"¡Esto es más grande que lo de Fátima, es mayor que lo de Lourdes!” grita Belén Cuesta vestida de monja en una escena de La llamada. Desde luego que lo es. Un auténtico milagro. De los grandes. Si en 2013 hubieran dicho a los actores Javier Ambrossi y Javier Calvo, metidos a guionistas y directores, que esa gamberrada que habían escrito y representaban en el hall del Teatro Lara con la hermana del primero, la actriz Macarena García, y una panda de amigos que no esperaban ni cobrar, se iba a convertir en lo que se ha convertido, habrían necesitado mucha fe para creerlo. Aquella función se representaba una noche tras otra con unas colas en la puerta que llegaban hasta la esquina de la calle. La historia de un campamento de colegio de monjas donde a una chica descarriada se le aparece Dios cantando temas de Whitney Houston, tomó dimensiones de fenómeno y, cuatro años después, sigue colgando el cartel de no hay localidades ante un público que canta, baila y recita los diálogos desde el patio de butacas. Pero esto es solo una parte del milagro. Lo más increíble es que, siguiendo la estela de musicales como The Rocky Horror Picture Show o Hedwig and the Angry Inch, que empezaron como teatro underground y acabaron siendo películas icónicas, La llamada se ha convertido en una película que, más que probablemente, dejará huella en muchos. La euforia que los directores y la protagonista de ambas tratan de domar está más que justificada. Ellos, al principio, no se veían muy capaces de llevar a cabo semejante empresa. De hecho, cuando el productor Enrique Lavinge (que se presentó a la salida del teatro para conocerlos en persona y, de paso, comprar todo el merchandising de la obra) les planteó la idea de llevar ‘aquella fiesta’ al cine, ellos empezaron a pensar en quién podría hacerlo.

"Mi hermano me contó en casa de mis abuelos que estaban escribiendo una obra sobre una chica que veía a Dios. Nunca tuve duda de que saldría adelante, ni de que yo estaría ahí. Es el proyecto de mi vid" - Macarena García

Hasta que se dieron cuenta de que tenían que ser ellos. Eran los padres de la criatura y no iban a darla en adopción. “No hay nada que me guste más que una primera película con tanta energía”, apostilla Lavinge, que es un peso pesado del cine español y de esto sabe un rato. Habían practicado antes con esa otra irreverencia que es la webserie Paquita Salas, todo un acontecimiento viral, pero no tenían mucha más experiencia con la cámara. Aún así, al ruedo. “Ha sido un proceso largo. Había que coger una obra de teatro que en cuatro años han interpretado ya varios actores, analizar los chistes que funcionaban y valorar si lo seguirían haciendo, decidir si se respetaban o no, eliminar unas cosas y añadir otras. El cine es otro lenguaje”, explica Javier Ambrossi. “Además, existe la dificultad de enfrentarse a una audiencia que no solo ha visto la obra, sino que, en muchos casos, lo ha hecho varias veces, por lo que alterar demasiado el contenido podía resultar conflictivo”, añade Javier Calvo. También han tenido que lidiar con dificultades técnicas (“aquí ya no vale una tela y un foco”, admiten) y pelearse por la financiación que requiere una gran producción de cine, algo a lo que jamás se habían enfrentado cuando trabajaban con su espíritu amateur. Por momentos temblaron, pero recurrieron a su viejo grito de guerra, que no entiende de dificultades: “Lo hacemos y ya vemos”. De hecho, han bautizado con este nombre a la productora que han creado para sacar adelante el proyecto. No podían haber elegido otro mejor.

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Javier Calvo, con chaqueta de pana de Wrangler, camiseta de algodón de Calvin Klein Underwear. Macarena García y Javier Ambrossi, con cazadora y camisa de pana de Wrangler. © Fotografía de Félix Valiente. Estilismo de María Vernetta.

Una de las primeras personas que vio La llamada terminada fue su ídolo, Pedro Almodóvar: “Habéis tenido muchísima suerte con las actrices que tenéis. Porque uno puede escribir la locura que quiera, pero ahí tiene que estar un grupo de actrices dando la cara, haciendo el texto divertido, emocionante y creíble”. Pocos lo saben tan bien como él. “La película son ellas”, coinciden ambos. Y, por supuesto, Macarena García, que ha visto crecer a la criatura desde incluso antes de nacer. “Recuerdo cuando mi hermano me contó en casa de mis abuelos que estaban haciendo una obra de teatro sobre una chica que veía a Dios. ¡Al principio hasta se iba a quedar embarazada como la Virgen María! Son tan geniales que nunca tuve duda de que aquello saldría adelante, ni de que yo estaría ahí. Es el proyecto de mi vida”. Ella fue durante dos años la protagonista de la obra de teatro (después la sustituyó Claudia Traisac) y ahora lo es también de la película. “Nos hemos hecho mayores con esta obra, hemos cambiado con ella.

"Queríamos hacer una película como esas que veíamos cuando éramos adolescentes una y otra vez en VHS. Aunque suene pretencioso" - Javier Ambrossi

"En cuatro años, a mi edad [Macarena tiene 29], suceden muchas cosas, se aprende mucho”. Entre ellas, ganar un Goya por Blancanieves, que dedicó públicamente a su hermano, y rodar películas como Palmeras en la nieve o Todos están muertos. “Esta historia se escribió para ella como un regalo de amor”, confiesa Ambrossi. Calvo va más allá: “Su opinión es muy importante. Es la primera a la que enseñamos lo que hacemos porque tiene mucho criterio y un gusto más sofisticado que nosotros, que nos encanta una chachada. Ella es un filtro fundamental”. Como en toda película, el proceso de preproducción resultó, lo que se dice, un parto. “Llegó un momento en el que nos planteamos que no se podía sacar adelante ahora y habría que esperar un año o dos. Fui muy firme: era ahora o nunca. Por una cuestión física –las actrices no vamos a poder seguir interpretando a estas adolescentes– y por algo emocional –hay que pasar página–”, confiesa la actriz. Una vez más, lo hicieron (y luego vieron).

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Javier Ambrossi, con camiseta de algodón de Sandro, y pantalón vaquero de Loewe. Javier Calvo, con camiseta de algodón de Mango Man y pantalón vaquero de Levi’s. Macarena García, con camiseta de Mango y pantalón vaquero de Zara. © Fotografía de Félix Valiente. Estilismo de María Vernetta.

Se fijaron en el cine religioso de Andréi Tarkovski, la Juana de Arco de Luc Besson, en musicales punk como Spring awakening y, sobre todo, en el género teen de los años noventa, como Amigas para siempre o Mi chica. “Queríamos hacer una película como esas que veíamos cuando éramos adolescentes una y otra vez en VHS, aunque suene pretencioso”, conceden. Pero el resultado es, reconocen, todavía mejor de lo que habían soñado. “Durante el rodaje teníamos miedo al tono. En el teatro escuchas al público y eso te guía, pero en un set, no tienes ningún feedback ni jaleo alrededor, y empezó a salir algo más serio e intimista”, afirma Calvo. “El público es muy mal director porque si ríe, las actrices interpretan que lo están haciendo bien, pero cuando hay emoción hay silencio, y eso también es valioso”, añade. “Nos parecía que nos estaba quedando un dramón, mucho más contenido que la función, pero lo hemos dejado crecer y fluir a su manera hasta que la película ha encontrado su propia voz. Va a ser diferente, pero mantiene ese mensaje tan poderoso que es lo que subyace en La llamada, detrás de tanto delirio y surrealismo: que la libertad es lo más bonito que tenemos en la vida y que todos tenemos derecho a elegir nuestro camino”.