Hay cosas que suenan mucho mejor en francés. Por ejemplo, el art de vivre, con connotaciones que van un paso más allá de lo que es el disfrute hedonista en sí de la vida. Glamour, sofisticación, exclusividad… forman parte indiscutible de lo que es para muchos un estilo al que hay que aspirar e imitar en la medida de lo posible. Sin embargo, el charme francés, ese espíritu bohemio y chic, con toques de modernidad y lujo, empieza a perder fuelle.

Ya no se trata de vestir como una parisina, ni de hacer de Isabel Marant e Inés de la Fressange el modelo a seguir. El nuevo arte de vivir no llega de las postrimerías de los Campos Elíseos, sino de mucho más al norte: de Escandinavia. Y lo ha hecho, como todo lo que allí se cuece, sin hacer ruido; hasta hacerse tan ominipresente como las propias tiendas de decoración sueca o danesa.

La última de las filosofías escandinavas en llegar a nuestro país ha sido el lagom. En Suecia, esta palabra define la medianía, literalmente 'ni mucho ni poco'. Sin embargo, los que la han adoptado le quieren dar un toque más lírico y entenderla como una búsqueda de la virtud, esa que bebe sus aguas de Aristóteles sin que el griego pisara jamás las tierras que hoy llamamos Suecia (seguramente bastante más heladas que ahora).

La culpa de su popularización, una vez más, es de Ikea. Ya no se conforman con pregonar las bondades de las albóndigas o de sus galletas de jengibre, ahora, además, se alinea con el movimiento Lagom dando todo tipo de ideas para la decoración, un feng-shui escandinavo en el que lo bonito, el color y la estética priman tanto como la funcionalidad. Al mismo tiempo, en Londres se ha comenzado a editar una revista (va por el quinto número) donde profundizan en este aspecto.

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El ’lagom’ apuesta por una decoración menos estudiada y más ecléctica.

Pero, ¿qué es lagom? Sin duda, una respuesta de cordura ante la radicalidad que los propios escandinavos se impusieron en su fiebre por lo eco, lo orgánico y lo sostenible. Es saber aceptarlo todo y coger de cada cosa lo necesario, sin exceso ni quedarse corto. Por ejemplo: está genial una ensalada de vegetales orgánicos con el cereal exótico de moda, pero ¿por qué va a ser malo acompañarla de una azucarada e industrial bebida de burbujas?. Sí, la decoración vintage con toques naturales es perfecta, ¿pero pasa algo por romper el juego de color con dos jarrones horribles pero que me encantan?

"Evitar la pomposidad, mantener los pies en la tierra, celebrar lo que aporta cada uno en lugar de la imagen, preocuparse por las historias personales y no por los productos, por lo que motiva la creación" es como definen en Lagom este concepto. Para muchos, la revista es el nuevo Monocle. "Poner el foco en uno mismo", es como lo define Anette Barstad, responsable del centro de yoga y coaching Unik Helse de Noruega.

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Un estilo de vida sin pomposidad, disfrutando de cada momento, siendo feliz...

El lagom sueco se une al hygge danés y al koselig noruego, y no duda en hacer una pausa para el fika (también sueco). Cuatro términos que empiezan a sonar cada vez más en nuestras vidas y que, combinados, buscan una sola cosa: la felicidad a partir de la sencillez, la falta de barroquismo y casi sin necesidad de comprar, adquirir, aparentar o embellecer. Es decir, justo lo contrario al glamour parisino, a la Alta Costura, a los tacones incómodos e imposibles, los mini bocados de cocina de autor que dejan con hambre y, en definitiva, la pose forzada tratando de reflejar una alegría inexistente.

París siempre será París. La moda, la gastronomía, la artesanía y el saber hacer francés siempre nos cautivarán y enamorarán. Sin embargo, puede que la felicidad del día a día no tenga el acento sensual y candente de Françoise Hardy, sino el ritmo machacón y festivalero de Robyn. Pop, diseño, velas y tarta. ¿Quién se resiste a esta receta?