deberían darle una vueltita, ¿no?

Yo, por lo pront,o he escrito ya mi carta: la paz en el mundo, que todos los niños tengan juguetes... y un rubí.

CAROLINA IGLESIAS (@percebesygrelos)

Carolina es, principalmente, una gallega en Madrid (cosa que deja claro desde el nombre de su perfil en redes sociales). Trabaja como guionista y colaboradora en Yu (Los40) y yuTUBERS, tiene su propio show en Madrid junto a Soy Una Pringada (Que vuelva Fotolog) y presenta cada semana El Chat de Operación Triunfo en TVE.

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