En julio del pasado año, con el estreno de la (entonces) desconocida Stranger Things, las caras de sus cinco protagonistas infantiles coparon los paneles luminosos de Times Square en Nueva York como señal de lo que estaba por venir: con sus papeles en la serie de Netflix, iban a darse a conocer por todo el globo. Así que Sadie Sink (Houston, Texas, 2002) puede ir haciéndose una idea de lo que la industria cocina para ella 
ahora que, en la piel de Max, acaba de aterrizar en el siniestro pueblo de Hawkins. 


Al otro lado del teléfono (y del charco, donde ha pasado el verano promocionando la segunda temporada de este fenómeno catódico), suena segura y entusiasmada por ese futuro próximo: “Lo intuí desde las audiciones: si me cogían,
después del éxito de la primera temporada nada iba a ser igual para mí. Soy consciente de que todo va a cambiar, pero estoy haciendo lo que quiero y disfrutándolo al máximo, y eso es lo más importante”, concede a Harper’s Bazaar. Max, cuenta, “acaba de mudarse desde California junto a su padre y su hermano. Tiene un carácter muy fuerte, es un poco chicazo y no se separa de su tabla de skate”. Poca prenda más suelta sobre lo que su incorporación supone para una de las series más esperadas del año, cuyo segundo asalto llegará a la plataforma de visionado el próximo 27 de octubre; ni siquiera cuando se le pregunta por alguna anécdota del rodaje: “¡No puedo decir nada!
 [ríe]. Tendría que destriparte alguna escena y dar detalles. Pero lo que sí puedo asegurar es que ha sido muy divertido grabar con tantos chicos de mi edad.
 Nos pasábamos el día riendo. Era muy difícil mantener la cara de terror entre tantas bromas”, recuerda. Eso sí, no tardaremos en saber de ella: el primer episodio, bajo el título de Madmax, promete ser el encargado de introducir a esta misteriosa adolescente pelirroja.

People, Social group, Fun, Family taking photos together, Friendship, Youth, Photography, Event, Smile, Family, pinterest
Sadie junto a sus compañeros de reparto en Stranger Things © Getty Images.

A Sink, la oportunidad le vino a través de su agente, quien le consiguió el primer casting: “Tuve que pasar varias fases, me llamaron unas
 cuatro veces para volver a hacer más pruebas hasta que, después de un test de pantalla, me dijeron que me habían cogido. Estaba eufórica, había seguido la primera temporada y me hacía mucha ilusión”, confiesa. ¿Lo mejor del rodaje? “Es genial poder ver a gente como Winona Ryder haciendo su trabajo. Es una inspiración enorme y aprendes muchísimo”, cuenta con una madurez poco propia de alguien de 15 años. Lo peor: compaginar el tiem
po de grabación con los estudios, a los que ella tuvo que añadir, además, tres horas diarias de patinaje para aprender a utilizar la tabla de monopatín como requería su personaje. Pero tiene claras sus prioridades y es consciente de que abandonar su educación antes de tiempo no es una opción: “Para mí, es tan importante como actuar. Quiero ir a la universidad y, aunque todavía no tengo claro qué voy a estudiar, me gustaría enfocarme en la dirección
o cualquier otra faceta relacionada con el cine”, cuenta. De momento, sus dosgrandes hobbies (la canción y la fotografía, ¿qué joven promesa estadounidense iba a ser si no practicara ambas a la perfección?) prefiere mantenerlos como mero entretenimiento.

A tan temprana edad, el historial de Sadie Sink resulta, para el caso, sorprendente: con apenas diez años, debutó protagonizando el musical Annie. Ya ha probado suerte tanto en televisión (American Odissey, 2015), como en la gran pantalla (The Bleeder, el año pasado, junto a Elizabeth Moss, y está a punto de estrenar El castillo de cristal, en la que se mide con Naomi Watts y la oscarizada Brie Larsson) e incluso ha compartido tablas en Broadway con la mismísima Helen Mirren, interpretando la infancia de la reina Isabel II de Inglaterra en The Audience. En resumen: experiencia, no le falta. ¿Estamos ante la nueva sensación femenina de la temporada, igual que lo ha sido (a todos los niveles, moda incluida) su compañera Millie Bobby Brown?