En 2014 Richard Linklater se encargó de que sus intenciones con Boyhood fueran escuchadas en todo el planeta. “Es un repaso a los momentos más importantes de nuestras vidas. Todas las canciones que suenan han hecho historia por alguna razón o por otra”. Una de esas canciones tan importantes en la cultura popular de los 2000, y que se puede escuchar en uno de los momentos menos forzados de la película, es Try again de Aaliyah. En esa escena nadie opina nada sobre ella, sólo suena y sólo se escucha. De fondo. Aaliyah estaba ahí, se daba por hecho. Aaliyah formaba parte de una cima en la cultura del entretenimiento que gobierna sobre el mundo. Aaliyah, la misma Aaliyah que desaparecía en el verano de 2001. La misma Aaliyah sin la que no se entendería la desconcertante primera década del siglo XXI. Aaliyah estaba muerta, pero seguía más viva que nunca.

Aquella calurosa mañana de agosto de 2001 el termómetro estallaba en Las Bahamas. A sus 22 años Aaliyah tenía mucho por lo que vivir, ya había vendido más de tres millones de discos y era mucho más que una cantante del montón, era un icono norteamericano. Sus cinco nominaciones a los Grammy, y cuatro a los implacables MTV Movie Awards, así lo demostraban. Pero ese cielo azul amenazaba tormenta.

El día se presentaba emocionante, la grabación de sus escenas para el vídeo de Rock the boat, el tercer single de su álbum titulado Aaliyah, habían llegado a su fin un día antes de lo previsto. No había tiempo que perder, la agenda echaba humo. Al día siguiente su presencia en los MTV Video Music Awards se esperaba con euforia. No había marcha atrás. Con destino al aeropuerto Opa-Locka, en Florida, Aaliyah ya había empezado a preparar su vuelta a la civilización, pero una llamada de teléfono acababa de entrar por la línea principal del hotel.

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“No subas a ese avión”, gritaba una voz entrecortada al otro lado. La voz pertenecía al productor musical Damon Dash y pareja de Aaliyah en ese momento. Tal y como contaría él mismo, sin atisbos de duda en sus registros faciales, en el talk show The Real años después. Probablemente influenciado por el Devon Sawa de Destino final, Dash afirmaba intuir lo que en el cielo de esa isla ocurriría poco después.

Todo podría parecer un día normal de una estrella al uso, y un avión privado –un Cessna 402B– ya esperaba a los pasajeros en la pista de aterrizaje. Dos estilistas, un maquillador, un jefe de producción, una ejecutiva de la discográfica, un amigo personal y más de 500 kilos a bordo. El Cessna jamás llegaría a su destino, explotaría minutos después, a 60 metros de altura. Ningún superviviente. ¿La causa? Exceso de peso y un pasajero más de lo permitido. ¿La investigación? La aerolínea Blackhawk ya había sido denunciada anteriormente por violaciones de seguridad. Por si fuera poco, el piloto, Luis Morales III, presentaba antecedentes de posesión y consumo de cocaína. Los familiares de las víctimas denunciarían a la discográfica Virgin Records y a Blackhawk. ¿El veredicto? Un acuerdo económico extraoficial y confidencial.

Un avión que volaba a la cima, pues tras la explosión Rock the Boat sería el vídeo más visto del año, el álbum dispararía sus ventas en un 50 por ciento y sería el más vendido después de una muerte desde el Double Fantasy de John Lennon, en 1980. Cuando se trata de muertes sobrecogedoras, el mundo se vuelca en masa. Una semana antes de la muerte de Aaliyah eran 447.000 las copias vendidas, semanas después ya sobrepasaban los tres millones y pasaría del puesto 91 al número uno en Billboard. Además, La reina de los condenados, su película póstuma, explotaría la taquilla en su estreno.

AALIYAH, TIMBALAND Y LOS DESCONCERTANTES 2000

Aaliyah, su último álbum, estaba producido por su inseparable Timbaland. Todo ese sonido R&B sexy, mezclado con el pop más comercial, y que nos hartamos de escuchar durante una década entera, se lo debemos a ella. Conejilla de indias de un nuevo estilo, explotado por Destiny’s Child, TLC, Janet Jackson, Nelly Furtado o Rihanna. Timbaland tiene la culpa de que los 2000 sea considerada la década más desconcertante de la historia del mundo. El concepto ‘hortera’ viviría su máximo esplendor en una década en la que un chándal rosa de Juicy Couture, unas maxigafas y un frapuccino XL no se entenderían sin el Milkshake de Kelis sonando con megáfono de fondo. Porque desde donde quiera que estuviera observando el mundo el alma de Aaliyah aplaudía de orgullo en ese momento. Su legado era real.

Un mundo que todavía sigue de luto y lanza la alarmante duda: Si Aaliyah siguiera con vida, ¿existiría Beyoncé, tal y como la conocemos? Es algo que jamás se sabrá, pero es la propia madre de dragones la que se ha encargado de recordar, vía Instagram, este momento que bien podría definir toda una etapa de la industria. “Aaliyah fue la primera en abrazar Destiny’s Child”. Eran los VMAs del año 2000, las dos vivían momentos muy diferentes en sus carreras, pero con un lema en común: el feminismo del pop y el empoderamiento de la mujer. Una, incipiente fenómeno de masas como estrella en solitario cantando More than a woman. Otra, en una girlband que gritaba Independent Woman. Una, post-relación con Jay-Z. Otra, pre-relación con Jay-Z. Una moriría un año más tarde con 22 años. Otra se convertiría en la mayor estrella mundial poco después. El relevo es palpable.

AALIYAH, PODER Y FEMINISMO POP

“-¡Quiero papeles protagonistas!
-Eso no va a poder ser, eres una cantante negra que hace R&B y hip-hop. Los grandes estudios no van a querer.
-¿Y Whitney Houston?
-Whitney Houston vale para todos los públicos y tenía a una estrella blanca como Kevin Costner con ella.
-¡Acabo de vender un millón de discos y quiero papeles protagonistas!
-Veré qué puedo hacer”.

Y aunque el aburrido e inverosímil biopic que Lifetime estrenó en 2014 –ese que a punto estuvo de protagonizar Zendaya– sólo sirva para tener en cuenta una extrema y ficticia liposucción de Missy Elliot o para saber pronunciar bien su nombre (“A-lí-ah”), esta escena bien podría describir quién era Aaliyah. Una estrella que utilizaba su poder para romper las barreras sociales que aún a día de hoy siguen en alza, véase la polémica de la propia Zendaya como Mary Jane Watson en Spider-Man o la última edición de los Oscar.

Aaliyah tenía el mundo a sus pies y su legado sobrevive 15 años después. En 2001 dejaba libres dos películas: en Matrix sería reemplazada por Jada Pinkett y en Honey –esa película en la que nos hicieron creer que se podía romper estereotipos bailando con ‘crop top’ en la Iglesia y enamorándose de tu peluquero– por Jessica Alba. En 2016 aparecen 15 nuevos artistas por mes que la confirman como una de sus inspiraciones más directas. Tinashe, Katy B, Dua Lipa, Mabel, Azealia Banks o FKA Twigs (cuyo vídeo para esa joya que es Two weeks es un homenaje directo a La reina de los condenados) son sólo algunas de ellas.

Su muerte, el 25 de agosto de 2001, no presentaba leyendas urbanas de asesinato ni atentados contra la cultura de masas. Porque el mundo del espectáculo, a veces, también es el mundo real. ¡Querida Aaliyah, que estás en los cielos!