Pongámonos en antecedentes: a la estadista Emma Pierson, propietaria del blog Obsession with Regression en el que, basándose en la fundamentación matemática, investiga la brecha de género en diferentes áreas, le fue encomendada la tarea de analizar cerca de un millón de comentarios escritos en la web de The New York Times para extraer conclusiones sobre cómo se comportan los hombres y las mujeres en medios online. Los resultados, a priori, no son sorprendentes. Cualquiera que haya navegado en alguna ocasión por las opiniones que los usuarios dejan en diferentes artículos de cualquier medio generalista se habrá dado cuenta de que los abajo firmantes son en su mayoría hombres.

Las conclusiones, presentadas en su artículo Cómo conseguir que más mujeres se unan al debate resultan mucho más interesantes: el rastro online que dejan las mujeres es de una media del 25% frente a un 75% masculino. Dato que resulta curioso si tenemos en cuenta que el 44% del público que lee The New York Times (es decir, casi la mitad) son féminas. De los 144 foros que completan el groso de la web, sólo encontramos 4 en los que las mujeres son las comentaristas dominantes: el blog sobre maternidad (79%), el blog sobre salud y cuidado de los mayores (70%), la sección sobre moda y bodas (64%) y la de gastronomía y estilo de vida (53%). Las mujeres, en palabras de la analista Emma Pierson, están “claramente infrarepresentadas en estos datos. Solo realizan un cuarto de los comentarios, a pesar de que suelen obtener recomendaciones más positivas en comparación con los hombres. Cuando comentan, suelen hacerlo en áreas “típicamente femeninas” pero incluso cuando escriben en secciones deportivas (alrededor del 5%), sus recomendaciones suelen ser mejores”.

La siguiente pregunta sería entonces averiguar el porqué. Saliendo por un momento del mundo digital y adentrándonos en el real, encontramos una serie de similitudes entre ambos que nos llevan a pensar que lo que hacemos en Internet no dista tanto de lo que hacemos fuera. Sheryl Sandberg, directora de operaciones de Facebook y autora del libro superventas Lean In donde diserta sobre la figura de la mujer en el trabajo y su capacidad de liderazgo, explica cómo las mujeres son más reacias a hablar en público, a levantar la mano y dar su opinión cuando se encuentran rodeadas de varones. Es por eso que el consejo que da en su libro – y en sus charlas TED -es simple y claro: “Levanta la mano, siéntate en la mesa principal, gánate tu propio éxito”.Este consejo resulta grato de escuchar pero difícil de llevar a cabo. Como bien explican las periodistas Katty Kay y Claire Shipman en su artículo para The AtlanticThe Confidence Gap’, las mujeres muestran mayor inseguridad en sí mismas que los hombres. “Históricamente hemos asumido el rol de agachar la cabeza, hacer nuestro trabajo y pensar que con el tiempo éste será reconocido”, explican las periodistas. Y eso no resulta suficiente. La falta de confianza parece ser un problema típicamente femenino especialmente en campos como el estudiantil o el laboral – según el artículo, las mujeres se presentan como candidatas a un ascenso cuando cumplen el 100% de los requisitos y objetivos necesarios, los hombres se postulan cuando han logrado sólo el 50%-, esta inseguridad provoca que en muchas ocasiones las mujeres no “alcen la voz” –como apunta Sandberg – hasta que no tienen una seguridad plena en aquello que van a decir.

Volviendo al mundo digital, algo similar sucede con los comentarios en medios. Según la analista Emma Pierson, los motivos que llevan que las mujeres comenten menos son diversos: uno de ellos se fundamenta en el acoso virtual, a la hora de expresar una opinión nadie está a resguardo del troll pero es cierto que el acoso en redes afecta más a mujeres que a hombres y por ello son reacias a publicar (en comparación con los hombres) su nombre y apellidos. Otra causa podría ser la falta de representación femenina en periodismo, donde la mayoría de artículos siguen estando escritos por hombres. Según Pierson, considera que si hubiese más mujeres firmando artículos, es posible que hubiese muchas más comentando. Relacionando estos puntos con la falta de la confianza de la que hablaban Kay y Shipman, otra de las apreciaciones es que las mujeres no comentan a no ser que tengan algo sustancialmente importante que añadir a lo que ya expone el artículo o, claro está, los comentarios.

Las opiniones están divididas, la periodista Caitlin Dewey del Washington Post se preguntaba en su artículo ‘Por qué las mujeres no dejan comentarios online’porqué, realmente, hablamos de dejar comentarios online como si estos fueran inherentemente buenos y porqué asumimos que el comentar en artículos debería ser algo a lo que tendríamos que animar a hacer a las mujeres. “Quizás las mujeres somos más sensitivas como para darnos cuenta de que los comentarios online son una absoluta pérdida de tiempo”, apuntaba. “En mi caso, no comento en Internet por la misma razón que tampoco veo combates de lucha libre o voy a locales de striptease o hago otra serie de cosas que estadísticamente los hombres hacen más que las mujeres por una sencilla razón: creo que es estúpido y no me interesa lo más mínimo”.

Frente a la drástica opinión de Dewey, la analista Pierson destaca la importancia de estos comentarios en otro artículo titulado Cómo los hombres dominan los comentarios online, en el que explica que si las mujeres no dejamos comentarios –u opiniones- en un medio capaz de crear la agenda mundial como es The New York Times, nos estaremos perdiendo la representación de casi el 50% de la población. Quizás la analista peque de idealismo al decir que los comentarios online “pueden cambiar la mentalidad de mucha gente”, pero es cierto que a mayor disparidad de opiniones, el debate se torna (siempre) más interesante.

La discusión sigue abierta. Pueden participar en la sección de comentarios.